Por Manuel Vicent |
Si en
física cuántica la certeza no existe y según los presocráticos el sí y el no se incluyen juntos en una misma respuesta, ¿por qué nos escandaliza que muchos políticos carezcan
de principios y no cumplan con sus promesas?
Al fin y al cabo se comportan según las reglas de las partículas elementales, que les permiten ir de un bando a otro sin pasar por el centro y tener dos ideologías
contrarias.
Si el principio de inseguridad e incertidumbre de Heisenberg se aplica a la democracia, resulta evidente por qué tu voto de izquierdas puede darle la victoria a tu enemigo de
derechas y al revés. Pero contra las leyes de la naturaleza hay políticos todavía con la mano en el pecho y la golilla de hidalgo, que creen que pactar es claudicar y se agarran a la fe como el creyente
que contrata un seguro de vida y espera a la vez que la fe le asegure la salvación eterna. Todo es relativo.
La bola de cristal, que sostiene en su mano el Salvator Mundi, atribuido según el principio de incertidumbre a Leonardo da Vinci, por el que un príncipe saudí pagó 450 millones de dólares, podría ser en realidad una bomba de racimo.
¿Qué va a ser de la política? En España predecir es difícil, sobre todo el pasado. Aquí puede caerte el Gordo de la lotería o una cornisa en la cabeza al salir de casa.
© El País (España)
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