Por Giselle Rumeau |
Ninguno de los elegidos suma votos de manera directa a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos.
Pero ambos -con varios pergaminos a cuesta en rosca política- tendrán
hacia adelante una doble misión política-electoral que podría mejorar la performance del Presidente y la ex mandataria: cooptar a la mayor parte del peronismo alternativo de cara a octubre y generar los
consensos necesarios para garantizar la gobernabilidad en caso de llegar a la Casa Rosada.
Sea quien fuere el triunfador, tendrá que lidiar con una brasa ardiente. Resolver la herencia de la herencia. El 2019 terminará con una economía en recesión
de dos años consecutivos, desempleo y pobreza en crecimiento, una tasa de inflación que en los últimos 12 meses llegó al 57,3%, volatilidad cambiaria, inestabilidad económica y endeudamiento
público. A esto se le suma el festival de corrupción y la larga lista de problemas estructurales que dejó el kirchnerismo.
Está claro que habrá que reactivar el consumo y la actividad económica, bajar la inflación y la tasa de interés, la pobreza y el gasto del Estado.
Es habitual escuchar a los dirigentes políticos y candidatos dar cátedra sobre lo que hay que hacer sin explicar el cómo. Como si fuera un slogan de campaña, la mayoría asegura que la crisis
se termina con crecimiento, cuando uno de los principales problemas que tiene el país, además de gastar más de lo que entra, es su inconstancia para crecer.
La mayoría de los economistas coinciden en el diagnóstico: para cambiar el círculo vicioso en el que se hunde la Argentina cada diez años habrá que
llevar a cabo una catarata de reformas estructurales pendientes. Sólo así se alcanzará un modelo de producción, crecimiento y desarrollo.
La UIA pide reformas para dar competitividad, entre ellas, impositiva y tributaria y una modernización de las relaciones laborales que incorpore el avance de la tecnología.
Y para eso, hay que crear condiciones de gobernabilidad. Con una polarización extrema generada tanto por Macri como por Cristina, lo más probable es que quien asuma la presidencia el 10 de diciembre no tenga
la mayoría legislativa. Y eso no es lo peor. Si el ganador se impusiera por apenas dos o tres puntos, la grieta podría profundizarse y ser feroz.
Ante ese posible escenario, ¿alcanza con las habilidades negociadoras de Alberto Fernández o de Miguel Angel Pichetto para construir gobernabilidad y generar paz social?
¿Cómo se logran las reformas con minoría legislativas?
La voz de los expertos
Andrés Malamud, politólogo radicado en Portugal, donde se desempeña como investigador de la Universidad de Lisboa, explica que un presidente necesita dos cosas para
gobernar: mayoría en el congreso y paz en las calles. "Cuando pierden el escudo legislativo y enfrentan movilizaciones populares, los presidentes latinoamericanos ven en riesgo su estabilidad. En la Argentina,
tanto Cristina como Macri demostraron capacidad a la hora de gestionar 'la calle': las políticas sociales y las negociaciones con las organizaciones sociales permiten prever que, salvo colapso económico,
esta tendencia se mantendrá. En cambio, construir mayorías legislativas es más complicado para los no peronistas, por eso el próximo gobierno deberá tentar a sectores del peronismo (que siempre
tiene mayoría en el Senado) para aprobar sus proyectos", afirma el experto.
Malamud cree que la designación de Pichetto como candidato a vicepresidente de Macri va en esa línea. "Para los empresarios y otros poderes fácticos, Macri
es adulto y Peña, trabajador. Pichetto reúne ambas virtudes en la misma persona. La intención es coordinar gobernadores, legisladores y poderes fácticos. Pero también contribuir a la formación
de acuerdos electorales con algunos gobernadores", sostiene.
El politólogo Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, asegura que en los sistemas presidencialistas como el nuestro, la gobernabilidad es producto de un toma y daca
que termina siendo muy costoso para el Ejecutivo. "Si repasamos este mandato de Mauricio Macri, cada decisión relevante que tuvo que tomar el Gobierno, y cada vez que necesitó de consensos (mayorías)
para ello, tuvo que poner plata: holdouts, reparación histórica, blanqueo, presupuestos 2017/2018/2019, reforma provisional, pacto fiscal, etc. En cada una de esas decisiones, el Gobierno negoció con las
provincias fondos y obras para sacar las decisiones, motivo por el cual hoy las Provincias son todas superavitarias en materia fiscal. En definitiva, Gobierno nacional dividido, Gobiernos subnacionales ricos, porque negocian
todo", asegura.
Para Romero, el peronismo es más plástico para moldear mayoría. "Si gana Cambiemos, deberán, a diferencia de este primer mandato, buscar un acuerdo de
más largo plazo con los gobernadores. Y ese es uno de los objetivos que se buscó con la nominación de Pichetto", remarca. Pero aclara: "No estoy diciendo que el senador garantice mejor gobernabilidad
pero la idea que transmite su nombramiento es que el Gobierno va a privilegiar la construcción de consensos con otros actores. Es una decisión acertada porque le permitió ampliar la coalición, presentar
una oferta renovada y salir de la trampa que ellos mismo se tendieron presentando la elección como peronismo o antiperonismo. El nuevo discurso es democracia o autoritarismo", remarca.
Rosendo Fraga, director de Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, considera que la grieta va a ser un obstáculo en el próximo mandato, cualquiera
sea el ganador. "La desarticulación del tercer espacio, profundizará la polarización y ello va a complicar la gobernabilidad futura. El PJ anti-K fue la clave que permitió la gobernabilidad
en el primer mandato de Macri y hoy esta expresión política no sólo aparece débil, sino también desarticulada", resume.
En ese sentido, explica, "la negociación con determinados sectores del peronismo será decisiva para gestar acuerdos de gobernabilidad. Y en eso, se sabe, Pichetto
es un verdadero experto", remarca.
Para el sociólogo Carlos de Angelis, la gobernabilidad política está asegurada, gane quien gane. "Como dicen en el Banco Mundial, hubo un aprendizaje a partir
del 2001, cuando el país fue un caos absoluto. La clase política argentina tendrá mil defectos pero aprendió que a la gobernabilidad hay que cuidarla. De hecho, Macri pudo gobernar con minoría
en ambas cámaras y logró acuerdos y leyes importantes en su primer mandato", recuerda.
De Angeli agrega que será clave las condiciones en que triunfe cada uno. "El que gane en primera vuela, va a tener mas poder porque significa que tiene peso legislativo.
Si Macri ganara como en 2015, por dos puntos en el ballotage, las reformas van a ser veloces pero resistidas, y habrá problemas con los sindicatos. Requeriría de espalda políticas para aguantar movilizaciones
permanentes.
El también analista político advierte que el próximo gobierno va atener que mostrar resultados de manera muy veloz pero destaca que lleva tiempo hacer un gran pacto
social, en especial conciliar al sector empresarial con el sindical. Por eso considera necesario que "el próximo presidente haga un plan de emergencia, ir por un congelamiento de precios y salarios, con algún
tipo de plus compensatorio".
"Hoy es más importante la gobernabilidad económica que la política. Y ese peligro está en el aire tanto con Pichetto o con Alberto", concluye.
© 3Días
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