Por Roberto García |
“No sirve bajarte, puede ser peor”, sostuvo. Y aportó varias razones para justificar su pensamiento, casi todas a gusto del interrogador, quien en las dos horas y
media de reunión, hace poco más de 15 días, escribió prolijamente en un cuaderno los consejos del dirigente socialista.
Fue Mauricio Macri el que realizó la consulta, también el alumno ejemplar que redujo las anotaciones en el papel. Ese material, más su propia voluntad para permanecer
en el poder, parecen inexpugnables ante cualquier avanzada que proponga su deserción de la candidatura, inclusive frente a resultados poco optimistas que el fin de la semana próxima agregará el equipo
de encuestadores de Duran Barba (vía su socio Zapata) sobre el declive del ingeniero en la consideración pública.
Los unos y los otros. Aunque, en su entorno, todavía persisten nutridas discusiones sobre la conveniencia del
propósito del mandatario, disidencias expuestas como una fractura que revelan grietas hasta entre el asesor ecuatoriano y Marcos Peña, antes un sólido binomio, y figuras cercanas como el ex dirigente Carlos
Grosso, que han optado distanciarse del jefe de Gabinete. No es el único, claro, tampoco el primero: los anuncios del tamaño de un huracán venidero desaniman a cualquiera. Y suelen tener nombre femenino.
Curiosamente, el nombre femenino no ha cosechado esa ventaja de los sondeos: ocurre que los temporales anunciados por la televisión en muchas ocasiones dismininuyen su intensidad
cuando tocan la tierra.
Quizás el ibérico González advirtió este fenómeno en sus charlas con el elenco cristinista, al que asistió en otras oportunidades acompañado
por el ex embajador Carlos Bettini, hoy relegado de las invitaciones. Multifacético, el político invitado hizo recomendaciones en todos los círculos, contratado por un influyente empresario de laboratorios
con inclinaciones artísticas –plástica, coleccionista, cinematografía, medios– de aplicación progresista que, a veces, lo invita a navegar con su barco por el Mediterráneo y es
capaz de pagarle una gira como si fuera Luis Miguel. Por el precio, obvio.
A Cristina, en apariencia, Felipe le derivó un mensaje diferente al de Macri o, en todo caso, ella no les hizo caso a sus sugerencias políticas sobre la importancia de
conservar la centralidad del liderazgo: se apartó inesperadamente de la cabeza de la fórmula, le prestó esa responsabilidad a Alberto Fernández, lo obliga a ser jefe sin votos ni territorio, a un
personalismo exprés, improvisado, en un partido de caudillos. Un riesgo todavía indeterminado, no siempre dos Fernández hacen un Kirchner. Si las dos fracciones se han bifurcado en la estrategia de la
fórmula, quedan otras coincidencias. Macri y el dúo FF deben pensar igual para suspender las PASO, pretensión fundada en un presunto ahorro para la Nación. Parece difícil. Aunque nadie habla
de plata, todos saben que una campaña electoral no baja de 50 millones de dólares para cualquier aspirante competitivo y, por lo tanto, desean evitar gastos. Podría haber novedades, en cambio, con la utilización
de colectoras –a Vidal le encantaría que puedan votarla por Cambiemos y por Alternativa Federal–, hoy complicadas en la Justicia por apelaciones diversas.
Pero hay una semejanza mayor entre las dos partes. Se funda en una carencia: Fernández reconoce que no alcanza con Cristina y su presunto tercio mientras a Macri tampoco le alcanza
la estabilidad del dólar, la permisividad del FMI y, si Trump pudiera, hasta la devolución de las Malvinas. De ahí el paso al costado de la dama para seducir al capital, como se cambió hace tiempo
la letra de la marcha. Una razón política. O, tal vez porque está más de ida que de vuelta, intervinieron en su decisión otras cuestiones personales:
- La preocupación por su hija en Cuba, con una delgadez extrema y con reproches imaginables a su madre por la situación judicial que atraviesa.
- Su propio incordio en Comodoro Py por el paquete de causas que la convierten en una visita frecuente en tribunales.
- La escasa propensión al esfuerzo y a la estética para aventurarse en una campaña proselitista por todo el país, un estrés
que nunca atravesó ya que la presidencia le llegó por obsequio marital y, en la segunda oportunidad, la Casa Rosada resolvió la propaganda.
Entonces, le reserva esa tarea a su elegido Fernández, al que rescató luego de años, enojos y rencillas, en el pobre entorno que ella construyó sin poder
registrar a nadie para esa función. Quizás Massa hubiera podido lidiar para el cargo, fue por un momento el candidato que no fue, a pesar de que sus amigos Manzano y Vila le prepararon el terreno a Kicillof en
los Estados Unidos y el otro asistió sorpresivamente a la presentación del libro. No alcanzó: el corazón de su confianza quedó en Alberto.
Al margen de la preferencia, Massa está en su libro de oraciones: dispone, según los sondeos, de un diez por ciento que vale oro para la instancia final. Solo que ella
quisiera incorporarlo en la primera vuelta, ofrecerá al moro para intentarlo.
Al revés de Macri, con enormes pleitos de ego con el hombre de Tigre, pero al que requiere como candidato presidencial restándole votos a Cristina. Al menos para la primera
vuelta (un interés que implica, además, eliminar la postulación de Lavagna, ejercicio en el que se encuentra el gobernador Schiaretti). Más cercanos al Presidente aparecen otros peronistas, léase
Urtubey o Pichetto, ofrecimientos hay para los dos.
Definiciones. Cumplirá tal vez Macri con ampliar su base como demandan sus socios radicales, lo que se advertirá
en la convención del lunes próximo, sin saberse aún el grado de participación que tendrá en el futuro la crema de ese partido. No debe olvidarse que algunos son expertos en esas decoraciones.
Por ejemplo, el controversial Cornejo fue quien diseñó y negoció la incorporación de Julio Cobos como vicepresidente de Cristina. Ahora apuntan, por lo menos,
a una consagración semejante.
Y tanto Macri como Cristina han dispuesto aperturas, siempre pensando en ganar, ninguno en gobernar. Aunque ese sea el título de documentos y declaraciones para que se distraiga
la tribuna.
© Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario