Por Claudio Jacquelin
Si las medidas económicas que lanzó el Gobierno ayer pueden calificarse de heterodoxas para el ideario macrista, la forma en que se decidió que el Presidente las
comunicara respondió a la más pura ortodoxia comunicacional de Pro.
No hay contradicciones. Todo se explica por la necesidad de mostrar cercanía con la sociedad que, en este caso, padece la crisis, de exhibir que el Gobierno asume la situación
y de transmitir que busca solucionar esos problemas. Aunque los métodos sean polémicos e inciertos los resultados.
El adelanto de las medidas desde la casa de una familia de clase media del barrio porteño de Colegiales, emitido por las redes sociales, apuntó a transmitir una empatía
que se le reclama a todo gobernante en tiempos difíciles y que, para muchos críticos, es un déficit de este gobierno.
Mostrar una relación directa, sin mediaciones, entre Macri y "la gente" fue el propósito, que, sin embargo, encontró algunas limitaciones.
El diálogo con Adriana, la vecina que recibió a Macri, dejó expuesto que el encuentro no era espontáneo, a pesar de la deliberada precariedad de la filmación.
También, que no era un intercambio con ciudadanos tan comunes. Los anfitriones del Presidente son vecinos inocultablemente oficialistas, simpatizantes declarados de Macri. Una apuesta segura desde el laboratorio, pero
no carente de riesgos en la práctica, por obvia.
Inevitable resulta, entonces, trazar algunos paralelismos incómodos con el pasado más reciente. Sobre todo, si se tiene en cuenta que estamos en un contexto electoral .
Hasta hace apenas tres años y medio, Cristina Kirchner usaba (y abusaba de) los "patios militantes" con la pretensión de consolidar la imagen y el relato de que
el suyo era un "gobierno del pueblo" y que el pueblo entraba en la Casa de Gobierno para dialogar con ella (aunque solo fuera para escucharla).
Ayer, Macri recurrió a una "casa militante" para transmitir que el suyo es un gobierno cercano a la "gente común" y que él puede entrar en la
casa de esa gente.
El método demuestra, además, que ambos prefieren eludir la mediación periodística y controlar la comunicación, sin exponerse en situaciones críticas
a preguntas incómodas de la prensa.
Sí hay una diferencia, no menor, entre aquellos patios y este comedor: Macri permitió que se escuchara una voz crítica de la situación económica. Impensable
que eso ocurriera en presencia de la expresidenta.
No obstante, también usuarios de las redes computaron que los anfitriones de Macri era personas muy comprensiva con su gestión y que, a pesar de las penurias, siguen bancando
al Gobierno.
Después del desesperado "hagan algo" del albañil Dante que en febrero interpeló al Presidente, sus asesores han decidido tomar mayores recaudos. Se notó.
Quizá demasiado.
Toda una revelación
No fueron esos, no obstante, los datos más reveladores del video que emitió la Presidencia por las redes.
El clímax llegó con una frase de Macri que para muchos pasó inadvertida. Luego de que Adriana, su anfitriona, celebrara que se tomaran medidas para paliar los efectos
de la inflación y dijera que era necesario un "alivio", el Presidente desnudó sin reparos (y quizá sin darse cuenta) tanto sus necesidades como lo que había ido a buscar a esa casa. "Todos
necesitamos un alivio", dijo el Presidente.
El jefe del Estado, cuyos asesores de comunicación pretendían mostrarlo como un líder no solo sensible sino también capaz de aliviar las penurias del pueblo
que gobierna, expuso una elevada cuota de orfandad. Justo cuando se le reclama fortaleza.
Hace apenas un mes, ante muchos de sus funcionarios, Macri dijo que "no se aguanta más", en referencia a lo que él consideraba mentiras y cuestionamientos facilistas
de los opositores y los críticos a su gestión. Ayer, terminó de transmitir su sensación de agobio. La crisis pasa facturas visibles y expone frustraciones. También para el Presidente .
La situación se torna más indeseable cuando los problemas y los desaciertos se traducen en las encuestas durante un año electoral en el que se dirime si seguirá
al frente del Estado o si volverá al llano.
Una de las críticas frecuentes que ha recibido el Gobierno desde hace casi 11 meses y medio, cuando se desató la crisis cambiaria y el peso perdió el 20% de su valor
en un día, fue que ha estado corriendo detrás de los acontecimientos.
Esta vez se propuso demostrar lo contrario. No está claro que ayer haya logrado despejar todas las dudas de que este sea el comienzo en serio de una etapa más estable.
O de que la crisis haya entrado, realmente, en un proceso de remisión.
El formato de la comunicación deja algunas dudas sobre su eficacia vistas las repercusiones que tuvo en las mismas redes sociales que usó el Gobierno para emitir el mensaje.
El texto no ayuda a despejarlas.
Macri fue explícito. No pudo ocultar lo ajenas que para su ideario resultan las decisiones adoptadas y que, por lo tanto, las tomó por necesidad y obligación antes
que por convicción. Concesiones a las urgencias sociales, a las demandas de sus aliados políticos y al creciente malestar de los votantes. Cosas que hubiera preferido no tener que hacer.
Hasta que funcione
Desde la casa de Adriana, el Presidente destacó que son medidas "para el corto plazo" y "hasta que las cosas de fondo empiecen a funcionar". Una forma de ratificar
su convicción sobre el rumbo adoptado, pero también de subrayar que los resultados positivos siguen sin llegar a pesar de que a su mandato le quedan apenas ocho meses.
Para que no quedaran dudas de sus certezas reiteró el eslogan con el que mejor se define: "Hacemos lo que hay que hacer". Que es como decir que no hay ningún
otro camino posible, aunque hasta acá no le haya salido como él y la mayoría de los argentinos que lo votaron esperaban. Y a pesar de que los opositores que proponen otros caminos se regocijen creciendo
en las encuestas.
La comunicación, de todas maneras, pasará a ser una anécdota si las medidas logran el resultado buscado y prometido de paliar los efectos de la inflación
y reactivar el consumo. Ni hablar si, además, consiguen concretar el triple sueño de restaurar la confianza social, recrear expectativas y construir una nueva ilusión con miras a las elecciones presidenciales.
En definitiva, esos fueron los objetivos de todo lo que el Gobierno hizo ayer, tanto con las medidas económicas lanzadas como con la forma en la que se decidió que el Presidente
las comunicara.
Los éxitos siempre son más fáciles de contar y los relatos solo se sostienen con hechos concretos, salvo para los fanáticos de cualquier causa. Sin embargo,
se aconseja no enamorarse de los métodos.
© La Nación
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