Víctor Manzanares |
Quince años después de haber empezado a colaborar con los negocios del entorno de la familia Kirchner, el contador Víctor Manzanares, preso, decidió contar
aquella una parte de la historia de sus clientes más importantes.
En su última declaración dedicó el final a pedir perdón. Primero, a unos amigos de su padre, todos fallecidos. Después,
a toda su familia, a su mujer y a sus hijos. "Y al pueblo de Río Gallegos, para quien pude haber lucido como una estrella pero les fallé al decidir ingresar en las tierras de la oscuridad", finalizó.
Fueron varios meses de negociación entre tres abogados y dos fiscales. Luego, más de 30 horas de declaración llena de nombres, cifras, números, domicilios
y detalles millonarios. Finalmente, el contador se sentó otras cinco horas frente al juez. Ese día, recuerdan algunos de los que participaron en aquella audiencia, hasta recitó varios CUIT de memoria.
Un mes después, el juez Claudio Bonadio recién homologó uno de los acuerdos más importantes en la causa de los cuadernos de las coimas. Jamás en la
corta historia del expediente tardó tanto para incorporar a un imputado al régimen de colaborador.
Bonadio se tomó todo el tiempo necesario para estudiar a fondo alguno de los hechos que detalló el contador. Miró con detalle, entre otros, un dato muy concreto
¿Qué hacía Isidro Bounine, un estrecho secretario de Cristina Kirchner, en ese círculo que intentó esconder los bienes en Estados Unidos que habían comprado Daniel Muñoz y su
mujer, Carolina Pochetti?
Manzanares contó que Bounine fue parte de aquella red de gestores oficiosos que se movilizaron para ocultar propiedades cuando se publicó la investigación conocida
como Panamá Papers. Bonadio se preguntaba si esa presencia era sólo una gestión o si estaba en representación de alguien. Ese alguien, obviamente, era Cristina Kirchner.
Pero el juez no se apuró. Una fuente judicial comentaba que era el tiempo que esperaban. "Pochetti habló mucho menos y sin embargo Bonadio homologó sus dichos
unos 20 días después. Lo de Manzanares es mucho más extenso", explicaba.
Formalmente, las decenas de hojas en las que se detalla el testimonio pasan a formar parte del expediente. Hasta hoy, esos dichos no podrían haber disparado ninguna medida judicial.
Pero eso cambió. Seguramente estos días habrá detenciones, indagatorias y allanamientos, entre otras decisiones que tomará el juez.
Varios viejos clientes de la causa volverán a tener que explicar algún detalle. Por caso, el exjuez Norberto Oyharbide. Manzanares detalló con mucho énfasis
las reuniones a la que fue convocado para realizar las pericias sobre el patrimonio de los Kirchner y que terminó poco tiempo después, con el sobreseimiento del juez.
Pero quizá la parte más importante sea la descripción que hizo respecto de cómo se generó dinero en blanco en la familia Kirchner. Desde la compra
de los hoteles hasta las negociaciones por los alquileres. Todo está detallado por el contador arrepentido. Hubo compromisos de aportar documental y, también, de acercar constancias contables de varios de los
implicados.
Recordó cómo empezó a ser uno más en el entorno de los Kichner a quién le hacía las declaraciones de impuestos "ad honorem". Un día,
en 2005, Muñoz, a quién ya conocía de antes, le pidió que le guarde algo y le ofreció trabajar con él. Le dio entre 10 y 15 bolsos llenos de dólares, alrededor de 25 millones,
según el contador. En ese momento, dijo, el hijo mayor del contador tenía cuatro años y el menor era un bebe. Los escondió en un entretecho, en su casa. Sabía que le ofrecían ingresar
a un negocio ilícito pero igual lo hizo. Y terminó preso.
© La Nación
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