sábado, 16 de marzo de 2019

Males heredados

Por Roberto García
Derivación matemática de la polaridad. Llegó: en la cercanía de Macri hablan de prisión si no logra la reelección. Carrió dijo que tenía el pijama listo (y el cepillo de dientes, se supone) si el juez Ramos Padilla decide encerrarla. Cristina, menos temerosa de su ventura por la garantía de los fueros, voló a La Habana pidiendo misericordia para su imputada hija, que no goza de ese beneficio protector y que ya estaba instalada en Cuba.

Fue a visitarla, junto a su nieta, alegando cuestiones de salud por una dificultad neuronal que a la heredera le afecta las piernas. Curioso: hace 15 días, cuando en esta columna se informó que Florencia estaba en la tierra de sus amores para realizar un documental de investigación castrista, sin límite de tiempo ni duración, no se hablaba de cuerpos vulnerables ni de un estrés aniquilador que podría impedirle subirse a un avión para volver y demorar cualquier citación judicial. Más bien, la estadía en ese refugio parecía vincularse a una falta de acuerdo de extradición entre la Argentina y Cuba. Si existiera, además, como se sabe, también sería difícil de ejecutar.

Escenas. Merece un párrafo el video de la ex mandataria con una entonación teatral propia de una alumna de Andrea del Boca, como Macri se formó con otro actor de telenovelas devenido en empresario; o Duhalde, en su momento, fue instruido inexplicablemente por Alberto Ure.

Desde la pantalla, en su monólogo de Juana de Arco, Cristina ofrece un canje: hagan lo que quieran con su cuerpo, pero no lastimen a su hija. Singular país: en todas partes, es habitual que los padres se ocupen de las travesuras de sus hijos, pero en esta sociedad los hijos se deben hacer cargo de las felonías de los padres. Si hasta Macri piensa escribir un libro explicando que la fortuna de su padre, Franco, no se construyó sobre negocios corruptos con el Estado.

Esta preocupación por el eventual destino tumbero de las grandes figuras políticas no es nuevo: sotto voce, oposición y oficialismo discuten hace muchos meses la evolución judicial de distintas causas, reprochando unos por la perversidad de los otros que habilitaron el enjuiciamiento y exposición, también el encarcelamiento, no solo de ex funcionarios y asociados sino también de sus hijos.

Sobran los ejemplos, gravísimos para ellos, de la afectada Florencia a los vástagos de Báez, incautos receptores de la capacidad ahorrativa de sus padres, jóvenes inocentes que debieron doblegarse ante la imposición paterna para heredar millones.

Según el kirchnerismo, los macristas han violado códigos no escritos, ciertos límites físicos que establece presuntamente la profesión política. Hasta invocan que durante sus mandatos casi ningún contrincante político tradicional terminó en una celda. Al revés de estos tiempos del ingeniero, quien para explicar su escasa destreza para operar en la Justicia se podría amparar en el típico hand off que caracteriza su vida: no tenemos nada que ver con la acción de los tribunales, no influimos ni nos metemos; por el contrario, somos víctimas del acecho de los magistrados, que hasta congelan o dilatan causas del Presidente y quedan suspendidas en el espacio aguardando un inquietante efecto retardatario.  

Cuesta imaginar en boca de una abogada el reclamo compasivo que demandó la viuda de Kirchner ante los tribunales –les pido que me ataquen a mí, no a Florencia–, una excepcionalidad como todo lo de ella, oculta en una presunta persecución para justificar que su hija prefiere exiliarse en el Caribe que permanecer enjuiciada o condenada en Buenos Aires. Ni piensa en nulidades o desvíos jurídicos, expresa un comprensible temor maternal: de ser cierto que la salud de su hija se trastorna por los trámites tribunalicios, como ella confiesa, no querrá imaginar otras consecuencias si los procesos culminan en castigos por haber firmado en documentos indebidos. Mejor entonces aprovechar las ventajas de la medicina cubana que, para ella, es de avanzada (como en otros años era superior la enseñanza de cine en Nueva York, adonde también la envió) y de los favores de un régimen que será generoso en asistir a una estrella política. Otra para incorporar al elenco populista sin distinguir que el hermano de un presidente, Silvio Frondizi, afín a la revolución, asesinado a fines de los 70, vivía sin ventajas como docente universitario en un austero departamento de Almagro mientras el afanoso secretario del matrimonio K, Daniel Muñoz, portador de agendas y bolsos, en unos pocos años almacenó moneda sobre moneda para reclutar más de l00 millones de dólares sin que sus distraídos patrones se dieran cuenta. Notable país.

Dura ley. Para demostrar la inoperancia del Gobierno sobre la Justicia podría señalarse un episodio de esta semana, la visita de Marcos Peña a la Corte Suprema, encuentro que tal vez se reitere cada 45 días. El jefe de Gabinete asistió obligado: la mayoría del cuerpo había exigido que solo él podía ser interlocutor con los cinco miembros, quienes habían bloqueado dialogar con otros emisarios. Ni tiempo hubo para hablar de fallos pasados o por venir en materia económica, una agitación presupuestaria que enloquece hasta al FMI, más bien se remitieron a la catástrofe financiera del Consejo de la Magistratura, que hoy carece de fondos hasta para comprar papel de impresión en los juzgados. La Corte superavitaria se negó a cualquier contribución; en cambio, aceptó integrar una comisión para revisar el agujero negro del instituto que controla a los jueces, protagonizando ese rol con su responsable administrativo, Héctor Marchi, el mismo que el Gobierno combatió y Elisa Carrió denunció para desplazarlo. No pudieron. También Macri, como la viajera Cristina, tropieza en los tribunales. Habrá que ver si, por razones de enfermedad, se suspenden las tareas. Más de uno amenaza en que todo será distinto después de las elecciones.

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