Por Manuel Vicent |
En el Discurso del método, el filósofo Descartes, afirma que al pensamiento se
llega a través de la duda metódica. Dudar equivale a pensar. Y a la vez el
pensamiento es la única prueba de que uno existe en realidad. Pienso, luego
existo.
Pero este discurso es pura falacia, porque hoy si dudas
estás muerto, ya que en la opinión pública ahora mandan los fulanos que están
siempre en lo cierto. El pensamiento dubitativo te lleva a emitir juicios
llenos de matices, lo que te convierte en un ser moderado, equidistante y
contradictorio, muy sospechoso.
Ya me contarás adónde vas con esa mochila si te dedicas a la
política o eres un líder de opinión. Cualquier juicio ponderado que emitas
provocará insultos y desprecio como si fueras un débil mental o tonto de baba.
Pese a que la duda lleva el oxígeno de la sangre hasta ese bulbo recóndito del
cerebro donde reside la doble cara de la verdad, no te servirá de nada. Deberás
hacer un esfuerzo sobrehumano para defender tus dudas como el último reducto de
la inteligencia.
En cambio, la certeza es señal de que la fe cargada de
emoción ha producido una obstrucción en algún punto del fluido del pensamiento,
lo que obliga a gritar desaforadamente para que la yugular siga bombeando
sangre al cerebro antes de que reviente como una palpitante babosa. Solo los
muy débiles están seguros de todo, porque hay que ser muy fuertes para no estar
seguros de nada.
©
El País (España)
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