El expresidente de
Brasil ya cumple una pena de 12 años
por cargos similares y se encuentra en
prisión desde abril.
Luiz Inácio Lula da Silva |
Brasil - El
expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva ha sido condenado este
miércoles a 12 años y 11 meses de cárcel por corrupción y blanqueo de dinero en
un segundo caso. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya cumple una
pena de 12 años por cargos similares en otro caso que también es parte de la
investigación Lava Jato.
Este macrocaso de corrupción y sobornos ha llevado a
decenas de políticos y empresarios latinoamericanos a la cárcel y ha sacudido
los cimientos de la política brasileña. Lula está encarcelado desde abril en la
prisión de Curitiba, en el estado de Paraná. La juez le ha condenado ahora por
haber recibido sobornos de empresas constructoras para el PT además de recibir
favores en forma de obras en una hacienda que frecuentaba. La condena es
recurrible.
Lula es condenado por haber recibido sobornos de
constructoras, incluida Odebrecht, para su partido y beneficiarse de las obras
de reforma que esas compañías hicieron en la finca Atibaia, en el interior de
São Paulo. Lula frecuentaba la propiedad que su dueño, un empresario amigo de
la familia, le cedió en 2010. La primera condena fue por unos hechos similares,
pero en un apartamento de playa ubicado en Guarujá (también en São Paulo).
La primera condena contra el izquierdista Lula, que presidió
Brasil de 2003 a 2010, frustró su última carrera electoral a la presidencia el
año pasado. Su descalificación cuando era el favorito en las encuestas supuso
un espaldarazo para el exmilitar ultraderechista Jair Bolsonaro, que encabezó a
partir de entonces los sondeos y acabó ganando los comicios. La condena supone
un mazazo para Lula, que aún está pendiente de que el Tribunal Supremo resuelva
su recurso por la primera condena.
El juez que impuso la primera condena a Lula, Sergio Moro,
convertido como instructor del caso Lava Jato en todo un símbolo de la lucha
contra la corrupción y para el PT en su primer inquisidor, es ahora el ministro
de Justicia del Gobierno de Bolsonaro.
Lula ha sido condenado ahora por la juez que ha sustituido
temporalmente a Moro al frente de este macrocausa que incluye infinidad de
casos. Gabriela Hardt considera probado que Lula era asiduo a Atibaia. “Por lo
tanto, siendo propietario o no del inmueble, es un hecho incontrovertido que se
realizaron reformas y se compraron objetos para atender intereses de Luiz
Inacio Lula da Silva y de su familia”, escribe Hardt en su fallo. Hardt
sostiene en su sentencia que “el condenado recibió una ventaja indebida como
consecuencia del cargo de presidente de la República, de quien se exige un
comportamiento ejemplar como mayor mandatario de la República”.
Junto al expresidente de Brasil, en este caso Atibaia son
condenadas otras 11 personas, incluidos los máximos responsables de la constructora
Odebrecht. Los implicados estaban acusados de garantizar a las constructoras
contratos con la petrolera estatal Petrobras por valor de 85 millones de reales
(20 millones de euros, 23 millones de dólares) a cambio de sobornos y de las
mencionadas reformas.
El caso Lava Jato ha causado un auténtico tsunami en la
política brasileña, sobre todo en el PT que lidera Lula incluso desde la
cárcel. Bolsonaro logró durante la campaña electoral convertir al PT en el
enemigo número uno de una buena parte del electorado como el gran símbolo de la
corrupción y el despilfarro. El PT se considera víctima de una persecución
política y de un doble rasero por unas prácticas que otros partidos también han
llevado a cabo.
Entre los factores que contribuyeron a la victoria electoral
destaca que, pese a llevar más de 30 años en la política, sobre todo como
diputado raso en Brasilia, ha logrado ser percibido por el electorado como uno
de los pocos políticos limpios del país.
Informe: EP
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