Por Gustavo González |
Les molesta
que tenga respuestas taxativas para todo, pero cuando le preguntan sobre Cristina Kirchner,
evita definirse sobre la cuestión de fondo: ¿Está negociando o piensa
negociar con el kirchnerismo algún tipo de alianza electoral?
Massa cree
que no puede responder abiertamente sobre eso, pero sí sobre preguntas que
nadie le realiza: “Hace 9 años que no hablo con ella”, “hay que
construir una nueva mayoría”, “hay que debatir los temas del futuro y no del
pasado”, “se necesita un candidato que le gane a Macri”,
etcétera.
Los
periodistas que lo entrevistan se molestan y se lo hacen saber, y él vuelve a
responder sobre nada.
Pero hay un
mal entendido.
Los colegas
creen que el candidato se niega a contarles sus verdaderos planes; y Massa
cree que está usando la filosofía sciolista de
la evasión sin fin para no definirse por ahora frente a los votantes.
Se equivocan
ambos.
La verdad es
que Massa sí les está contestando lo que piensa hacer y los votantes se dan
cuenta de que negarse a responder que no negociará con el kirchnerismo es
responder que ya lo está haciendo. O que está preparando las bases para
hacerlo.
Puede que a
muchos no les guste lo que el líder del Frente Renovador acaba
de decidir, pero él es transparente en su plan.
El
plan. Es el que le
propuso el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí,
que en 2017 asesoró a Cristina en las elecciones de la provincia de Buenos
Aires. Contempla el siguiente análisis:
• Entiende
que el 70% del electorado es crítico de la gestión de Macri.
• Asume
que un tercio de los votantes hoy elegiría a Cristina.
• Pero,
según sus estudios cualitativos, una parte de ese tercio (¿10 puntos?) expresa
una respuesta impulsiva que representaría más un enojo con el Gobierno que un
voto definido por la ex presidenta.
• Sus
encuestas muestran a Massa con un piso de 10 puntos y una supuesta tendencia
creciente que en la semana que pasó alcanzaría los 12 puntos.
Con ese
panorama, el tigrense entendió que si quiere tener chances de llegar a la
presidencia debe ir por aquel 70% que se siente defraudado por el Gobierno. Y
su primera misión es correrse de la estrategia anterior de la “avenida del
medio”, pasar de la moderación a la crítica dura y quitarle al
kirchnerismo una parte del votante anti Macri. De allí que desde hace
semanas sus únicas respuestas taxativas son sobre el oficialismo, y todas son
opiniones negativas.
No es el
relato que le sale naturalmente. El anterior es más parecido a lo que de verdad
siente: algo más contemplativo con el oficialismo de lo que expresa en público
y más duro con el kirchnerismo de lo que ahora puede decir. Pero se
volvió un alumno disciplinado de una estrategia electoral y reconoce que se
siente confiado y contenido por su asesor catalán. Seguirá diciendo lo que
sea necesario para ganar.
Su objetivo
es llegar al 15% de intención de voto en dos meses y ser el
tercero mejor posicionado en los sondeos, detrás del Presidente y la ex
presidenta. Cree que de eso dependerá su poder de negociación con el
kirchnerismo.
No lo dice
así, pero lo que Massa propondría es: “O me apoyan a mí, o perdemos todos,
en especial Cristina”.
Negociar con
ella. Los que estiman conocerla bien, y tanto Massa como Gutiérrez-Rubí se
cuentan entre ellos, explican que ella es más racional de lo que muchos
piensan. Y que puede tener un toque de Hubris, pero que sabe que el peor
escenario para ella es Macri reelecto. Con cuatro años más de lo mismo, se
imagina dentro de una prisión. Y teme estar acompañada por su hija.
Le
mostrarían a Cristina las encuestas que indican que su alta imagen negativa la
haría perder en un escenario de ballottage con Macri. Están convencidos de que
ella no se arriesgaría a esa derrota y que aceptaría dar un paso al costado
para negociar con un peronista algún tipo de salvoconducto.
No es que
pueda confiar demasiado en nadie, pero es cierto que con Macri ya probó que no
hay posibilidad de negociar nada.
Massa supone
que en la medida en que llegue con más intención de voto a esa negociación, más
clara será la rendición de su ex jefa. En caso contrario, ella podría imponer
mejores condiciones.
El massismo
lo ejemplifica con Kicillof, uno
de los candidatos preferidos de CFK para la gobernación bonaerense. Un Massa
fortalecido por las encuestas no se lo permitiría. Uno debilitado, quizás sí.
Hoy por hoy,
él estaría dispuesto a todo para quedarse con la Casa Rosada. En su entorno
hasta imaginan, de ser necesario, futuros cargos de relevancia para la ex
presidenta y para sus dirigentes más cercanos.
La guerrra
por 1/3. El
hecho de que la principal hipótesis a la que apunta la estrategia massista sea
el retiro de Cristina de la carrera electoral, indica que todo sería más
complicado si ella no lo hace.
Porque si
Massa debiera lidiar a la vez contra ella y Macri, entonces no solo tendría que
convencer a la mayor parte de aquel 70% desilusionado con el Gobierno de que es
el mejor opositor. Dentro de ese porcentaje deberá convencer también a una
porción del voto cristinista.
El problema
es que se trata de dos electorados distintos: dentro de esa supuesta mayoría
anti Macri, hay un porcentaje que también es decididamente anti K. Su
desafío será construir un relato antimacrista y anticristinista que resulte
claro para conquistar 1/3 del electorado en la primera vuelta y ser uno de los
que acceda al ballottage.
Ese es su
peor escenario. Claro que, si logra enfrentar en la segunda vuelta a Macri, ahí
sí tendrá la posibilidad de sumar al resto de los votos opositores, teniendo él
una imagen negativa más baja que la de Cristina.
Pero antes
de todo eso, primero deberá enfrentarse con otros colegas de su espacio,
como Urtubey y Pichetto, y
ver qué hará finalmente Roberto Lavagna.
Cerca de
Massa, afirman que durante una reunión que mantuvieron el 27 de diciembre en la
casa del ex ministro, este le prometió que no se presentaría. Por eso le
asignan el lugar de referente para un hipotético Pacto de la Moncloa argentino.
Alquimia. Pero aun superando los obstáculos de su
propia interna y consiguiendo convencer a Cristina de las bondades de no
competir, todavía le falta ganarle a Macri.
Si es verdad
que el 70% de la población está desilusionado con Macri y si también es cierto
que, aun así, Macri igual le ganaría a Cristina en un ballottage, eso
indicaría que la mayoría seguiría viendo a Macri como el mal menor.
Entonces, si
el objetivo de Massa es negociar con ella para que se baje, incorporando de
alguna forma al kirchnerismo en la campaña; el peligro es “comprar”
también la imagen negativa que persigue a Cristina.
Habiendo
además sido jefe de Gabinete de la ex presidenta, no le costaría demasiado al
Gobierno mostrarlo como su candidato encubierto.
Es un riesgo
que los estrategas conocen y están dispuestos a correr. Tampoco tienen
demasiadas alternativas.
Deben lograr
dos cosas:
1) Presentarlo
como un férreo opositor del presente.
2) Esconder
cuanto puedan que en sus entrañas no lleva el huevo de la serpiente de un
pasado al que una mayoría no estaría dispuesta a regresar.
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Perfil.com
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