El papa Francisco
inauguró la cumbre de obispos y dijo
que “debemos discutir sinceramente cómo
enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y la Humanidad".
El papa Francisco inauguró el encuentro mundial sobre la protección de menores, que se extenderá hasta el domingo. (Foto/AP) |
Mundo - "El
pueblo santo de Dios nos mira y nos espera no con simples y obvias condenas,
sino con medidas concretas y efectivas. Hacen falta concreciones", dijo este
jueves el Papa Francisco en el Vaticano, en el comienzo de una histórica cumbre
sobre pedofilia bajo su guía.
La reunión bautizada "La Protección de los Menores en
la Iglesia" se celebra hasta el domingo en el aula nueva del Sínodo.
Participan los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Iglesia
Católica, los jefes de las Iglesias Orientales Católicas, los representantes de
la Unión de los Superiores Generales y de la Unión Internacional de las
Superioras Generales, miembros de la Curia Romana y del Consejo de Cardenales.
"Que María nos ilumine para buscar curar las graves
heridas que el escándalo de la pedofilia causó ya sea en los pequeños como en
los creyentes", agregó el pontífice. Francisco exigió a los obispos
"concreciones" en la toma de decisiones "ante el flagelo del
abuso sexual por parte de hombres de la Iglesia contra menores".
"Pensé en pedirles a ustedes, patriarcas, cardenales,
arzobispos, obispos, superiores religiosos y líderes, que juntos escuchemos al
Espíritu Santo y con docilidad bajo su guía escuchemos el grito de los pequeños
pidiendo justicia", sostuvo.
El Papa invitó además a los religiosos a transformar
"este mal en una oportunidad de conciencia y purificación".
"Cae en nuestro encuentro el peso de la responsabilidad
pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal,
sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y la
Humanidad", concluyó Francisco.
El pontífice fue el primero en dar el ejemplo, distribuyendo
como líneas guía para el trabajo de estos cuatro días un listado de 21
propuestas alcanzadas por las distintas Comisiones y Conferencias Episcopales.
Van desde la elaboración de un "vademécum práctico
sobre los pasos a cumplir" por parte de las autoridades, hasta las
"estructuras de escucha" para víctimas por parte de personal
especializado; de los criterios de involucramiento del obispo o el superior
religioso a la información de las autoridades civiles y eclesiásticas.
Desde "establecer protocolos específicos de las
acusaciones contra los obispos", a "acompañar, proteger y cuidar de
las víctimas, ofreciéndoles todo para el apoyo necesario en una completa
curación"; desde "efectuar para los candidatos al sacerdocio y a la
vida consagrada una evaluación psicológica por parte de expertos calificados y
acreditados" hasta "elevar la edad mínima para el matrimonio hasta
los 16 años".
El último punto implicaría una reforma al derecho canónico
que prevé la edad mínima de 14 años para para desposarse en las mujeres, un
dato importante en ciertos países para calificar el abuso sexual como tal. Se
considera asimismo "formular códigos de conducta obligatorios para todos
los clérigos, religiosos, personal de servicio y voluntarios" e instituir
"en los lugares donde todavía no se hizo, un organismo de fácil acceso
para las víctimas que quieran denunciar eventuales delitos".
En la jornada de apertura se trató el tema
"Responsabilidades", mientras que en las próximas se hablará sobre
"Rendir cuentas" y "Transparencia", entre otros puntos
clave.
Se pudieron escuchar cinco dramáticos testimonios de víctimas
de distintos continentes, mientras que otras víctimas participaron en los
trabajos hasta el final de la jornada. Luego del Papa intervino como orador en
primer lugar el cardenal de Manila, Antonio Tagle que dijo: "La falta de
respuestas de nuestra parte al sufrimiento de las víctimas, hasta el punto de
rechazarlas y cubrir el escándalo con el fin de proteger a los abusadores y la
institución, laceró a nuestra gente, dejando una profunda herida en nuestra
relación con aquellos a quienes fuimos enviados para servirles".
"El olor de las ovejas: conocer su dolor y curar sus
heridas es el corazón de la tarea del pastor", expuso, comparando
conmovido el dolor de las víctimas con "las heridas de Cristo".
Por su parte el arzobispo de Malta y secretario adjunto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Charles J. Scicluna,
afirmó: "La comunidad de fe confiada a nuestra tutela debe saber que
hablamos en serio. Deben conocernos como paladines de su seguridad y la de sus
hijos y jóvenes. Los protegeremos a toda costa. Daremos nuestra vida por los
rebaños que nos fueron confiados".
Scicluna es uno de los mayores expertos de la Santa Sede en
el campo de las investigaciones y el juicio a los abusos sexuales perpetrados
por religiosos.
El tercero y último orador central de la apertura de
trabajos fue el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente
del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
"El hecho de que se produzcan abusos en otras
instituciones y grupos no justifica nunca la presencia de abusos en la Iglesia,
porque contradice la esencia misma de la comunidad eclesial y constituye un
monstruoso desafío del ministerio sacerdotal que, por su propia naturaleza,
debe buscar el bien de las almas como su fin supremo", dijo Salazar Gómez.
"No hay ninguna justificación posible para no
denunciar, para no desenmascarar, para no afrontar con coraje y firmeza
cualquier abuso que se presente dentro de nuestra Iglesia", ratificó el
religioso colombiano.
Informe: ANSA
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