Un columnista del
diario La Nación recuerda al poeta
salteño
Jacobo Regen (Foto/Silvia Katz) |
Por Daniel Gigena
Hace una semana, murió en Salta Jacobo Regen, uno de los
grandes, y de los grandes poco conocidos, poetas argentinos. Con humor, se
definía a sí mismo como el "único coya judío". En los medios
nacionales, las noticias que llegan desde esa provincia suelen estar
protagonizadas por políticos de ideas que se ubican en el vértice de la
coyuntura y el oportunismo.
Al leer o escuchar sus declaraciones, se tiene la
impresión de asistir a una ampliación por vía oral del Diccionario del argentino exquisito, de Adolfo Bioy Casares. Los
lectores de esa obra saben que Bioy Casares se ocupaba en forma satírica de la
lengua particular de algunos personajes públicos. "El mundo atribuye sus
infortunios (¿me aparto del tema?) a las conspiraciones y maquinaciones de grandes
malvados. Entiendo que subestima la estupidez", escribió en el prólogo.
Pero no nos apartemos del tema. Si bien Regen era judío, la
religión en su poesía aparece vinculada, como sucede en las obras de otros
escritores salteños, con la tierra de pertenencia, la contemplación y la
recreación del paisaje en una poética a la vez sombría y vital. La tierra,
precisamente, es uno de los motivos centrales de su escritura. Como elemento,
lugar de origen y, se sabe, tras la muerte, lugar de destino, la tierra se vuelve
un núcleo metafórico esencial. Uno de sus libros, quizás el que recomendaría
ahora para empezar a desandar el camino de su poesía, se titula El vendedor de tierra y el poema
homónimo dice así:
Vuelve del horizonte
cargando tierra negra
en sus espaldas.
Cuando llega lo
aplauden los jardines
y se emociona el agua.
Y yo le compro tierra,
y algún día
me tendrá que vender
toda la carga.
"Toda palabra de Jacobo Regen está medida, pero
pertenece -como decía Raúl Gustavo Aguirre-, 'a una geografía ancestral, donde
sujeto y objeto prescinden de sus límites' -dice el poeta y editor Alejo
González Prandi-. Nada sobra en sus poemas. Expresan una dimensión poética
precisa e irónica. Su universo compone, a su vez, un ritmo donde el silencio se
eleva por sobre todo, mientras que marca los tiempos de cada elemento. Siempre,
en cada uno de sus poemas, se impone la emoción y la idea de aquello que no fue
nombrado, pero que está presente y dice lo que calla. A su forma, Regen creó
una obra altamente singular, única, contemporánea a la de sus comprovincianos Manuel
J. Castilla o Walter Adet. Su voz talla una palabra que ahonda, perfora,
inquiere en la profundidad del paisaje y la emoción".
Desde 1995, la revista de poesía El Vendedor de Tierra y,
desde 2018, la editorial artesanal que González Prandi coordina representan
homenajes a la poesía de Regen."Nunca dejó de buscar el otro lado de lo
visible, la otra realidad del silencio", agrega el poeta y editor. En
2014, Regen recibió el premio Rosa de Cobre, otorgado por la Biblioteca
Nacional Mariano Moreno.
Místico, sentencioso de una manera campechana e incisivo,
Regen fue (según la definición de la crítica Zulma Palermo) "un buscador
incansable del secreto de la palabra". Como muchos otros escritores,
trabajó como corrector de pruebas en editoriales y diarios. Publicó pocos
libros y los que publicó fueron corregidos de manera obsesiva por el autor. Es
probable que, con el tiempo, el trabajo con la escritura ajena se transformó
(en su caso) en una escuela de humildad y, a la vez, en un pretexto para la
ironía. Los que lo conocieron recuerdan, además de las casas modestas en que
Regen vivía, pobladas de torres de libros en los cuartos, su voz profunda
aplicada a la ternura y la mordacidad.
Algunos testimonios de los que lo conocieron y estudiaron su
obra poética se podrán ver y escuchar cuando se estrene el documental Alas, del escritor, docente y cineasta
tucumano Fabián Soberón. La película estaba en pleno proceso de posproducción
cuando se conoció la noticia de la muerte de Regen. De hecho, fue Fabián el
que, desde Tucumán, me avisó de la muerte del poeta.
Regen había nacido el 5 de enero de 1935 en Campo Quijano,
apenas pasada la medianoche. Casi a la misma hora, el 9 de enero pasado se fue,
silencioso y solitario, de esta tierra. Ojalá la Editorial de la Universidad
Nacional de Salta le rinda homenaje con una edición de su obra completa. Viejos
y nuevos lectores de Regen necesitamos estar cerca del horizonte de su poesía.
© La Nación
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