Por Giselle Rumeau |
Quieren además un programa de Gobierno y un pacto de gobernabilidad con el
peronismo blando.
Salvo escasas excepciones, las opiniones son coincidentes en
el radicalismo a la hora de hablar de su alianza con el PRO. El partido no
tenía más remedio en 2015 que cerrar ese acuerdo para sobrevivir, dicen sus
principales dirigentes. Sus electores habían cambiado la boina blanca por los
globos amarillos y esa sangría también se estaba trasladando a los caciques
provinciales que, desesperados ante la posibilidad de perder en sus terruños,
comenzaron a cerrar pactos locales con el macrismo. La UCR estaba atrapada en
su propio laberinto: tenía la estructura partidaria, es decir la militancia y
la caja política que generaban los casi 500 intendentes radicales en todo el
país, pero les faltaba un líder natural, un candidato presidencial bien
posicionado que pudiera encolumnar a todo un partido con permanente vocación
por el internismo.
En términos de apuesta de poder, la decisión fue acertada:
mantuvieron a los intendentes, sumaron más legisladores en el Congreso y
gobernadores en el mapa nacional. Así las cosas, en 2015 alcanzaba tan solo con
una alianza electoral. Pero ahora es distinto, advierten. De cara a octubre,
los radicales quieren discutir la arquitectura del Gobierno que viene, para el
caso en que el triunfo sea oficialista. Aunque el nuevo reclamo también incluya
razones de supervivencia: si Cambiemos no supera la crisis y fracasa, el
radicalismo estará perdido. "Ya fracasamos dos veces. No queremos fracasar
una tercera sin tener la responsabilidad", le dice a 3Días un conspicuo dirigente que prefiere moverse en silencio.
Los voceros juran y perjuran que no se trata de un problema
de repartija de cargos o de poder, sino de funcionamiento. Además de discutir
las eventuales candidaturas, la UCR pretende más espacio en la toma de
decisiones. Según el razonamiento, el partido le dio la derecha a Macri en su
primer gobierno pero las cosas no salieron como se esperaba y el diagnóstico
radical -recuerdan- se mostró en lo cierto: los problemas eran más graves de lo
que el PRO creía, y ahora se van a necesitar muchas capacidades y habilidades
para enfrentarlos.
El planteo estará hoy en la mesa cuando el presidente
Mauricio Macri reciba en la residencia del exclusivo barrio Cumelén, en Villa
La Angostura -donde pasa sus vacaciones- a los gobernadores radicales Alfredo
Cornejo (Mendoza) y Gerardo Morales (Jujuy), máximas representantes de la
cúpula partidaria, junto con el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez
Larreta. La posibilidad de unificar los comicios en esos distritos con la
elección general, tal como pretende Macri para traccionar votos, también será
prenda de negociación; hasta ahora, Mendoza y Jujuy habían avanzado en la
posibilidad de desdoblar sus calendarios.
"Cambiemos es hoy una coalición de gobierno. Queremos
ser un gobierno de coalición. Que la dirección estratégica de la política se
discuta dentro del máximo nivel de la alianza", dice otro de los
dirigentes consultados.
El propio Cornejo lo confirma, de manera políticamente
correcta, en un reportaje con 3Días (ver página 5). "El crecimiento de
Cambiemos deberá implicar necesariamente un crecimiento de la UCR", dice.
Los reclamos radicales tienen básicamente cuatro pilares:
- Elaboración de una
plataforma de gobierno y programa de gestión: según Cornejo, el plan debe tener
eje en la protección de la clase media y de los pequeños y medianos
empresarios, por ser el motor del desarrollo de la economía del país. Lo que
pide la UCR es que -de haber un triunfo oficialista- la próxima administración
sea el resultado de la implementación de políticas definidas y explicitadas en
un programa. Los consultados sostienen que esta discusión de programas es lo
que llevaron adelante con éxito otras experiencias como la concertación chilena
o el Frente Amplio uruguayo.
- Mayor espacio en la
toma de decisiones: los radicales reclaman un mejor y más eficaz funcionamiento
de la coalición en términos políticos. Que las decisiones clave sobre el futuro
del país no las tome sólo Macri en una mesa chica del PRO o en reuniones
bilaterales y aisladas con sus ministros.
- Jerarquizar al
Gabinete: creen que con el último cambio de ministros realizados en plena
crisis el año pasado se logró lo contrario. Y pretenden que el próximo equipo
tenga figuras políticas de peso. "Macri ha evitado generar actores de
relevancia internos que le compitan, pero eso termino en un armado ineficiente
de ministros descoordinados, que conspiró contra de la eficacia de la gestión,
malgastó el dinero, e hizo fracasar al gradualismo, que necesitaba de una fina
y experimentada conducción", remarca el mismo dirigente.
- Acuerdo de largo
plazo con el peronismo presentable: la idea de gobernabilidad que tiene la UCR
necesita de un acuerdo de largo plazo con la oposición leal, para lograr
sustentabilidad y credibilidad, teniendo en cuenta que se vienen grandes
reformas como la previsional, laboral y federal. Pero antes de hacer ese pacto
externo, hay que renovar el pacto interno, insisten.
En definitiva aseguran los consultados- lo que está en juego
acá es la vocación de ser una fuerza transformadora de la Argentina o la
decisión de perdurar, tal como suele ironizar el economista del PRO, Carlos
Melconián.
© 3Días
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