Por Sergio Sinay (*)
Con la capacidad de simbolizar, la especie humana efectuó un
salto cuántico en su proceso evolutivo, diferenciándose de manera definitiva de
las demás especies, con las que biológicamente comparte mucho.
Las primitivas
pinturas rupestres y las tablillas de cerámica en las que apareció la escritura
cuneiforme son algunos de los primeros testimonios de esa capacidad, que se
plasma en el arte, en la literatura, en la poesía, en la interpretación de los
sueños y en diversas experiencias de la comunicación y la creatividad humana.
Un símbolo expresa algo no racional, indescriptible en el
lenguaje cotidiano y ordinario, va más allá de lo tridimensional y revela cómo
la mente se abre a dimensiones complejas lejanas de lo obvio y tangible. Así lo
explica el psicoanalista francés Eugene Pascal, autoridad en el pensamiento de
Carl Jung (quien a su vez se internó profundamente en la comprensión de la
función simbólica). Sin la capacidad de simbolizar viviríamos en una realidad
plana, de un racionalismo agobiante, repetitivos y aburridos. El racionalista
unilateral, dice Pascal, está desafortunadamente separado de corrientes
profundas de la vida, por donde fluye lo inconsciente y lo arquetípico. Pierde
mucho de la riqueza que ofrece el inconsciente colectivo a quienes pueden
captar metáforas, alegorías, parábolas.
Cuando el presidente Macri expresa su estupefacción al no
comprender por qué le critican el haber tomado vacaciones, permite la sospecha
sobre su pobre capacidad de simbolización. Porque la crítica no alude al período
de descanso en sí, sino al valor simbólico del momento, el lugar, la modalidad,
la comunicación y la exhibición de imágenes de esas vacaciones. No se trata del
descanso, no. Solo que muchísimos de ellos no pueden hacerlo, aunque quieran,
otros se encuentran con descansos forzados, debido a despidos o suspensiones en
su trabajo, y muchos, que sí se toman un recreo, transcurren esos días con
angustia, preguntándose qué les espera al volver y cuánto peor podrá ser este
año respecto del anterior. Preguntas en cuya génesis la gestión del gobierno
tiene una gran responsabilidad.
Para decirlo con otras palabras, quienes lo critican
simbolizan. Porque ven y entienden aquello que ni él ni sus asesores
comunicacionales, políticos y filosóficos ni los intelectuales cortesanos
captan. Que hay siempre un “qué” y un “cómo”. El “qué” es lo plano, lo
evidente, lo obvio. El “cómo” es la transformación de lo obvio en símbolos que
se abren a la interpretación, ese formidable atributo humano.
La comprensión de lo simbólico es una poderosa herramienta
no solo artística, no solo psicoterapéutica, sino también política. “Sangre,
sudor y lágrimas” en boca de Churchill no era una promesa literal, era
extraordinariamente simbólica y movilizó a un pueblo que entendió el símbolo. Cuando
Mandela, como presidente, promovió y logró el apoyo de la población negra a los
Springboks, la selección sudafricana de rugby que representaba el apartheid,
realizó una magnífica acción simbólica en la búsqueda de la reconciliación.
Quienes gobiernan y tienen capacidad de simbolizar pueden crear y sostener
visiones convocantes, pueden afirmar, aun en los peores tiempos, la esperanza
de que hay un futuro y de que este es colectivo. En boca de estadistas así la
palabra “juntos” adquiere dimensión de símbolo, está henchida de contenido. En
quienes carecen de esa capacidad es un sonido vacío, no dice nada, aunque se
repita mil veces en Instagram, en avisos de YouTube, en Facebook o en desvaídos
mensajes grabados para la televisión.
No solo la sensibilidad para comprender lo simbólico es
importante siempre, y más aún cuando se gobierna. También lo es la empatía.
Decir que el de presidente “es el peor trabajo del mundo” (cuando además se
tiene a la reelección como proyecto excluyente) es un poquito irrespetuoso
hacia tantas personas con trabajos insalubres (hacia los cuales viajan mal y
mucho cada día), precarios, mal pagos o, directamente, sin trabajo. ¿Se cambiaría el Presidente por ellas?
(*) Periodista y escritor
© Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario