A los 84 años, el
poeta salteño falleció en la madrugada
de este miércoles. Fue uno de los
grandes referentes
de la Generación del ’60.
Jacobo Regen |
Por Nelson Francisco
Muloni
“Quiero un final feliz
para esta hazaña”, habría dicho Jacobo Regen de saber que su canción viene
perdurando desde mucho antes que emprendiera el vuelo de su ángel. Su hazaña,
la de su palabra, tiene su final feliz, entonces, aunque hoy la tragedia de su
partida nos enlute la sangre.
Pero esa tragedia, la de su vuelo, sólo ha de expandir el
verbo del poeta, más allá de los lindes de la muerte:
¿Por qué –me digo
ahora-,
por qué llega el amor
cuando la rosa
sus cenizas esparce al
firmamento?
Cuando se corporiza en
el delirio
lo que vimos pasar
como una sombra,
ebrios de nuestra
muerte.
Regen fue un hombre extraño en el paisaje de Salta.
Puntilloso hacedor de palabras, caminaba de norte a sur y de sur a norte de su
ciudad para encontrarse con los amigos y con el verso. Las viejas calles
parecían esperar sus andares a sabiendas que el ángel volvería con la saciedad
de los poemas.
Corregía con el deleite del orfebre cada creación amiga, y
con la rigurosidad de la sabiduría, las pruebas en los diarios. Con ese mismo
deleite y esa misma sabiduría, tuvo a su cuidado la edición final de un libro
fundamental de las letras salteñas: Poesía
de Salta – Generación del ’60, del que fue partícipe junto a Miguel Ángel
Pérez, Holver Martpinez Borelli, Walter Adet, Carlos Hugo Aparicio, Luis
Andolfi, Teresa Leonardi Herran, Benjamín Toro, Santiago Sylvester, Hugo
Roberto Ovalle, Leopoldo Castilla y Juan Ahuerma.
Su voz, a veces grave, a veces de tonos normales, lanzaba tenues
ironías que desorientaban a sus interlocutores derivando, luego, en serenas
discusiones sobre el intimismo de la poesía, el paisajismo, la obra de César
Vallejo (al que admiraba) o el poemario trágico de Miguel Hernández.
Regen eligió su camino. Siempre. Bonachón en las charlas,
pero severo ante las claudicaciones estéticas y sin compromiso de “burgueses
apoetisados y flautistas de palabras huecas”, como diría Walter Adet.
Como muchos de los de su generación, Jacobo Regen se encerró
en el silencio y nunca más volvió por esas calles que, seguramente, hoy le
producirían nostalgias. El silencio y sus alas fueron sus compañeros. Y se fue,
dejando siempre el brillo de sus versos, un sendero “en los lindes de la tierra/donde sin causa ni razón me pierdo,/donde
ya ni conmigo me he quedado”.
Jacobo Regen nació en Salta, el 5 de enero de 1935. Había publicado, entre otros poemarios, Canción del ángel y Umbroso mundo.
Umbroso mundo - Poema
de Jacobo Regen
Umboso mundo,
seguiremos siempre
poblando de fantasmas
verdaderos
tus países ausentes.
Así, lejos de todo,
crecerá en el olvido
un árbol verde
a cuya sombra vamos a
dormirnos
hasta que alguna vez
el sueño nos despierte.
© Agensur.info
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