Jair Bolsonaro asumió
como presidente y prometió luchar contra “el yugo de la corrupción, la
criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica".
Jair Bolsonaro asumió este martes como presidente de Brasil y prometió liberar al país de "la mayor crisis ética y moral de su historia". (Foto/AFP) |
Brasil - El
presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, prometió este martes en su discurso de
investidura liberar al país de los males que a sus ojos lo sumieron en "la
mayor crisis ética y moral de su historia".
"Convoco a cada uno de los congresistas a ayudarme en
la misión de restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola
definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad
económica y la sumisión ideológica", proclamó ante el Congreso el exmilitar
convertido en el 38º presidente de la mayor potencia latinoamericana.
Bolsonaro propuso un "pacto nacional entre la sociedad
y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial" para cumplir con un
programa conservador en lo social, y liberal en lo económico.
"Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución
brasileña" y "observar las leyes, por el bien del pueblo
brasileño", prometió el nuevo presidente de Brasil Jair Bolsonaro, quien
tiró una de sus frases polémicas en el breve discurso, el primero de dos que
dará durante la larga ceremonia de asunción. "Prometo combatir la
ideología de género conservando nuestros valores", dijo, a contramano de
la tendencia no solo regional sino mundial de convivencia y libre elección de
las tendencias personales
"Pretendemos, sí, cambiar el destino de Brasil, pero
para eso necesitamos seguir teniendo su imprescindible apoyo", afirmó
Bolsonaro, quien agradeció "a Dios por estar vivo", refiriéndose a la
puñalada que recibió en septiembre durante la campaña.
"Brasil volverá a ser un país libre de amarras
ideológicas", sentenció.
La ceremonia se realizó en el hemiciclo del Senado y asistieron los presidentes de de Bolivia, Evo
Morales; Chile, Sebastián Piñera; Honduras, Juan Orlando Hernández; Paraguay,
Mario Abdo Benítez; Perú, Martín Vizcarra; y Uruguay, Tabaré Vázquez. Por la
Argentina, dio el presente el canciller Jorge Faurie, ya que Mauricio Macri se
encuentra descansando en el sur de la Argentina.
Acompañado por su esposa Michelle y escoltado por una
guardia montada, el excapitán del ejército, de 63 años, llegó al Congreso,
aclamado por una multitud que pudio acceder al lugar en medio de estrictas
medidas de seguridad.
A sus 63 años, este exparacaidista de ultra derecha,
nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos
misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia
latinoamericana, de 209 millones de habitantes.
Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber
obtenido en octubre más de 57 millones de votos (55%) al derrotar al
izquierdista Fernando Haddad, presentándose como un salvador en un país agotado
por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.
Tras el fin de las formalidades, el flamante jefe de Estado
pronunció su primer discurso oficial, en el que desde lo económico prometió
ajustar las cuentas públicas y reformas del sistema financiero. Asimismo, en lo
social, aseguró mano dura contra la delincuencia y "combatir la ideología
de género".
Bolsonaro, 38º mandatario desde la proclamación de la
República en 1889, llegó al lugar en un Rolls Royce descapotable, junto a su
esposa Michelle y escoltado por una guardia montada.
La comitiva avanzó por la Explanada de los Ministerios,
aclamada por una multitud que pudo acceder al lugar en medio de estrictas
medidas de seguridad.
Antes de iniciar la procesión, Bolsonaro ratificó su promesa
de "cambiar el destino de Brasil", en un video colgado en Twitter.
"Pretendemos, sí, cambiar el destino de Brasil, pero
para eso necesitamos seguir teniendo su imprescindible apoyo", afirmó.
Agradeció además "a Dios por estar vivo", en referencia a la puñalada
que recibió en septiembre durante un mitin de campaña.
El excapitán del Ejército y diputado durante casi tres
décadas asumió con una agenda de mano dura y conservadora en lo social y
liberal en lo económico.
El exparacaidista, nostálgico de la dictadura militar
(1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos,
asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de
habitantes.
Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber
obtenido 57,8 millones de votos (55%) presentándose como un salvador en un país
agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.
La capital política de Brasil amaneció virtualmente sitiada
por un monumental operativo de seguridad que incluye fuertes restricciones para
ingresar a la Explanada de los Ministerios, incluso para la prensa, y
francotiradores apostados en los techos de los edificios públicos que bordean
el centro de la ciudad diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer.
Con argumentos de campaña en defensa de la tortura y de reivindicación
de la dictadura militar, Bolsonaro fue elegido en segunda vuelta con el 55% de
los votos y se ha transformado en un fenómeno que supo aglutinar a los
descontentos con la política tradicional, a los rivales del izquierdista
Partido de los Trabajadores (PT), a parte de los referentes de la Operación
Lava Jato y a quienes aún reivindican a la dictadura militar que gobernó el
país entre 1964 y 1985.
Su gabinete tendrá 22 ministerios, entre ellos cinco
ministros de origen militar, mucho más que en los gobiernos de los dictadores
Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo.
Informe: El Comercio
(Perú), Perfil.com, Agensur.info y agencias
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