martes, 1 de enero de 2019

«BRASIL VOLVERÁ A SER UN PAÍS LIBRE DE AMARRAS IDEOLÓGICAS»

Jair Bolsonaro asumió como presidente y prometió luchar contra “el yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica".

Jair Bolsonaro asumió este martes como presidente de Brasil y prometió liberar
al país de "la mayor crisis ética y moral de su historia". (Foto/AFP)
Brasil - El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, prometió este martes en su discurso de investidura liberar al país de los males que a sus ojos lo sumieron en "la mayor crisis ética y moral de su historia".

"Convoco a cada uno de los congresistas a ayudarme en la misión de restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica", proclamó ante el Congreso el exmilitar convertido en el 38º presidente de la mayor potencia latinoamericana.

Bolsonaro propuso un "pacto nacional entre la sociedad y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial" para cumplir con un programa conservador en lo social, y liberal en lo económico.

"Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución brasileña" y "observar las leyes, por el bien del pueblo brasileño", prometió el nuevo presidente de Brasil Jair Bolsonaro, quien tiró una de sus frases polémicas en el breve discurso, el primero de dos que dará durante la larga ceremonia de asunción. "Prometo combatir la ideología de género conservando nuestros valores", dijo, a contramano de la tendencia no solo regional sino mundial de convivencia y libre elección de las tendencias personales

"Pretendemos, sí, cambiar el destino de Brasil, pero para eso necesitamos seguir teniendo su imprescindible apoyo", afirmó Bolsonaro, quien agradeció "a Dios por estar vivo", refiriéndose a la puñalada que recibió en septiembre durante la campaña.

"Brasil volverá a ser un país libre de amarras ideológicas", sentenció.

La ceremonia se realizó en el hemiciclo del Senado y  asistieron los presidentes de de Bolivia, Evo Morales; Chile, Sebastián Piñera; Honduras, Juan Orlando Hernández; Paraguay, Mario Abdo Benítez; Perú, Martín Vizcarra; y Uruguay, Tabaré Vázquez. Por la Argentina, dio el presente el canciller Jorge Faurie, ya que Mauricio Macri se encuentra descansando en el sur de la Argentina.

Acompañado por su esposa Michelle y escoltado por una guardia montada, el excapitán del ejército, de 63 años, llegó al Congreso, aclamado por una multitud que pudio acceder al lugar en medio de estrictas medidas de seguridad.


A sus 63 años, este exparacaidista de ultra derecha, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.

Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber obtenido en octubre más de 57 millones de votos (55%) al derrotar al izquierdista Fernando Haddad, presentándose como un salvador en un país agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.

Tras el fin de las formalidades, el flamante jefe de Estado pronunció su primer discurso oficial, en el que desde lo económico prometió ajustar las cuentas públicas y reformas del sistema financiero. Asimismo, en lo social, aseguró mano dura contra la delincuencia y "combatir la ideología de género".

Bolsonaro, 38º mandatario desde la proclamación de la República en 1889, llegó al lugar en un Rolls Royce descapotable, junto a su esposa Michelle y escoltado por una guardia montada.

La comitiva avanzó por la Explanada de los Ministerios, aclamada por una multitud que pudo acceder al lugar en medio de estrictas medidas de seguridad.

Antes de iniciar la procesión, Bolsonaro ratificó su promesa de "cambiar el destino de Brasil", en un video colgado en Twitter.

"Pretendemos, sí, cambiar el destino de Brasil, pero para eso necesitamos seguir teniendo su imprescindible apoyo", afirmó. Agradeció además "a Dios por estar vivo", en referencia a la puñalada que recibió en septiembre durante un mitin de campaña.

El excapitán del Ejército y diputado durante casi tres décadas asumió con una agenda de mano dura y conservadora en lo social y liberal en lo económico.

El exparacaidista, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.

Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber obtenido 57,8 millones de votos (55%) presentándose como un salvador en un país agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.

La capital política de Brasil amaneció virtualmente sitiada por un monumental operativo de seguridad que incluye fuertes restricciones para ingresar a la Explanada de los Ministerios, incluso para la prensa, y francotiradores apostados en los techos de los edificios públicos que bordean el centro de la ciudad diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer.

Con argumentos de campaña en defensa de la tortura y de reivindicación de la dictadura militar, Bolsonaro fue elegido en segunda vuelta con el 55% de los votos y se ha transformado en un fenómeno que supo aglutinar a los descontentos con la política tradicional, a los rivales del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), a parte de los referentes de la Operación Lava Jato y a quienes aún reivindican a la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.

Su gabinete tendrá 22 ministerios, entre ellos cinco ministros de origen militar, mucho más que en los gobiernos de los dictadores Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo.

Informe: El Comercio (Perú), Perfil.com, Agensur.info y agencias

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