El Presidente anunció
el despido de funcionarios de gobiernos anteriores para
“despetizar el país”.
Jair Bolsonaro junto a su vicepresidente (izq.) y su jefe de gabinete durante la primera reunión del consejo de ministros. (Foto/AFP) |
Brasil - El
estreno de Jair Bolsonaro al frente del Consejo de Gobierno de Brasil no dejó
lugar a dudas. A través de uno de sus ministros más cercanos, el nuevo
Ejecutivo agitó el fantasma de la limpieza ideológica al anunciar que despedirá
a los puestos de confianza de anteriores Gobiernos. La ciudadanía “dijo basta a
las ideas socialistas y comunistas”, dijo el ministro de la Casa Civil, Onyx
Lorenzoni.
Su otra gran promesa, reactivar la economía mediante
privatizaciones, dio los primeros pasos con el anuncio de sacar a concesión
varias infraestructuras de transporte.
El ultraderechista Bolsonaro ha presidido en Brasilia el
primer Consejo de Gobierno de su mandato. Una reunión con todo su equipo, el
vicepresidente y los 22 ministros, que pretende celebrar semanalmente, algo
nada habitual en Brasil.
Al finalizar, el ministro de la Casa Civil (una especie de
jefe de Gabinete), Onyx Lorenzoni, ha comparecido y ha ahondado en la retórica
contra “los comunistas” y en su intención de “despetizar el país”, en
referencia a los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, al anunciar que los
cargos de confianza contratados por sus predecesores serán despedidos. Nada más
tomar posesión, él mismo echó de sus empleos temporales a los 320 que había en
su ministerio. "No tiene ningún sentido tener un Gobierno con el perfil que
tenemos con las personas que defienden otra lógica, otro sistema político, otra
organización de la sociedad", a su juicio porque, recalcó, la ciudadanía
de Brasil “dijo basta a las ideas socialistas y comunistas que en los últimos
30 años nos llevaron al caos actual".
Dar un fuerte impulso a la economía, que crece tímidamente
desde el fin de la recesión, es junto a la mejora de la seguridad lo primero
que reclaman los brasileños a su nuevo presidente. La receta que Bolsonaro les
ofreció durante la campaña electoral consistía en importantes privatizaciones y
el drástico recorte del gasto público del inmenso Estado brasileño.
Pero su primer anuncio económico ha sido sin duda tímido.
Jair Bolsonaro ha anticipado este jueves en un tuit que pretende conseguir
7.000 millones de reales (1.800 millones de euros) con “concesiones de
ferrocarril, 12 aeropuertos y cuatro terminales portuarias”. Sin más
concreción.
El equipo económico está liderado por un ultraliberal, Paulo
Guedes. Pero el presidente no ha ofrecido más detalles sobre las concesiones
mencionadas en su tuit. El saliente presidente Michel Temer, del centro
derecha, intentó dar algunos pasos hacia la liberalización de la economía;
aprobó en sus dos años de mandato varios planes privatizadores pero no tuvieron
el resultado deseado. El último, incluía licitar concesiones o privatizar 75
infraestructuras.
Sí es algo más concreto el plan anunciado tras el Consejo de
Gobierno para vender inmuebles públicos. El ministro de la Casa Civil ha
explicado que “las primeras informaciones dicen que el Estado tiene unos
700.000 inmuebles” por todo el país “lo que genera inmensos gastos de
mantenimiento”. El Ejecutivo está empeñado en reducir al mínimo los gastos de
la Administración. Adelgazar el Estado es una tarea tan titánica como urgente
porque el sistema actual es insostenible. Las pensiones se comen más de la
mitad del gasto público. Para este año está previsto que pagar a los jubilados
se lleve el 53%, según datos oficiales, el triple de lo destinado a sanidad,
educación y seguridad pública: un 16%. Prácticamente todo lo restante (hasta el
98%) son gastos comprometidos, por lo que el margen de maniobra es casi
inexistente.
El zar económico del presidente Bolsonaro había dejado claro
la víspera, en su toma de posesión, que él es un técnico que ofrece la receta
para impulsar el crecimiento económico pero que son los políticos quienes
tienen el poder de hacerlo realidad. Guedes recalcó que el nudo gordiano es la
reforma del sistema de pensiones para la que el ultraderechista carece por el
momento de suficiente apoyo en el atomizado Congreso. “Si es exitoso (el reto
de aprobar la reforma de las pensiones), tenemos 10 años de crecimiento por
delante”. Si fracasa, las perspectivas económicas serán malas.
Guedes --nada acostumbrado a los usos y costumbres de la
política brasileña, donde el intercambio de favores está a la orden del día--
recordó a los representantes del Poder Legislativo y el Judicial que son unos
privilegiados. “Quien legisla y juzga tiene las mayores jubilaciones y la
población, las menores”, les dijo en su primer discurso al asumir el cargo. Es
por eso que la reforma de las pensiones se les atragantó a los anteriores
presidentes. Y este no lo tiene fácil, además, ha anunciado que no piensa tocar
las de los militares retirados, las más generosas.
El superministro de Economía, que ha asumido los poderes
antes repartidos en varios ministerios, tiene previsto detallar este viernes al
presidente Bolsonaro sus planes para impulsar el crecimiento económico. Según
Guedes, su intenso plan de privatizaciones, que no ha precisado, podría suponer
un crecimiento de entre el 3% y el 3,5%.
La llegada a los despachos ministeriales no ha supuesto un
gran cambio en la retórica de los ahora ministros. “Atención, atención.
Comienza una nueva era. Los niños visten de azul, las niñas de rosa”, proclamó
la nueva ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, ante un
grupo de seguidores en la sede ministerial en Brasilia nada más concluir la
ceremonia en la que asumió la cartera. Los presentes le responden entusiasmados
“eso, eso”, según muestra un vídeo que este jueves se ha viralizado en Brasil.
La ministra es además pastora evangélica de la Iglesia Cristiana Cuadrangular y
una acérrima enemiga de lo que los bolsonaristas denominan “la ideología de
género”, un cajón desastre en el que incluyen múltiples políticas igualitarias
o feministas. Este jueves ha explicado: “Hice una metáfora contra la ideología de
género pero los niños y las niñas pueden vestir de azul, rosa, con colores, en
fin, como mejor les parezca”. Pero la víspera, en su discurso, dejó clara su
postura: “El Estado es laico pero esta ministra es terriblemente cristiana”.
Informe: El País (España)
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