Los gremios
aeronáuticos, los bancarios y los aceiteros son
los que mejor negociaron con
las empresas.
Economía - Ningún
sindicato logrará equiparar la inflación en 2018. La suba de los precios hasta
noviembre acumula 43,9% y se espera, de acuerdo con las proyecciones de
economistas privados, que diciembre cierre en torno del 3%, lo que llevaría el
alza anual a 47% o más.
Hay solo una paritaria que sería la excepción porque podría
igualar la inflación: la de los gremios aeronáuticos, que se ajustó con la
estatal Aerolíneas Argentinas a partir de la cláusula gatillo. Pero la caída
del salario real se sentirá en todos los sectores, incluso en los que
obtuvieron las paritarias más altas.
En el ranking de los mejores tratos de 2018 despuntan
algunas sorpresas, como la del Sindicato de Empleados y Obreros de la Enseñanza
Privada, que acordó un aumento de 46,6% con los directores de los colegios y
universidades religiosas y es el pacto con porcentaje más elevado. El jefe del
gremio es el exárbitro de fútbol Guillermo Marconi, un dirigente con buena
llegada a la cúpula de la Iglesia.
Apenas un escalón por debajo figuran los bancarios, quienes
el viernes lograron una recomposición adicional que elevó la paritaria anual a
46%. El apretón de manos entre el gremio y las bancas públicas y privadas
contempló además un principio de acuerdo para 2019: se otorgará un 7% a cuenta
por enero y febrero más un pago de $1000, y la negociación se retomará a partir
de la segunda quincena de marzo.
Entre los diez sectores que acordaron paritarias más altas
están los petroleros de YPF (45,1%) y los aceiteros (44%), dos industrias que
mantuvieron sus bonanzas a pesar de los cimbronazos de la economía doméstica.
El primero ató la suba de combustibles a los valores internacionales y apuesta
sus fichas al desarrollo del yacimiento Vaca Muerta, el inmenso reservorio de
gas y petróleo no convencional que se considera una mina de oro.
Los aceiteros, en tanto, suelen siempre cerrar acuerdos que
rompen el molde. Hay varias razones. Una de ellas es que el gremio barnizó su
poder en simultáneo con el auge exportador de la soja y ganó peso propio en el
Puerto de Rosario a través de sus vínculos con empresas multinacionales como
Nidera, Molinos, Dreyfus y Cargill. Además, instauró un sistema de cómputo en
el que se asegura el crecimiento del salario básico de acuerdo con la evolución
del costo de vida. Hoy el sueldo inicial es de $43.821.
Sorprendió el acuerdo del Sindicato de Comercio, que revisó
su paritaria cinco veces en el año, para cerrar un 45%. Abarca a 1,2 millones
de trabajadores, pero no en todas las ramas se había logrado garantizar el pago
del bono de $5000 que habilitó el Gobierno por decreto.
Sucedió algo curioso con los camioneros, de Hugo Moyano. En
junio firmó un 25% de suba salarial cuando una mayoría de gremios había
aceptado la pauta de referencia de 15% que había trazado el Gobierno. Fue el
primer caso que sacudió el tablero paritario. Luego, con la escalada del dólar
y la devaluación del peso, se multiplicaron las readecuaciones en todos los
ámbitos, y el de Moyano no fue la excepción: cerró el año con un 40%.
Debajo de la línea del 40% hay una amplia gama de
sindicatos, con acuerdos disímiles que van desde el 37 al 24%. Entre ellos,
está el sector público nacional, cuya caída del salario real también fue
notoria, con un trato de 25% con cláusula de revisión incluida.
En el Gobierno confían en que en 2019 la inflación esté más
controlada, sobre todo en el segundo semestre, después de los aumentos de
tarifas previstos para la primera mitad del año. En la Secretaría de Trabajo ya
trazaron la pauta de referencia en 23% y sin cláusula gatillo. El ministro de
la Producción y el Trabajo, Dante Sica, acordó la semana pasada un aumento en
esa línea con los trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (Utedyc) y los
porteros de Edificios de Renta Horizontal (Suterh).
Pero quien picó en punta fue María Eugenia Vidal. La
gobernadora bonaerense cerró con uno de los gremios estatales (UPCN) una suba
de 20% anual. El 16% se abonará el primer semestre y el 4%, el segundo. En el
primer tramo está vigente la cláusula gatillo, mientras que en el restante es
con compromiso de revisión. Es decir, si en el primer semestre la inflación es
superior al 16%, se ajustará automáticamente la diferencia.
En la CGT, en tanto, esquivan por ahora el debate salarial de
2019 hasta no tener un panorama económico más claro. "Los techos
salariales que quiere imponer el Gobierno son ficticios", marcó el rumbo
Héctor Daer, uno de los dos jefes de la central obrera. Sin embargo, algunos
dirigentes presionan para hacer un pedido unánime: que se habilite la cláusula
gatillo.
"A pesar de las paritarias que ya se adelantaron en
23%, me parece que los gremios van a esperar hasta mitad de año para ver el
desarrollo de la economía. Si la macroeconomía no despega, será barajar y dar nuevo.
Como sucedió en 2018", argumentó a La
Nación Luis Campos, uno de los responsables del Observatorio del Derecho
Social de la CTA Autónoma.
Informe: LN
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