miércoles, 19 de diciembre de 2018

Lo soñaron Frondizi, lo votarán sin ganas


Por Francisco Olivera

Como cierre de año resultó bastante gris: le faltó, por lo pronto, el brindis esperanzador sobre las posibilidades del próximo. El 2018 fue en la Unión Industrial Argentina  un trago amargo que volvió a servirse ayer, en la última reunión de comité directivo. El malhumor, que lleva varios meses, obedece en realidad más al futuro que al presente. 

Los empresarios no ven las perspectivas positivas que proyecta el Gobierno porque, ante todo, perciben que los aqueja un mal enquistado: el costo argentino. "Ojalá tenga que pedir perdón", venía de disculparse por la mañana Miguel Acevedo, presidente de la entidad, luego de trazar en conversación con Luis Novaresio , en radio La Red, un pronóstico sombrío sobre una eventual recuperación en 2019.

Y éso que apostaron y apuestan por   Mauricio Macri  . No bien ganó en 2015, y ya pasada la afinidad que muchos habían ejercido durante la campaña con Daniel Scioli y Sergio Massa, se aferraron enseguida a lo que consideraban sería el fin del populismo. Algunos de ellos llegaron a ilusionarse oyendo al Presidente citar a Arturo Frondizi. Aunque los más experimentados no tuvieran excesiva fe en el gradualismo. "Si ustedes no despiden empleados, si no achican el Estado, los que vamos a tener que despedir vamos a ser nosotros", oyó de uno de ellos   Andrés Ibarra, hoy vicejefe de Gabinete, allá por el otoño de 2016.

Ayer, en esa catarsis general en que volvió a convertirse la convocatoria a la sede de Avenida de Mayo, algunos reavivaron prejuicios que entonces ya tenían sobre el heredero de Socma: no tiene ni tendrá nunca un plan industrial porque no le interesa este sector, que considera obsoleto y prebendario, repetían. La reactivación inicial de este ciclo, que empezó a ahogarse el 25 de abril pasado con la primera corrida cambiaria, los había llevado sin embargo a olvidar esas presunciones. "Acevedo ya admite que ese crecimiento fue artificial", dijo anoche uno de ellos.

La eliminación de River, que vieron juntos y en directo, contribuyó al pesimismo de varios. Eduardo Nougués (Ledesma), José Urtubey (Celulosa),   Cristiano Rattazzi  (Fiat Auto), Roberto Arano (Centro Azucarero). La descripción por sectores se dio en la misma atmósfera. Jorge Sorabilla, de TN Platex, volvió a poner el acento en las tasas de interés. Alberto Álvarez Saavedra, de laboratorios Gador, insistió en que hoy resultaba más barato importar medicamentos de la India que producirlos en el país. Y Rattazzi advirtió sobre los costos con que la carga impositiva dificulta exportar a Brasil.

Jair Bolsonaro  no los tranquiliza. Tampoco la fragilidad del Mercosur. ¿Y si el gobierno argentino pretende bajar el arancel externo común, como trascendió, para evitar que el presidente electo brasileño directamente lo elimine?, se preguntaban ayer. La Argentina tiene un problema estructural respecto de su socio. Como casi carece de sectores con ventajas comparativas y Brasil arrastra una recesión, el único modo de exportarle es a precios bajos en dólares. Y el escenario podría agravarse si, como promete la trayectoria y la ortodoxia de Paulo Guedes, futuro ministro, habrá una apertura económica: entonces se deberá competir además contra el ingreso de productos de otros destinos.

La industria nacional no es competitiva, acusan desde el principio los macristas. Los industriales suelen atribuirlo a la carga del Estado. Ayer, por ejemplo, volvieron a plantear en la reunión la idea de que Brasil está en ese sentido un paso adelante: ya hizo su reforma laboral y parece dispuesto a emprender la tributaria.

Ese desvelo llevó a Daniel Funes de Rioja (vicepresidente) y a Carlos Garrera (protesorero), a plantear que habría que apurar una reunión con Lucas Fernández Aparicio, nuevo secretario de Trabajo, un ex UPCN que tendrá a cargo las paritarias. Y a la mayoría a no terminar de enterrar nexos que molestan mucho en el Gobierno, como los encuentros con la Conferencia Episcopal, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie.

Que, pese a las ironías de la Casa Rosada, cierto desprecio a esas organizaciones y objeciones internas como las de Rattazzi y Funes de Rioja, los industriales hayan resuelto seguir frecuentando esos encuentros indica que no les sobran referentes políticos. Y habla también del futuro: no sólo han perdido coincidencias con Scioli y Massa sino que vuelven a temerle a   Cristina Kirchner. Es el único motivo por el que, llegado el caso, la mayoría de ellos votaría a Macri el año próximo. Como si desde aquel ballotage de noviembre de 2015 el tiempo no hubiera transcurrido.

© La Nación

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