Por Gustavo González |
Sin Cristina en escena, los grandes
protagonistas de la campaña serían el Gobierno y su gestión: el nivel de
crecimiento de los cuatro años de Macri y los índices de inflación, de pobreza y de
endeudamiento que dejó.
Macri ya no podría confrontar con una mujer
con alto rechazo público, sino que debería hacerlo con los mejores o peores
resultados de su propia administración.
Sin Cristina, también aparecería con naturalidad un
candidato opositor con más chances de convencer al electorado de que la gestión
de Cambiemos no funcionó.
Duda. Lo cierto es que Cristina existe y que
hasta ahora se descuenta que será candidata. La lógica es que
alguien con su ambición de poder y con un piso electoral en torno al 30% no
podría no presentarse.
Sin embargo, el dato de las últimas horas es que el
germen de la duda habría penetrado en el cristinismo. Quizá porque ven que
el techo de Cristina parece difícil de perforar, o porque aun en el peor
momento de Macri su piso sigue alto. O porque volvió a tomar fuerza la idea
de un “candidato de síntesis” como Roberto Lavagna.
Quien habla conoce desde hace años a la ex
presidenta: “La duda es razonable. Está claro que presentarse y ganar sería lo
mejor. El problema es presentarse y volver a perder. Sería nuestra
tercera derrota al hilo y nos quedarían cuatro largos años por delante de
persecución judicial con un macrismo envalentonado con un nuevo triunfo”.
Al menos como hipótesis, el cristinismo evalúa
una tercera alternativa: no presentarse a cambio de negociar listas y puestos
en un futuro gobierno para apoyar a un candidato peronista no K que
sume a otras fuerzas opositoras. Creen (desean creer) que un compañero
peronista podría interceder ante los jueces para "convencerlos" del
daño institucional de encarcelar a una ex mandataria democrática.
Estos kirchneristas que dicen saber cómo piensa
Cristina, pero aclaran que no hablan por ella, afirman que ese es el mensaje
que envió al declarar que iba a hacer “lo que sea mejor para ganar en 2019”:
“Tiene claro que las condiciones económicas de un tercer mandato no serían
buenas para asumir con la mitad de la sociedad en contra y con los medios
operando para voltearla”.
Pronostican una salida traumática de la crisis y
que se vienen años de acumulación capitalista, más que de reparto peronista. Y
hablan del “renunciamiento” de su jefa, al estilo Evita, como un mal menor: “Lo
otro sería ser una Maduro 2 para ir a una guerra final con media sociedad, las
corporaciones y los medios. No lo hará”. Insisten en que será ella quien decida
y que será, como siempre, a última hora. Y si las cuentas la dan ganadora, no
habrá nada que la detenga.
Encuestas. La hipótesis del "renunciamiento
patriótico" es el plan B, y es allí donde la figura de Lavagna cobra
más fuerza. Ya sin ella como adversaria electoral, el debate se centraría
en la gestión Macri. Y un candidato como Lavagna atizaría el recuerdo de su
éxito como ministro de Economía.
La opción Lavagna fue puesta en juego este año
por Duhalde. Lo reiteró esta semana tras revelar contactos con
Cristina y afirmar que ella no se presentará. Esa opción se analiza cada vez
más en un círculo rojo y un mercado que ve con terror el efecto económico de un
cristinismo recargado. También entre los peronistas inquietos porque
ningún candidato no K despega en las encuestas.
A Lavagna le va mejor. Un reciente sondeo de
D’Alessio/IROL lo muestra como el político con más imagen positiva (50%) y el
que menor rechazo genera (30%). Un estudio de la Universidad de San Andrés
señala a Macri como el candidato con mayor intención de voto, sumando un 41%
entre quienes están seguros de votarlo y quienes podrían llegar a hacerlo.
Lavagna aparece segundo con un 32%. Cristina está tercera con 28%.
Opinaia lo mide segundo en imagen positiva: 47%, 4
puntos debajo de María Eugenia Vidal, pero 8 y 9 puntos más que CFK y
Macri, respectivamente. La última encuesta de Poliarquía lo
posiciona primero cuando pregunta qué peronista no K sería más competitivo: con
32%, casi duplica a quien está segundo.
Pero son solo encuestas hechas con mucha antelación.
Lo significativo es la relevancia con que aparece
alguien sin actividad pública, ni siquiera candidato. Si esos sondeos
proyectaran el futuro, Lavagna sería, por lo imprevisto, el cisne negro de
Taleb para Macri y Cristina.
¿Qué dice Lavagna? Pichetto es uno de los que están
convencidos de que Lavagna sería un excelente candidato: “Roberto es un activo
fundamental de Alternativa Federal; clave, diría. Sería un gran candidato, sin
duda”.
El senador habla con Lavagna y conoce bien a
Cristina. Le parece difícil que ella vaya a dar un paso al costado, aunque
interpreta que el cristinismo sabe que una nueva derrota sería muy negativa
para ella también desde lo judicial. Si Cristina no se
presentara, Pichetto está seguro de que "el peronismo tendría
muchas más posibilidades de ganar".
En el peronismo no K advierten que en una
negociación no aceptarían a ningún camporista en las listas ni en lugares
claves de un eventual gobierno. Pero mencionan a viejos kirchneristas
como Ginés González, Jorge Taiana o Rafael Bielsa, como ejemplos de nombres potables para
cualquier sector. Y se imaginan a Lavagna como un mandatario de
cuatro años, “ideal para una transición entre el kirchnerismo y el nuevo
peronismo”.
Hace dos semanas, el ex ministro recibió a Uñac. El gobernador de San Juan navega entre el
peronismo anti K y el K. Salió de la casa diciendo: “Tiene todas las
condiciones para ser presidente. Con él compartimos la imperiosa necesidad de
conformar un gobierno de unidad nacional”.
Lavagna estuvo con el radicalismo, el
peronismo y el kirchnerismo. Es un poco liberal y un poco proteccionista.
Le ven como un candidato amigable desde diferentes corrientes.
¿Qué dice él? Seis meses atrás, rechazaba
dejar su vida de retirado. Hoy en cambio acepta que revisaría esa decisión si
"el país lo requiriera", que traducido significa “si la
situación económica se complica aún más y el peronismo se une detrás suyo”.
Piensa también en radicales disidentes y hasta en peronistas de Cambiemos. Y en
ese escenario imaginario, no le desagradaría presidir un país en el que Vidal y Rodríguez Larreta sigan donde están.
Pero por ahora se resiste a ser el candidato de un
solo sector y jugar en marzo como alternativa a Macri y Cristina.
Mientras duda, el posible regreso K azuza el riesgo
país por encima de los 800 puntos. En plena campaña podría superar los 1.000.
Eso representaría otro año perdido. Y otro año perdido será más crisis, más
inflación y más pobreza.
Puede ser que si esa pesadilla se hace realidad,
las chances de Lavagna crezcan (también las de Cristina).
Pero si Lavagna hace honor a su promesa de actuar
“si el país lo requiriera”, quizá debería evaluar que presentarse de cualquier
forma, con chances de ganar o de perder pero restándole expectativas a
Cristina, podría por sí mismo acotar ese peligro.
Aunque en el camino termine beneficiando a Macri.
©
Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario