Por Manuel Vicent |
Desde el socialismo y la socialdemocracia derivó hacia una
derecha europeísta, pero tal vez por un fracaso amoroso o algún cargo que
esperaba y no llegó o simplemente por la frustración que acompaña a la edad, el
viejo marxista fue acogido con un cabreo existencial cada día más acrecentado
contra sí mismo y el mundo entero, y sin darse cuenta se vio incendiando las
redes y las tertulias con despropósitos, opiniones violentas e insultos a sus
antiguos camaradas.
Un día se declaró de extrema derecha, cosa que tampoco sació
por completo su inquieto corazón y atormentado cerebro. Su nostalgia de los
perdidos ideales de juventud, una vez podridos, lo ha devuelto a la España del
No-Do y hoy es partidario de los huevos a la flamenca sobre la mesa, de la familia
tradicional, de misa de doce los domingos seguida de aperitivo con gambas al
ajillo, de encierros y corridas de toros, de belenes, procesiones, peinetas y
mantillas de Jueves Santo, de cazuela de tordos en los bares de carretera, un
rancio almanaque que comparte con su adicción a la lotería, a la Primitiva y a
la Bonoloto, su última barricada.
No se sabe hasta dónde le llevará la cólera contra su pasado
a este viejo marxista, porque tampoco esta vez le ha tocado ni siquiera el
reintegro en la lotería de Navidad.
© El País (España)
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