Por Fernando Laborda
A pesar de que la mayoría de los ciudadanos suele votar con
el bolsillo, no es la prolongación de la recesión económica el mayor temor del
macrismo de cara al próximo año electoral.
Tampoco lo preocupa más de lo debido
la posibilidad de que se produzcan desbordes sociales, para los cuales los
funcionarios dicen estar suficientemente preparados, con los anunciados
refuerzos en las partidas presupuestarias para enfrentar la pobreza y con las
concesiones al sindicalismo que sean necesarias para frenar la amenaza de un
paro general, que ayer comenzó a desactivarse con el bono de 5000 pesos para
los trabajadores del sector privado.
La mayor inquietud de algunos hombres del oficialismo es que
la expresidenta Cristina Kirchner resuelva dar un paso al costado, resignando
una eventual postulación presidencial, en aras de unir al peronismo. En otras
palabras, la ampliación del espacio opositor es para Cambiemos la principal
amenaza electoral, mayor aún que las propias dificultades económicas.
En despachos de la Casa Rosada se admite que entre los
episodios de violencia política de diciembre pasado, cuando se discutió en el
Congreso la fórmula de movilidad jubilatoria, y los meses de abril y mayo,
signados por el inicio de la crisis cambiaria y los cambios en las expectativas
económicas, una porción no menor de la ciudadanía que respaldó al gobierno de
Mauricio Macri en las últimas elecciones legislativas se alejó del oficialismo,
desencantado o enojado.
Sin embargo, los mismos funcionarios que reconocen la
erosión del apoyo al Gobierno, manifiestan su convencimiento de que a esa
franja del electorado que se ha distanciado de Macri le cuesta encontrar una
alternativa. Pese a sentirse enfadada con el Presidente al que respaldó
originalmente, continúa sintiendo un fuerte rechazo hacia Cristina Kirchner, de
la que consideran que se alejó definitivamente, al tiempo que no encuentra un
mensaje claro en una tercera vía, como podría ser la del peronismo no kirchnerista.
"Nosotros no fomentamos la polarización, pero vemos que
todavía la gente tiene en la cabeza que la opción es Cambiemos o Cristina
Kirchner. No advertimos por ahora la demanda de una tercera posición",
explica un funcionario con despacho en el primer piso de Balcarce 50. Y confía
en que el secreto para el triunfo frente a ese escenario es que la coalición
oficialista no se rompa.
Queda claro que el gobierno de Macri apuesta a competir
contra Cristina Kirchner. Y también que no se asusta ante encuestas que, en las
últimas semanas, evidencian que el actual primer mandatario y su antecesora en
el cargo están casi igualados, tanto en niveles de imagen como en intención de
voto. Sostienen que la exmandataria no podría imponerse en una hipotética
segunda vuelta electoral.
El analista de opinión pública Federico Aurelio, cuyos
sondeos dan cuenta de esa paridad, ofrece un dato que puede explicar el
entusiasmo de los funcionarios gubernamentales: Cristina Kirchner exhibe un
nivel de desgaste mayor que Macri, por cuanto entre un 7 y un 8 por ciento más
de encuestados afirma que jamás votaría a la expresidenta que quienes nunca
votarían a Macri.
¿Qué ocurriría si Cristina Kirchner desistiese de ser
candidata presidencial? La primera alternativa sería que preserve su espacio
Unidad Ciudadana y ceda su lugar a un político de su riñón, como Agustín Rossi o
Axel Kicillof, aunque también podría ocupar ese sitio el dirigente social Juan
Grabois, afín al papa Francisco. En este caso, la división del peronismo
favorecería a Cambiemos. Una segunda opción para el cristinismo sería
participar de la primaria abierta simultánea y obligatoria (PASO) dentro del
Partido Justicialista, con un candidato propio, que podría ser cualquiera de
los mencionados, contra el sector no kirchnerista liderado por Sergio Massa, Juan
Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto y Juan Schiaretti. Una tercera opción
podría pasar por buscar un candidato de unidad del peronismo, lugar para el
cual se autopostula el exgobernador bonaerense Felipe Solá.
Si bien desde el polo no kirchnerista que forman Massa,
Urtubey, Pichetto y Schiaretti no ha habido muestras de buena voluntad para
negociar con la exjefa del Estado, actualmente procesada en distintas causas
judiciales por corrupción, no faltan dirigentes que aspiran a convertirse en
puentes entre ambos sectores, intentando hacer valer la teoría de que "sin
Cristina, sería impensable que el peronismo gane una elección
presidencial". Uno de esos dirigentes es el exjefe de Gabinete
kirchnerista Alberto Fernández, quien sostiene que "no se puede prescindir
en ningún proceso de reconstrucción del peronismo de la figura que reúne muchos
más votos que cualquier otro candidato".
Hoy no existiría ánimo societario entre el kirchnerismo y el
llamado peronismo federal o "racional". Pero nunca faltan los que
apuestan a que, siendo el peronismo una fuerza política que no puede vivir sin
el poder por mucho tiempo, no deberían desecharse de plano hipotéticas
transacciones que terminen agrandando el espacio opositor y arruinando la apuesta
del macrismo de polarizar directamente con Cristina.
© La Nación
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