Por Gustavo González |
Hace más de veinte años que Latinobarómetro estudia el estado
del continente a través de un sondeo entre 20 mil personas de 18 países.
En la
Argentina sus resultados anuales tienen poca repercusión mediática, pero para
organismos internacionales como la ONU, la OEA o
el BID, es una
investigación esperada.
De las 82 páginas del informe 2018 se desprende el impacto entre los
argentinos de la crisis actual, el peligroso desprestigio de las democracias
regionales y deja al descubierto el caldo de cultivo sobre el que nació Bolsonaro en
Brasil y sobre el que pueden surgir otros Bolsonaros.
El Brasil Bolsonaro. Brasil y Argentina son diferentes en muchos
aspectos, pero sus historias políticas y económicas presentan paralelismos
explícitos. Desde la similitud de fenómenos como Getúlio Vargas y Perón hasta
los de Lula y Kirchner. Pasando por los contagios
mutuos de sus economías: coincidencia de hiperinflaciones, recesiones y
cambios de signo monetario.
Lo que le pasa a un vecino, suele repercutir en el otro. Para bien y
para mal.
Hace dos semanas, el título de esta columna fue "Un Bolsonaro incuba en
Argentina". Allí se señalaba que el Brasil bienpensante se
dejó sorprender por un cambio en el relato políticamente correcto de la época.
En poco tiempo, ideas que resultaban vergonzosas de verbalizar, eran
asumidas por un candidato en ascenso como Bolsonaro.
La encuesta de Latinobarómetro fue realizada entre junio y julio, en
medio de la campaña electoral de Brasil. Estas mediciones ahora revelan por qué
una mayoría social ya había elegido a Bolsonaro antes de las elecciones:
·
Brasil encabeza la lista de países que considera que lo gobierna un
"grupo poderoso en su propio beneficio". El 90% cree eso.
·
Un explosivo 44% piensa que la democracia no es el mejor sistema de
gobierno, contra el 19% que creía eso hace cinco años.
·
El 41% contesta que le daría lo mismo vivir bajo un sistema no
democrático.
·
El 14% directamente dice que preferiría un sistema
autoritario. Representa a 23 millones de personas mayores.
·
Solo el 9% está satisfecho con la democracia, el porcentaje
más bajo de la región.
·
Algo parecido sucede frente a la pregunta de si se considera que la
distribución de la riqueza es justa. Solo un 8% dice que lo es, el mismo nivel
que en Venezuela.
·
La degradación de la confianza de una sociedad en las instituciones, se
refleja además en otros indicadores.
A la pregunta de si se puede confiar en la mayoría de las personas, son
los brasileños los más desconfiados: apenas un 4% cree que sí.
La confianza en la democracia es la más baja desde 2001. Un 14% prefiere
el autoritarismo.
Tampoco confían en el Congreso, los partidos y su gobierno. Pero están
en el top five de quienes más fe le tienen a las iglesias, la policía y las
Fuerzas Armadas. Y de la mano de las investigaciones sobre la corrupción
político-empresaria, están entre los que más confianza poseen en su Poder
Judicial.
Bolsonaro fue la respuesta de esa sociedad al malestar con el sistema.
Si la democracia no funciona, si los políticos tradicionales son corruptos e
ineficientes, si el autoritarismo es una alternativa y si los otros ciudadanos
no generan confianza, aparecen las religiones para contener, resurgen los
militares y un líder como Bolsonaro corporiza ese nuevo clima de época.
Ahora se entiende mejor por qué las frases políticamente incorrectas que
usó para triunfar, en realidad representaban el surgimiento de una nueva
corrección política.
Este ex militar, evangelista militante, amante de la mano dura y crítico
de negros, laicos, homosexuales y del rol de la mujer en la vida posmoderna,
espeja bien a una mayoría que ya no siente vergüenza de verbalizar esos
pensamientos.
La Argentina Macri. Si Brasil muchas
veces anticipó lo que le espera a la Argentina, algunas cifras de este estudio
anticiparían que existen riesgos de que el bolsonarismo se corporice aquí:
·
En el país, la satisfacción con la democracia cayó del 58%
al 27% en siete años. Es la cifra más baja desde 2001.
·
Compartimos el mismo 14% de Brasil, de quienes creen que el mejor
gobierno es el autoritario: representa a 1.500.000 personas.
·
Y como en Brasil, un porcentaje alto (82%) dice ser gobernado
por "poderosos que buscan su beneficio".
·
La confianza en los militares trepó al 48%, el nivel más
elevado desde 1996. Lo mismo sucede con la policía.
·
Un 52% confía en las instituciones religiosas, un porcentaje
elevado pese a los que señalan que las iglesias ya no influyen.
Los argentinos mantienen altos niveles de confianza en la resolución
democrática de los conflictos y en la preferencia a ese sistema de gobierno,
pero en todas las preguntas relacionadas se ve una tendencia a la baja en los
últimos años. La confianza interpersonal también está en declive pese a
mantenerse por arriba de la región: es la más baja desde 2001 y 2007.
Surge una corriente de pensamiento que está perdiendo la vergüenza de
hablar y que caló entre quienes frenaron el aborto legal, son tolerantes al
gatillo fácil, están incómodos con el lugar alcanzado por distintas minorías y
comienzan a estarlo con la democracia.
Es uno de esos momentos históricos en el que un nuevo relato de época
pugna con el anterior por el dominio de la voz políticamente correcta de la
sociedad.
El anarquismo marginal que reapareció esta semana es otra vertiente
ideológica del mismo malestar.
El estudio de Latinobarómetro también cuestiona supuestos que los
estrategas del macrismo dan por cierto.
Por ejemplo, Macri no aparece como uno de los gobiernos con mejor
imagen. En la intimidad, el Presidente se sorprende con los sondeos que
le acercan sobre que, aun en estos tiempos de crisis, la imagen positiva de su
administración es alta.
Pero el resultado de la encuesta confirma lo que parecería más
razonable, que la profundidad de la crisis de este año afecta la imagen del
Gobierno: lo aprueba el 23%, diez puntos menos que la media regional. El nivel
más bajo desde 2002.
Sobre la situación económica, el 62% dice que es mala o muy mala. El
mismo porcentaje que en Brasil. Solo superado por Venezuela. Un 58% ya se
considera de clase baja. Sobre las expectativas económicas, los argentinos son
los más negativos. En este ítem, los brasileños son los más optimistas,
Bolsonaro mediante.
Estos estudios, como los de la medicina, ayudan a conocer el estado
general de los pacientes/habitantes.
No hacerlos o autoengañarse con estudios de laboratorios poco serios,
puede ser tranquilizador en el corto plazo, pero no logrará anticipar lo que
viene ni servirá para modificar la realidad.
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