Por Giselle Rumeau |
La dirigencia
argentina, cualquiera sea su índole o pelaje, exhibe diariamente una fuerte
tendencia al pensamiento mágico, que la deja atrapada en la ilusión e impide
poner el esfuerzo para que lo deseado se convierta en algo concreto.
En esa línea, es habitual escuchar a los principales líderes
de la oposición dar cátedra sobre lo que hay que hacer sin explicar el cómo. La
brutal recesión genera ejemplos diarios de sobra. Como si fuera un slogan de
campaña, la mayoría asegura que la crisis se termina con crecimiento, cuando
uno de los principales problemas que tiene el país, además de gastar más de lo
que entra, es su inconstancia para crecer.
En los últimos 70 años, la Argentina creció mucho menos que
los países de la región, si se toma en cuenta el PBI per capita. Figura en la
cola, junto con Bolivia y Venezuela, según datos del proyecto Arklems, dirigido
por Ariel Coremberg. En cambio, Chile, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay y
Ecuador fueron los países que pudieron mantener un proceso de crecimiento
sustentable en ese periodo.
Pero eso no es todo. Según estimó el FMI en un informe
difundido en octubre, la economía argentina estará entre las perores del mundo
durante 2018, con una contracción del 2,6%, tras crecer a un ritmo de casi 4%
en el primer trimestre. Será el segundo país de la región en desplomarse,
detrás de Venezuela, con un descenso estrepitoso de 18%. En cambio, el
crecimiento en América latina lo lidera Perú, con una suba de 4,1%, seguido por
Chile con 4%. México y Brasil crecerán menos, pero mantendrán el saldo
positivo, con 2,2% y 1,4% respectivamente.
Según el FMI la recesión argentina se estirará hasta 2019,
año en el que el PBI caería otro 1,6%. Pero el pronóstico de las consultoras
privadas tampoco mejora para los años siguientes.
"El PBI per capita de Argentina esperado para el año
2021 será 3% menor al de 2011. Para tener una idea de lo que esto implica, en
el mismo periodo 2011-2021, el crecimiento por persona en Chile será de 21%; en
Colombia, de 23%, y en Perú , de 30%", afirma Esteban Domecq, economista y
director de la consultora Invecq. "El mal manejo de la política económica
a lo largo de las últimas décadas convirtió a la Argentina en una de las
macroeconómías más inestables del mundo. Con la contracción del PBI esperada
para el año próximo, habremos tenido diecisiete años recesivos desde 1981 hasta
el 2019, con tres crisis de gran magnitud, la de la deuda de 1982, la Hiper del
89 y el 2001/02", agrega.
No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que el
argumento de la tormenta externa como el origen de todos nuestros males resulta
insuficiente; el contexto internacional negativo no afectó a todos los países
de la región por igual. Pues bien, ¿por qué la Argentina es tan vulnerable?
¿Por qué no podemos crecer? ¿Es un problema político, económico o tiene que ver
con el ser nacional, un gen argentino, que nos condiciona siempre?
Victoria Giarrizzo, directora de CERX e investigadora de la
UBA, cree que hay en juego un poco de todo eso. "Es un problema económico,
político, social y conductual -dice- porque nadie quiere colaborar para sacar
el país adelante. Menos los dirigentes, funcionarios, empresarios grandes, que
podrían ser el motor inicial de un cambio".
La economista asegura que lo más complicado este año es la
pérdida de poder adquisitivo de las familias. "El ingreso familiar
promedio habrá caído entre 18% y 20% como consecuencia de la altísima inflación
y la recesión inducida con una política fiscal y monetaria muy restrictiva. Si
a eso se suma el incremento en los costos financieros que reduce el dinero
disponible para consumo, se resume ahí la caída en la actividad de entre 2% y
2,5% que habrá este año. Argentina habrá producido en 2018 lo mismo que en
2011, es decir, siete años atrás y en términos per cápita, 6% menos",
destaca.
Entre los motivos por los cuales la Argentina no puede
crecer a largo plazo, Giarrizzo menciona a la fuga de capitales. "Estamos
pagando las consecuencias de muchos años con baja inversión, donde la economía
se descapitalizó, perdió productividad, y el Estado, frente a su incapacidad de
generar riqueza, subió los costos tributarios en exceso, asfixiando a los
sectores que hoy deberían estar exportando, generando empleo y creciendo. Las
recurrentes crisis, el tipo de cambio inestable, la inflación, todo eso le
quitó atractivo al país para invertir y desarrollarlo productivamente. Ganó en
cambio la inversión especulativa, la fuga de capitales. Desde 2007 se fueron
u$s 147 mil millones del país. Ahí se resume por qué la Argentina no crece,
remarca.
Pese al crecimiento sostenido de Chile, Perú, Colombia o
Uruguay, la investigadora de la UBA advierte que no se trata de países donde la
población esté mucho mejor que nosotros en comparación con el bienestar
promedio. Pero si hablamos estrictamente de crecimiento -dice- logran generar
estabilidad y certidumbre, mediante diferentes mecanismos. Entonces la gente
cree en su moneda, invierte en su país, no fuga sus divisas a otro lado, hay
menos especulación financiera, y más estabilidad en las políticas. Menos timba,
resume.
Quizás también se deba a que en la región hay menos
omnipotencia. Acá cada gobierno que sube vuelve a barajar y dar de nuevo. Trae
su tropa, sus recetas, y todo lo anterior está mal, se queja.
Domecq también menciona el peso de nuestra historia para
explicar en gran medida el estancamiento de mediano y largo plazo. Eso, sumado
a la herencia del kirchnerismo y el cúmulo de desaciertos en las decisiones
políticas y de política económica que cometió el gobierno de Cambiemos desde
diciembre del año pasado. Son múltiples las causas que explican esta
degradación de nuestra economía. Pero la más importante tal vez sea la
indisciplina fiscal y monetaria que hemos tenido a lo largo de todos estos
años, dice. A estos factores, el director de la consultora Invecq agrega el
cambio constante en las reglas de juego, la pérdida de libertad económica, el
cierre continuo de la economía, el incremento desmedido e ineficiente del gasto
público con el respectivo incremento de la presión impositiva y atropello al
sector productivo, las ineficiencias del mercado laboral, incumplimiento de la
ley y de los contratos, pérdida de la capacidad de ahorro e inversión insuficiente,
y la lista sigue...
Rodrigo Álvarez, economista y CEO de Analytica Consultora,
menciona entre los principales problemas para crecer a la incapacidad de
generar acuerdos básicos entre la dirigencia argentina. No sólo estoy hablando
de la clase política, sino de todos los actores: empresarios, gremialistas, la
propia sociedad. No tenemos claro cuál es nuestro modelo, pensamos que podemos
seguir recetas autóctonas y esto termina generando mucha incertidumbre y
acortando el horizonte de proyección del país, asegura.
Para el experto, el futuro tampoco es alentador. El 2019
será un año bisagra, donde se conjugarán varios riesgos para el crecimiento.
Uno se dará en el contexto internacional, en medio de un proceso de suba de
tasas de interés, aumento del costo de fondeo, una tendencia mundial al
proteccionismo y una región inmersa en una crisis de liderazgo, dice. En ese
sentido, Alvarez destaca la falta de timing del país para adaptarse a los
cambios globales. Cuando debía abrirse y utilizar la bondad de los precios de los
commodities a nivel récord y la disponibilidad de fondeo, la Argentina se aisló
del mundo. Y ahora se abre cuando los vientos han cambiado y vienen de frente,
destaca.
Otro de las amenzas para crecer es el escenario político:
Todo indica que vamos a una polarización entre modelos antagónicos como el
kirchnerismo y el macrismo, de los cuales no se puede establecer una síntesis
constructiva. Eso genera un marco de elevada incertidumbre respecto al futuro
del país en el mediano y largo plazo.
Ante esa incertidumbre, y por la magnitud de la recesión
económica, asegura que la inversión se va a mantener expectante y por eso el
2019 no será un año pujante en términos de inversiones. Vemos un proceso de
recuperación muy lento. Es como si nos hubiéramos caído del segundo piso al
tercer subsuelo. Tenemos que recuperar el terreno perdido subiendo por la
escalera con una pierna quebrada. La Argentina perdió un tercio del PBI en
dólares y difícilmente lo recupere rápidamente, concluye.
La indisciplina fiscal y monetaria, la falta de timing para
adaptarse a los cambios globales, los errores de diagnósticos y de toma de
decisiones, la incapacidad para generar acuerdos básicos, la especulación
financiera y la omnipotencia, sumado a periodos de alta corrupción, son algunas
de las causas que nos impide crecer. Como dicen los psicoanalistas, habrá
primero que resolver lo viejo para poder enfrentar lo nuevo.
Qué dicen los
economistas
Victoria Giarrizzo,
Directora de CERX
"En las últimas décadas, ganó en la Argentina la inversión
especulativa. Desde 2007 se fueron 147 mil millones de dólares del país. Ahí se
resume por qué la Argentina no crece".
Rodrigo Alvarez, CEO
de Analytica
"La Argentina perdió un tercio del PBI en dólares y no
lo va a recuperar rápidamente. No ayudan el contexto internacional, la
polarización entre dos modelos antagónicos y la magnitud de la recesión"
Esteban Domecq
Director de Invecq
"El PBI per capita de Argentina esperado para 2021 será
3% menor al del 2011. Entre esos años, el crecimiento en Chile será de 21%, en
Colombia de 23% y en Perú de 30%".
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