Por Fernando Savater |
También son lugares democráticos, palacios suntuosos donde todos somos príncipes,
como hijos del Rey de Reyes.
Esta catedral de
San Jorge se levanta donde estuvo el asentamiento militar romano de Danum,
origen de la ciudad. Luego fue iglesia cristiana primitiva, castillo normando y
después de la Reforma, iglesia mayor de la región, destruida a mediados del
siglo XIX por un incendio. Entonces se levantó la actual, una preciosa muestra
de neogótico victoriano.
Tiene refinadas
vidrieras, uno de los mayores púlpitos de Inglaterra, un magnífico órgano de
cinco teclados y un gran reloj en lo alto de su torre, construido por la misma
compañía que instaló el Big Ben. Me emocionaron las placas que honran a los
Dragones de Yorkshire caídos en las dos guerras mundiales: ¡tantos dragones
venerados en la casa de San Jorge!
En una capilla está
la bella pila bautismal, de piedra serpentina de Cornualles. Al lado, una mesa
alargada llena de zapatos usados. Es iniciativa de Walking in Their Footsteps,
una asociación de mujeres maltratadas. Cada par lleva un breve rótulo:
“Gastados y tristes, como mi vida”, “siguieron caminando, a pesar del barro”,
“aunque no lo parezca, bailaron”, “con ellos corrí lejos”... Dolor y coraje:
¡con dos zapatos! La ferocidad del dragón, el heroísmo de Jorge... y la
determinación de la princesa.
© El País (España)
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