Por Jorge Rosales
En la Casa Rosada, insisten en que no es tiempo todavía para
hablar de candidaturas, que todavía falta mucho para las presidenciales de 2019.
Sin embargo, la proyección de escenarios electorales es materia de análisis en
los despachos más empinados de Balcarce 50. Y allí repiten hasta el cansancio
que no hay "plan V" para octubre del año próximo: el candidato será
Mauricio Macri.
Juran en Balcarce 50 que una posible postulación
presidencial de María Eugenia Vidal no está en la mesa chica del oficialismo, a
la que solo se sientan Macri, Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña.
"Es un orgullo para Cambiemos que en tres años de gobierno se considere a
la gobernadora de Buenos Aires presidenciable. Pero este es un proyecto de ocho
años con Macri", insisten para obturar las insistentes versiones de que la
gobernadora bonaerense podría ser lanzada al ruedo para disputar el poder central.
Esa opción no es descabellada cuando la imagen del Gobierno
y del propio Presidente han sufrido el desgaste por el impacto de la
devaluación, el parate en la economía y la altísima inflación. Vidal sigue
siendo una de las figuras más convocantes del oficialismo. De hecho, su nombre
ha sido incorporado por algunos encuestadores cuando se pregunta por los
escenarios para un eventual ballottage.
A pesar de la diplomacia y las formas, los silencios y
algunas respuestas en la Casa Rosada denotan que hay algunas interferencias en
la línea con La Plata. El reclamo de la mandataria bonaerense para que la
provincia sea compensada por el deterioro que sufrió el Fondo del Conurbano por
la inflación encuentra, en estas horas, esta respuesta: "El presupuesto es
el que está en el Congreso, es allí donde hay que discutir cualquier
cambio". Una respuesta que suena tibia frente al pedido de quien le ha
dado las mayores satisfacciones a Cambiemos.
Marcos Peña les quita dramatismo a esos análisis. Dice, a
quien quiera escucharlo, que el cuarteto mayor de Pro tiene una unión
inquebrantable desde lo conceptual, político, estratégico y de proyecto desde
hace más de 15 años. El plan, dicen, sigue siendo el mismo: repetir el esquema
que los llevó al poder en 2015, es decir, volver a jugar con la fórmula Macri,
Vidal, Rodríguez Larreta.
"Nosotros somos lo nuevo", responden sin chistar
cuando se pregunta en el corazón del macrismo sobre posibles apariciones de
candidatos que no provienen de la política para airear el cuadro de la política
tradicional y competir el año próximo, como el animador Marcelo Tinelli o el
neurocientífico Facundo Manes. Y no hay demanda de ese tipo de candidatos,
porque no se trata de personas, sino de procesos mucho más profundos, insisten.
No hay que confundirse con lo que pasó en Brasil con Jair Bolsonaro, remarcan,
porque responde a otra demanda de la sociedad.
El escenario electoral, piensan en el laboratorio de
Cambiemos, se terminará definiendo el año próximo por la demanda de los
votantes y no por la oferta. Como pasó tres años atrás. Es un error, le dice
Peña a su equipo, pensar que será solo la economía o el bolsillo lo que
determinará el voto de 2019. Lo que definirá al votante será la integralidad de
la agenda, donde la economía será un elemento más. La demanda sigue siendo la
misma.
La evolución de la economía, sin embargo, será uno de los
ejes centrales con los que deberá lidiar el oficialismo. La profundidad de la
recesión, la devaluación y la inflación que castiga el poder de compra
condicionarán la agenda política. El Gobierno, sin embargo, es optimista.
Insisten en la Casa Rosada en que la Argentina saldrá de la crisis sin cambiar
el rumbo, sin una debacle política ni helicópteros. Y que esa respuesta será
valorizada por la sociedad porque no quiere volver a los años de los
estallidos. El optimismo es lo último que se pierde en la casa de los presidentes.
El Gobierno apuesta a que la recuperación de la economía se
sentirá el año próximo, aunque el alivio no será para todos por igual. Llegará
en etapas, del interior hacia el área metropolitana. Y el conurbano será el
último que la sentirá, justamente donde se volverá a jugar la elección
nacional.
Cambiemos, que selló en buena medida su suerte electoral en
las expectativas que generó, hoy está frente a otro escenario que lo inquieta.
Las mediciones le muestran al Gobierno que cayeron las expectativas de mejora,
pero también que la percepción de hoy es que están mejor que antes. Por eso el
desafío que afrontan es revertir las expectativas pesimistas.
Otro factor que interpela al oficialismo por estas horas es
Elisa Carrió. La embestida contra el ministro de Justicia, Germán Garavano, y
las denuncias de falta de transparencia y de acuerdos espurios con un sector
del peronismo no son gratuitas. Ataca al corazón del contrato de Cambiemos con
sus votantes. En el Gobierno dicen que no han medido en el electorado su
impacto. Confían en que esta tensión con la socia fundadora de Cambiemos se irá
resolviendo con el paso del tiempo. "No se necesita ningún hecho que ponga
fin a la tensión", dicen en la Casa Rosada. "Es como una familia, en
la que se banca a cada uno de sus integrantes, porque más allá de sus opiniones
y posturas seguirán estando".
© La Nación
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