viernes, 26 de octubre de 2018

Macri y sus errores por escuchar a la oposición


Por Fernando Laborda

Al igual que en diciembre último, durante las violentas protestas contra la reforma previsional, sectores de la oposición intentaron anteayer impedir que el Congreso sesionara, sembrando el caos en las calles adyacentes al Palacio Legislativo. No fue otra cosa que un intento por obstaculizar el funcionamiento de las instituciones de la República y, de paso, acrecentar la imagen de vulnerabilidad del gobierno de Mauricio Macri y poner en jaque su capacidad para garantizar la gobernabilidad.

Esta vez, los grupos rebeldes no lograron su objetivo. Por el contrario, aunque no sin dificultades, la Cámara de Diputados pudo sesionar y dio media sanción al proyecto de presupuesto 2019, consensuado básicamente entre el oficialismo y los gobernadores provinciales. La violencia callejera solo sirvió para volver a poner en evidencia metodologías de protesta que la sociedad rechaza mayoritariamente y para que se prestara más atención a los graves incidentes y al lamentable estado en que quedó un espacio público que a las supuestas falencias del presupuesto que los promotores de la movilización querían poner de manifiesto.

Diez meses atrás, los adalides del desorden público, entre los que convergieron, como anteayer, kirchneristas y trotskistas, tuvieron más éxito. Lograron frustrar una sesión legislativa donde debía tratarse la modificación de la fórmula para la movilidad del haber jubilatorio y dejaron al desnudo discrepancias entre los propios miembros de la coalición oficialista Cambiemos. El Gobierno debió replantear su estrategia y acceder a negociar cambios en su iniciativa previsional.

Por aquel entonces se acusó al Gobierno de pretender obtener un ahorro fiscal a costa de los jubilados. Pocos saben que, paradójicamente, si se hubiese impuesto la propuesta original del gobierno macrista, los jubilados y pensionados hubiesen recibido mayores aumentos en sus haberes que los que terminarán consiguiendo al cabo de este año.

La explicación de este fenómeno es bastante sencillo. Hasta diciembre de 2017, las jubilaciones se actualizaban semestralmente en función de dos parámetros: el incremento de los recursos de la Anses y los aumentos salariales de los trabajadores del sector formal. Con esa fórmula de ajuste, en 2016, los aumentos jubilatorios crecieron el 31,7% contra una inflación anual del 41%, por lo que perdieron casi diez puntos de poder adquisitivo. Pero en 2017 se incrementaron el 28% frente a una inflación del 24,4%, por lo que mejoraron 3,2 puntos en términos reales.

A fines de 2017, el Gobierno, imaginando que la inflación en 2018 iba a rondar solo el 15%, propuso que los haberes jubilatorios se ajustaran trimestralmente en función del aumento inflacionario medido por el Indec.

Toda la oposición y hasta sectores del propio oficialismo pusieron el grito en el cielo, pensando que ajustar en adelante los haberes jubilatorios por inflación era una estafa para la llamada clase pasiva.

Fue así como, cediendo a las presiones políticas y de la calle, el Gobierno aceptó una nueva fórmula de movilidad jubilatoria basada en un 70% en la inflación medida por el Indec y en un 30% en la variación de los salarios.

Hoy la dura realidad indica que ni la inflación será al cabo de este año del 15%, como el Gobierno y muchos otros estimaban un año atrás, sino que terminará rondando el 45%. Y también señala que el promedio de los aumentos salariales estará cerca del aumento del costo de vida. En conclusión: la intervención de la oposición terminó perjudicando a quienes decía defender. En lo que va de 2018, las jubilaciones experimentaron un incremento del 19%, en tanto que la inflación acumulada desde enero hasta septiembre ha sido del 32,4%.

No fue la única vez que el gobierno de Macri se dejó llevar por cantos de sirena opositores con malos resultados. Por influjo del massismo y de otros sectores, el oficialismo convalidó una iniciativa para imponer el impuesto a la renta financiera. Tal norma desató desde abril último una huida de capitales extranjeros de los activos argentinos, además de una suba del dólar, y comenzó a ser aplicada justo cuando se consolidó la tendencia hacia la suba de las tasas de interés internacionales, hecho que golpeó a las economías emergentes, y mucho más a la Argentina.

Recientemente, el propio Macri hizo suya una iniciativa de la oposición para regular el mercado de alquileres, con el aparente propósito de proteger a los inquilinos. El proyecto desató toda clase de advertencias por parte de agentes inmobiliarios y economistas acerca de la posibilidad de que termine provocando, como en otros tiempos, una retracción de la oferta de viviendas en locación y espantando a inversores que construyen y adquieren inmuebles para renta, y una consecuente suba de los precios de los alquileres.

Tal vez Macri debería ser más selectivo a la hora de escuchar las ideas de sus opositores.

© La Nación

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