Por Fernando Laborda
Mientras sigue procesando el conflicto que desató Elisa
Carrió, la Casa Rosada evalúa el escenario que ofrece el peronismo, con sus
múltiples actos por el 17 de Octubre y sus peculiares criterios para entender
el alcance de la lealtad. La foto de Tucumán es para hombres de Mauricio Macri
una buena y una mala noticia al mismo tiempo.
Es buena en términos electorales
porque, a juicio de ellos, muestra un peronismo anclado en el pasado, con
figuras que han perdido la sensibilidad para interpretar la renovación que
reclama la sociedad. Y mala desde el punto de vista institucional, dado que, a
juzgar por la dureza de los discursos y la combatividad evidenciada por los
dirigentes sindicales allí presentes, será cada vez más difícil imaginar
mecanismos de cooperación política para llevar adelante reformas estructurales
que el Gobierno crea indispensables.
El peronismo debate qué hacer con Cristina Kirchner,
mientras la expresidenta avanza más sigilosamente con la conformación de su
agrupación Unidad Ciudadana en el orden nacional. Voceros del peronismo no
kirchnerista, como Julio Bárbaro, afirman que "es absurdo unirnos con
quienes tenemos ideas distintas" y que "resultaría impensable
concurrir a una elección interna contra quienes no estaríamos dispuestos a votar
en una elección general". Se trata de un criterio que comparten
gobernadores justicialistas como el salteño Juan Manuel Urtubey y el senador
Miguel Angel Pichetto, quienes han expresado sus deseos de ser candidatos
presidenciales en 2019.
Del otro lado, hay dirigentes como Alberto Fernández o
Felipe Solá , que pese a no ser considerados parte del riñón cristinista,
entienden que no se puede dejar fuera de cualquier proceso de reconstrucción
del peronismo a la figura que actualmente reúne la mayor intención de voto
entre todos los dirigentes de la oposición, en referencia a la exjefa del
Estado procesada en varias causas por corrupción.
En el medio, hay un nutrido grupo de intendentes bonaerenses
que probablemente no comulgan con el cristinismo, pero que, a la hora de cuidar
su quinta, entienden que si el año próximo concurren a las elecciones por fuera
del kirchnerismo y Cristina Kirchner les abre otra lista en sus distritos,
podrían quedarse sin el pan y sin la torta.
Aunque nadie en la Casa Rosada lo enuncie de manera abierta,
cerca del Presidente hay coincidencia en que, como expresó ayer en el Coloquio
de IDEA el politólogo Andrés Malamud, Cristina Kirchner es la mejor garantía de
supervivencia de Cambiemos en el poder.
"Nosotros no fomentamos la polarización. Pero sabemos
que la gente tiene en la cabeza que la opción para el año próximo es entre
Cristina y Cambiemos. No vemos que la ciudadanía demande una tercera pata
electoral", evalúa un alto funcionario de Balcarce 50.
La misma fuente gubernamental admite la existencia de un
sector del electorado indefinido, que expresa desencanto con el gobierno
nacional. Aunque se cuida de hablar de "desilusión" y prefiere
emplear otro término para caracterizarlo: "Enojo".
Frente a ese porcentaje de electores "enojados",
que hoy se advierte en el 58% de ciudadanos que reprueban la gestión
gubernamental según encuestas que maneja el propio Gobierno, existe
coincidencia en la mesa chica del macrismo en que Cambiemos tendrá chances de
ganar las próximas elecciones si la coalición se mantiene unida. "Para ese
sector del electorado, es importante que Lilita Carrió esté. Y si no fuera
puteando, mejor", se sostiene en la Casa Rosada, más allá de la
insistencia en que "el garante de que haya Justicia independiente es el
Presidente".
© La Nación
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