Paradoja. La realidad mostró que el “que se vayan todos” se vuelve “se quedan todos”. (Foto/CEDOC Perfil) |
Un general avanza peligrosamente mientras el gobierno
empantana al país con sus dislates y furcios económicos y la oposición
peronista (toda) protege a la jefa espiritual de los corruptos. El que avanza
es el general descontento. Sus tropas incluyen el enojo, el malestar, la
decepción y la desesperanza. Varios estudios y encuestas conocidos en los últimos
días indican que la imagen de gobernantes, funcionarios, opositores, virtuales
candidatos y demás ejemplares de la fauna política no cesa de caer. En algunos
casos más, en otros menos pero, como el peso, cotizan a la baja.
Diecisiete años después de 2001, el descontento de hoy no
aparenta ser explosivo como el de entonces. Por una parte, la realidad demostró
cómo “que se vayan todos” se traduce en que todos se quedan, envueltos en sus
trajes de amianto y confiados en la dureza de sus caras. Se quedan, transmutan
(muchos ni eso) y reinciden. Según una de esas encuestas (Grupo de Opinión
Pública) un 45% de los consultados busca en vano una alternativa fuera de las
caras conocidas. Según otra (Opinaia), un 70% cree que todos los políticos son
corruptos y no confía en la política.
“Allí donde los hombres conviven en un sentido
histórico-civilizatorio, hay y ha habido siempre política”, afirma la
ineludible Hannah Arendt (1906-1975), en La promesa de la política (Paidós).
Desconfiar de la política sería, entonces, como abdicar de la posibilidad
humana de convivir. Desde el momento en que la diversidad es característica
esencial de la especie, naturalmente habrá siempre ideas, opiniones,
prioridades, intereses, creencias y cosmovisiones distintas. La supervivencia
dependerá de la posibilidad de articularlas. Eso es la política. Su misión y su
fin “es asegurar la vida en el sentido más amplio”, dice Arendt. “Es ella quien
permite al individuo perseguir en paz y tranquilidad sus fines”.
No puede haber libertad sin política y viceversa, señala la
pensadora. La política es un ámbito que permite dar durabilidad a los asuntos
humanos, continúa. Esto significa un ámbito que permita la trascendencia, ir
más allá de lo inmediato, andar en dirección de una visión. La promesa de la
política es la de aprender a vivir juntos en lo diverso, de organizar
comunidades esenciales a partir del caos absoluto de las diferencias, Arendt
dixit. Todo ámbito compartido (la pareja, la familia, un consorcio, el trabajo,
un barrio, todo tipo de organización, independientemente de su fin) es un
ámbito político en el que se toman decisiones políticas. Desentenderse de la
política o no creer en ella es como autoexiliarse de lo humano o no creer en su
posibilidad.
Por esto es muy grave la traición a la promesa de la
política. La corrupción es una traición imperdonable. La manipulación de los
instrumentos políticos en función de intereses personales, corporativos o
sectoriales también lo es. El sometimiento de la política a la economía (al
totalitarismo de mercado) es una traición de alto grado. Del mismo modo que el
desprecio por la política o el asumir funciones de gobierno (incluso las más
altas) siendo políticamente ignorante y, más aún, exhibiendo esa ignorancia
como un mérito.
El general descontento avanza con sus tropas sobre el
terreno previamente depredado por quienes traicionan y vienen traicionando a la
política, desvirtuando su promesa, usando su nombre en vano. O peor, valiéndose
de su nombre para empeorar y envilecer la vida de la comunidad. Quienes
traicionan a la política no tienen pudor en usar palabras como “pueblo”,
“felicidad”, “patria”, “gente”, “futuro”, “verdad”. Para ellos estas palabras
son solo cebos, carnadas. Hay quienes pican porque, como dice Arendt, “sufrimos
menos cuando quedamos atrapados en los movimientos totalitarios o en los
ajustes de la psicología moderna”. O cuando compramos promesas de brotes verdes
que nunca florecen. Pero, advertía la filósofa, con la facultad de sufrir se
pierde también la virtud de resistir. Y perdida esa virtud, todo el campo es de
los traidores a la política.
(*) Escritor y periodista
© Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario