La influencia de H.P. Lovecraft en la
literatura, la música y el cine
H.P. Lovecraft dejó un gran legado para la literatura del horror que influyó en otras artes. |
Por Juan
Carlos Martínez Barrio
No está muerto lo que puede yacer eternamente, y
con el paso de extraños eones, incluso la muerte puede morir (“That is not dead
which can eternal lie, and with strange aeons even death may die”). Ésta es una
de las citas más célebres del loco de Providence, aquel que murió perseguido
por los seres invisibles.
Howard Phillips Lovecraft nació un 20
de agosto de 1890 en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. En vida sus
obras no pasaron de ser publicadas en “pulp magazines”,
como por ejemplo el ya legendario Weird Tales. Sin embargo, como en otras
ocasiones, y por desgracia para el protagonista, alcanzó fama póstuma. Sus
escritos son parte fundamental y —como a él le gustaría decir— primordial de la
literatura de horror. Reuniendo influencias de autores como Poe o Lord Dunsany, fue desarrollando un estilo propio
y característico a lo largo de su carrera, la cual no fue excesivamente larga,
dado que falleció, acompañado por su propia miseria, a los 46 años de edad.
Su obra es la piedra angular de los denominados “Mitos de Cthulhu”, que incluyendo también los trabajos
de otros autores como Arthur Machen, August Derleth o
Robert Bloch, conforman un ciclo literario de “horror cósmico”,
dentro del cual se aglutinan relatos centrados en temas recurrentes en los
trabajos de Lovecraft como pudieran ser el conocimiento prohibido —aquí
habríamos de recordar el Necronomicón, en
su imaginación escrito por el árabe loco Abdul Al-Hazred—,
influencias y raíces no humanas en la humanidad, culpa o maldiciones heredadas,
el destino determinado, la civilización amenazada, condicionantes raciales o
étnicos —éste es uno de sus aspectos más controvertidos—, riesgos de la
ciencia, religión o supersticiones.
La influencia de H.P.Lovecraft no únicamente se
circunscribe a la literatura. Encontramos rastros de sus obras en la música,
los comics, la industria de los videojuegos o el séptimo arte. Enmarcado habitualmente
en un mundo en el cual la ciencia aún permitía mucho margen tanto a la sorpresa
como a la imaginación, el cine ha sido soporte visual de muchas de sus
historias.
Las primeras transposiciones cinematográficas
realizadas sobre la obra de Lovecraft datan de la década de los 50, llegando a
constituir verdaderamente un subgénero cinematográfico. En cualquier caso,
repasar la filmografía de Lovecraft requeriría, más que un artículo, un manual
completo. La lista de adaptaciones cinematográficas y televisivas es,
prácticamente, interminable.
The haunted palace
(El palacio de los malditos), dirigida en 1963 por Roger Corman y protagonizada por Vincent Price, Debra Paget y Lon Chaney Jr., basada en
la novela corta The case of Charles Dexterd
Ward (El caso de Charles Dexter Ward), escrita en 1928 y
localizada en su Providence natal, es la primera película de relevancia en la
que se introducen buena parte de algunos elementos esenciales en el universo
Lovecraftiano, como el Necronomicón o las abominaciones cósmicas Cthulhu o Yog-Sothoth.
Durante los años 80 se realizaron algunas de las
películas más conocidas, y comerciales, basadas, de alguna u otra manera, en
Lovecraft. Dirigida por Sam Raimi, The evil dead (Posesión infernal),
fue estrenada en 1981. Tanto en esta cinta como en sus secuelas The evil dead II (Posesión
infernal II) y Army of Darkness (El ejército
de las tinieblas), comercializadas en 1987 y 1992 respectivamente,
aparece el infame Necronomicón, también denominado aquí como Necronomicón Ex-Mortis o El libro de los muertos.
En el 2013 se realizó un remake de The Evil dead,
dirigida por el uruguayo Federico Álvarez, si bien no tuvo tanta repercusión
mediática como la versión original.
En 1985 llegó una de las películas más
comerciales, Re-Animator, dirigida por
Stuart Gordon con Jeffrey Combs como actor principal y basada en el
relato Herbert West: Reanimator. La versión cinematográfica,
definida como comedia negra, se alejó del tono fatalista del relato de 1922 en
el cual los experimentos médicos de su protagonista culminan en una vorágine de
cuerpos desmembrados y sangre.
Uno de los grandes del cine de terror, John Carpenter, dirige en 1985 In the mouth of madness (En la boca del miedo),
protagonizada por Sam Neill y Julie Carmen, la cual, cerrando la conocida como
Trilogía del Apocalipsis, que incluye también The thing (La cosa) y Prince of Darkness (El príncipe de las tinieblas),
presenta claras influencias de Lovecraft, destacando, sin ir más lejos, la
aparición de los Antiguos.
De nuevo bajo la batuta de Stuart Gordon, en 2001
llega a las salas comerciales la producción española Dagon, protagonizada por Ezra Godden, Macarena
Gómez y Francisco Rabal, como transposición del relato de 1936 The shadow over Innsmouth (La sombra sobre Innsmouth).
Esta no es la única incursión reciente en el mundo Lovecraftiano con producción
española. La herencia Valdemar fue
estrenada en la gran pantalla en dos partes los años 2010 (La herencia
Valdemar) y 2011 (La herencia Valdemar II: La sombra prohibida)
respectivamente. Basada en la cosmogonía de los mitos de Cthulhu, su argumento
y estética recuerdan buena parte de las obras del autor. Ópera prima del
director José Luis Alemán, contó con un significativo elenco de actores como
Silvia Abascal, Daniele Liotti, Paul Naschy, Eusebio Poncela o Rodolfo Sancho.
La H.P. Lovecraft Historical
Society, oficiaría de colofón a este repaso con la producción en
2005 de The call of Cthulhu (La llamada de Cthulhu),
adaptación del relato homónimo de 1926, medio metraje silente en blanco y negro
realizado con las técnicas cinematográficas de los años 20, con el objeto de
reproducir el ambiente de la época en la cual fue escrita la obra, e
incorporando a su vez elementos estéticos y narrativos propios del
expresionismo alemán.
La vida de Lovecraft, amén de corta, estuvo en todo
momento determinada por la desgracia. Sus padres fallecieron ambos internados
en el hospital psiquiátrico Butler de Providence en un intervalo de 20 años. Él
mismo murió de un extraño cáncer intestinal arruinado, solo y acosado por sus
terrores, en 1937 también en su Providence natal. Su vida fue corta, sí, pero
su legado cultural, inmenso.
© Zenda –
Autores, libros y compañía
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