La precuela de los
cuadernos de las coimas
Por Giselle Rumeau |
Es un mecanismo de defensa tan viejo como el mundo. Gran
parte de los argentinos que confiaron en el modelo kirchnerista en nombre de
las ideas o sus ideales se resiste a reconocer la magnitud de la corrupción que
se dio en la década ganada. Pese al peso inexorable de la evidencia, les
resulta difícil caer en el fondo oscuro y malsano de la desilusión, descubrir
la promesa vacía, aceptar que se ha vivido equivocado.
De ahí, la negación ante
lo obvio, tan sólo para no desdibujarse, para no dejar de ser. Las afirmaciones
que ubican al escándalo de los cuadernos de las coimas como una estrategia para
desviar la atención de la grave crisis económica o la escalada desenfrenada del
dólar está en línea con ese mecanismo. La causa dejó expuesto con pelos y
señales el modus operandi del negocio mal habido de la obra pública y provocó
una ola de pruebas e involucrados arrepentidos, pero aún así genera
desconfianza en al menos 50% de los ciudadanos, según una encuesta de Management & Fit publicada el
miércoles por el diario Clarín.
No hay demasiadas vueltas. O se trata de personas negadoras
o son cómplices de la estafa al Estado. Quienes están salpicados por el lodazal
apelan, como su líder, al argumento del complot conspirativo. Según el nuevo
relato, este festival de corrupción se reduce a una estrategia de persecución
brutal contra Cristina Kirchner llevada a cabo por el poder judicial, el
Gobierno de Cambiemos y los medios hegemónicos de comunicación, con el objetivo
de proscribir a la principal líder de la oposición. Algo que se cae por
incoherente. La jurisprudencia local y la obsolescencia del Código Procesal
Penal vigente, plagado de artilugios recursivos y apelaciones, permitirían a
Cristina ser candidata aun estando presa y condenada en primera instancia. Al igual
que Carlos Menem, que pudo renovar su banca a senador el año pasado por no
tener sentencia firme en el caso del tráfico de armas a Ecuador y Croacia.
Quien argumente que nunca se enteró, también miente. O
estaba mirando para otro lado. Es que la podredumbre que salió de los ocho
cuadernos del chofer Oscar Centeno no fue ninguna novedad. Todo había sido
escrito. Publicado como una nota en los principales diarios del país o editado
como libro. Desde 2003 hasta el 2015, cuando aún estaba Cristina Kirchner en el
poder y gran parte de la Justicia dormía la siesta, se editaron unos 15 libros
que desnudaron la corrupción durante los 12 años de gestión kirchnerista y que
fueron desacreditados por sus protagonistas. Como en una suerte de precuela de
la nueva causa de las coimas, 3Días
eligió a los más emblemáticos. Ocho libros para ocho cuadernos: Hablen con Julio (2007), de Diego Cabot
y Francisco Olivera; El dueño (2009),
de Luis Majul; El rekaudador (2011),
de Omar Lavieri; Boudou-Ciccone y la
máquina de hacer billetes (2013), de Hugo Alconada Mon; Las bóvedas suizas del kirchnerismo
(2013), de Juan Gasparini; La ruta del
dinero K (2014), de Daniel Santoro; La
dueña (2014) de Miguel Wiñaski y Nicolás Wiñaski; y La década robada (2015) de Jorge Lanata.
De Vido, full service
El libro de Cabot y Olivera fue de los primeros en contar
los detalles de la patria contratista de los Kirchner, a través de su soldado
ejecutor, Julio de Vido. El pionero había sido El amo del Feudo, escrito en 2003 por el periodista santacruceño ya
fallecido, Daniel Gatti, quien advirtió como el nuevo Presidente había
industrializado la coima cuando era gobernador patagónico. Nadie lo escuchó.
Ahora, Hablen con
Julio, publicado en diciembre de 2007, está más vigente que nunca. En una
charla con 3Días, Cabot recordó cómo
fue su génesis.
"Con Pancho (Olivera) éramos redactores de economía y
las contradicciones entre el discurso del Gobierno y lo que nos contaban los
empresarios respecto de la obra pública eran ya muy evidentes. Sabíamos lo de
los estacionamientos, los baúles y los bolsos. Y en enero de ese año le propuse
a mi compañero contarlo en un libro. El director de Sudamericana era en ese
momento Pablo Avelluto, hoy ministro de Cultura, quien temía publicar un ejemplar
sobre un posible ex funcionario. Sucede que hasta agosto de 2007 no se supo si
el candidato de la reelección iba a ser pingüino o pingüina. Y como Cristina
prometía un Gobierno más institucional, De Vido podía quedar afuera. Pero
nosotros no teníamos dudas. Si gana ella, De Vido va a seguir -le dijimos-
porque el kirchnerismo no se puede concebir sin este tipo de personajes, full
service, capaces de todo", cuenta el periodista, hoy editor de Economía de
La Nación.
Diego prefiere no hacerse malasangre cuando escucha que su
trabajo, una investigación que -por sus características- prefirió llevar a la
Justicia antes que publicarla como primicia, es una cortina de humo para tapar
el descalabro económico de Cambiemos.
"Yo no soy un evangelizador de posturas de nadie. Hice
un laburo periodístico. Y por primera vez, decidí tomar un camino distinto e ir
a la Justicia. A veces este tipo de cosas depende de imponderables. Trabajé
durante tres meses, y si lo hubiera llevado en enero, nadie hubiera dicho eso.
Se dio así. Cuando empezó, ni siquiera era lo que es ahora. Pero no voy a
evangelizar. Que cada uno tome la realidad que quiera. Esto se sabía desde hace
rato", insiste con una sana sabiduría.
Lo que sí resultó inédito, algo impensado en el país hace
unos años, fue el desfile de empresarios intocables como Aldo Roggio o Enrique
Pescarmona por Comodoro Py, contando el modus operandi de las coimas en virtud
de la Ley del Arrepentido, sancionada durante la gestión de Cambiemos y clave
para poder llevar adelante una megacausa de corrupción. Así las cosas, ¿será
este un caso bisagra en pos de la transparencia y la lucha contra la impunidad
en la Argentina?
"Que los empresarios desfilen por tribunales tiene que
ver con esta causa, porque la justicia pudo ir por delante de la noticia y eso
fue una ventaja a la hora de recabar pruebas. Les quitó a los acusados
capacidad de acción. Pero en el tema de la obra pública, habrá que ver si se
dará un quiebre. Hoy cualquier funcionario nacional o provincial podría estar
haciendo lo mismo que el kirchnerismo y no lo sabemos. No tenemos ninguna
herramienta que le permita al coimeado poder defenderse casi en tiempo real. Si
fuéramos una sociedad normal, podríamos pedir a los legisladores que, mientras
esto sucede, vayan pensando en las medidas posibles para que el problema de la
coima no quede atado sólo a la honestidad de un funcionario en el futuro",
destaca.
En ese sentido, el periodista reflexiona sobre la enorme
vocación de la Argentina por centralizar las discusiones importantes en función
de un solo tema. "Si pudiéramos debatir varias cosas al mismo tiempo en
lugar de una por vez, no habría noticias que tapen a otras", asegura.
Presidente coimero
Luis Majul fue otro de los adelantados en escribir sobre
Néstor Kirchner y las irregularidades en los negocios del juego, la obra
pública, el petróleo, las finanzas, el transporte, la energía eléctrica y los
medios de comunicación durante su mandato. En El dueño, publicado en 2009, arranca narrando un hecho de
corrupción donde el propio ex Presidente está pidiendo un 20% de coima a un
empresario.
Ante 3Días,
recuerda una anécdota que da cuenta de la falta de reacción de la Justicia.
"Cuando el libro pasó los 300.000 ejemplares, me fui a Madrid a
presentarlo. Y los periodistas españoles me hacían siempre las mismas
preguntas. ¿Alguno de los funcionarios que usted denuncia está preso? No -les
decía- ninguno. ¿A usted lo detuvieron por calumnias e injurias?, insistían.
Tampoco, era mi respuesta. Entonces acá hay una cosa que no es coherente, que
no funciona, repetían, asombrados", detalla.
Ahora, el conductor de La
Cornisa y 4D cree que el caso de
los cuadernos podría ser una bisagra. "Es la investigación de corrupción
más importante desde el 83 hasta ahora, sin ninguna duda. Porque lejos de tapar
la realidad -con el dólar a $ 40 es intapable- viene a comprobar lo que
escribimos varios periodistas y a demostrar que hubo un plan de saqueo
sistemático", destaca.
Por si acaso, Majul recuerda que nunca ignoró la connivencia
de los grupos económicos con los gobiernos. "Incluso, escribí sobre eso en
los 90 cuando publiqué Los dueños de la
Argentina. Pero que esos grupos más importantes del país admitan ahora que
pagaron coimas, es inédito", insiste. Y agrega: "Hay que ver cómo se
va a financiar la campaña el año que viene. No creo que ningún empresario
argentino, ni chico, mediano o grande, acepte hacerlo en negro ni a cambio de
ningún negocio", remarca.
Con todo, y en línea con Cabot, cree que la asignatura
pendiente es que la Justicia tenga las garantías suficientes para que pueda
investigar a los funcionarios mientras están en el poder.
Jaime, el primer
bolsero
Omar Lavieri, periodista de Infobae y especializado en temas judiciales, publicó su libro El rekaudador en 2011, en el que detalla
como Ricardo Jaime, el primer preso de la corrupción K, recibía el dinero sucio
y se lo entregaba a Néstor Kirchner. Pero desde la redacción de Clarín hizo punta al denunciar el
enriquecimiento ilícito del ex ministro de Transporte en 2008. Y no es todo: en
2010 consiguió y publicó en ese diario el contenido de los mails del testaferro
de Jaime, Manuel Vázquez, donde estaba la lista de los empresarios que pagaban
coimas.
"Fue como el caso de los cuadernos pero en formato
digital. Estaba todo. Pero por el poder que tenía el kirchnerismo en la
justicia, se a anularon esos mails como prueba. A la justicia federal la
manejaba un sector de la ex secretaría de inteligencia con armas que no siempre
son la amabilidad y el convencimiento", le cuenta a 3Días. Y agrega: "Ya en 2011 nombré a Roggio, a Romero, a
Otero y a Cirigliano. Todos los que ahora aparecen en los cuadernos, están
mencionados en mi libro, porque eran parte del entramado de negocios oscuros en
el área de transporte, con la obra pública ferroviaria. Yo avisé. Y eso que en
el año 2011 era muy difícil hablar de esto, porque el kirchnerismo era
importante e iba por la reelección", relata.
El periodista recuerda que "el padre de estas denuncias
es el turco (Jorge) Asis, que arrancó con esto en su libro La marroquinería política, publicado en 2006". "Después,
todos escribimos sobre bolsos, guita en negro y valijas. Y a quienes dicen que
con el caso se intenta ocultar algo, les digo que es imposible tapar la
situación económica. Ni con mil cuadernos", concluye, tajante.
Cristina y familia
El periodista de Clarín
Daniel Santoro publicó en 2014 el libro La
ruta del dinero K, donde narra la trama de los escándalos de Lázaro Báez,
Hotesur y otras causas, prueba que existió esa ruta millonaria y que su
funcionamiento involucra a Cristina y su familia. Es por eso que considera como
un "desconocimiento supino" decir que el caso de los cuadernos
aparece en escena para desviar la vista de la economía.
"Este nuevo caso es un anexo a la causa por la
importación de barcos de gas natural líquido en la que el Gobierno de Cristina
Kirchner pagó u$s 17.000 millones con sobreprecios. Por esa causa, el juez
(Claudio) Bonadio procesó y detuvo a Roberto Baratta, el jefe de Centeno y mano
derecha de De Vido, el año pasado. Fue ahí cuando la ex mujer del chofer, Hilda
Horovitz, se presenta a contarle al juez lo que sabía. Bonadio incorpora esa
declaración, saca testimonio y se inicia un expediente por enriquecimiento
ilícito contra Baratta. En marzo se presenta Diego Cabot con los cuadernos de
Centeno. Y por eso Bonadio es el juez natural de la causa. Son los mismos
actores, los mismos hechos, los mismos contratos", explica el periodista.
Al igual que el resto de sus colegas, Santoro no cree que el
caso profundice la recesión. "Es verdad que aumenta la mala imagen que
tiene la Argentina en el exterior con la corrupción y afecta las acciones de
las empresas de los arrepentidos. Pero creo que es una oportunidad histórica
para ir hacia mecanismos de mayor transparencia y reducir estos niveles de
corrupción que nos ha llevado a una cifra de u$s 36.000 millones, saqueados
entre el 2002 y el 2014, según calculó el académico del Conicet, Ariel Coremberg",
dice. Y concluye: "Mas o menos el déficit fiscal que tenemos ahora en
medio de esta crisis".
Pues bien, ya no hay dudas de que las pruebas que hoy se
acumulan en el caso de los cuadernos se anticiparon diez años. La crónica de
una estafa anunciada.
Testigos
santacruceños
El libro El amo del
feudo se publicó en 2003, cuando Néstor Kirchner llegaba a la Casa Rosada.
Su autor, el santacruceño Daniel Gatti, era un ex montonero que estuvo preso
durante la dictadura, y describía al ex Presidente como "un oportunista
inescrupuloso, agresivamente autoritario y vorazmente corrupto". Lo
conocía de cerca. Pero su trabajo sufrió una indiferencia monumental.
Años más tarde, otro santacruceño, Alvaro de La Madrid,
escribió El Pingüino emperador
(2011), en el que relata hechos de corrupción vividos en primera persona como
testigo cuando Néstor Kirchner era intendente de Río Gallegos y luego
gobernador de la provincia patagónica.
© 3Días
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