domingo, 5 de agosto de 2018

Corrupción y gangsterismo

Por Carlos Gabetta (*)
Basta rever la saga de El padrino para verificar que corrupción política y gangsterismo acaban yendo de la mano. Para el cine y la literatura, los métodos mafiosos, que hasta hace unas décadas eran asuntos de la Italia del Sur o de italianos afincados en Estados Unidos y algún otro país (en Argentina dieron mucho que hablar en las primeras décadas del siglo XX), son ahora cuasi universales.

A las series sobre capo-mafiosos como el colombiano Pablo Escobar le siguen novelas sobre el mexicano “Chapo” Guzmán y otros. No tardará una comedia dramática sobre el argentino José López y su patético intento de introducir bolsos con nueve millones de dólares y un fusil ametrallador en un convento de dulces monjitas, que oficiaba de aguantadero. O alguna reflexión filosófica sobre el azar, que desbarata las tramas más sofisticadas (el vecino que a medianoche avisó a la policía sobre López), o acerca de la obsesión de Oscar Centeno, el chofer que apuntó durante diez años, con lujo de detalles, las andanzas del dinero “K”. Pero no fue Centeno, sino su ex mujer, la que entregó los cuadernos. Otro costado apasionante para entrarle al asunto en la literatura o el cine.

Pero para el caso, poco importa elucidar si “la vida imita al arte”, como quería Oscar Wilde, o es al revés. Lo concreto es que leer novelas, lo hacemos de a ratos, e ir al cine, de vez en cuando. Pero vivir, vivimos cada rato y las consecuencias de la corrupción, que cada día es más gangsteril, es lo que va ocupando todos los ratos de nuestra vida. Ya sea porque pertenecemos a la enorme franja de desposeídos, porque vamos en esa dirección o, pura y simplemente, porque invertir el dinero, andar por la calle o estar en casa es cada vez más peligroso.


La relación entre crisis político-económica, corrupción político-institucional-social y métodos e intereses mafiosos se hace cada vez más evidente. Los “Panamá Papers”, el “Lava-Jato” en Brasil, que ahora, con los “cuadernos de la corrupción”, echa vuelo en Argentina. En México, donde todo esto viene agravado por la frontera con el gran mercado drogo-financiero, Estados Unidos, la violencia delincuencial provocó más de 30 mil muertos, unos ochenta al día, el año pasado.

En Argentina, habitan sindicalistas millonarios con más de 30 años en el puesto, empresarios-sindicalistas que representan a sus empleados, empresarios que lucran con un Estado corrupto y depositan sus bienes en el exterior, cuando no apoyan golpes de Estado; instituciones y Justicia ineficaces y/o corruptas y servicios de seguridad e inteligencia ídem.

He tratado ya de resumirlo en esta columna: “Meses después de la crisis de 2001, la Embajada francesa me invitó a dar una charla en París, ante el Senado, sobre el ‘problema argentino’. Además de los legisladores, acudieron casi todos los CEOs de empresas con inversiones aquí, entre otros Jacques Chambert-Loir, entonces de Total. Por supuesto, asumí todas nuestras responsabilidades políticas, económicas y sociales, pero no me privé de señalar que respecto a la corrupción, como en el tango, para bailar hacen falta dos. (…) uno de los ejecutivos franceses (...) señaló que las empresas tenían que aceptar los hechos, ya que de otro modo no podrían expandirse hacia casi ningún país. Pero según su experiencia en Argentina, las coimas ‘de entrada’, aunque altas, acababan siendo un problema menor; contable. Lo que ocurre, agregó, es que luego se suman la aduanera, sindical, funcionarial, transportista; las dificultades, demoras, incumplimientos y costos ‘extra’ de casi cualquier negociación con el Estado, las corporaciones y empresas locales…” (http://www.perfil.com/columnistas/corrupcion-y-economia.phtml).

Lo único que nos falta es el promedio de ochenta muertos por día. Pero ya contabilizamos varios y hacia eso vamos, a menos que todos estos saludables “destapes” sigan adelante en la Justicia y en la conciencia social.

Caiga quien caiga.

(*) Periodista y escritor

© Perfil.com

0 comments :

Publicar un comentario