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viernes, 6 de julio de 2018

San Fermín

Por Fernando Savater
Vivimos sin duda una época dorada del ingenio español (perdón por el gentilicio). Se nos llenan las calles de talentudas manadas de aparentes ignorantes/as capaces de juzgar sin apelación a los jueces: el Paráclito ha descendido, en forma de revolución. Los no tocados por la gracia esperamos nuestra reforma mental. La zancadilla de censura ha convertido el compadreo y el dedazo de toda la vida en el mejor concurso de méritos imaginable.

Ahora por fin los leones pastarán junto a los corderos o si no se los comerán igual que siempre, pero con buenas maneras. Y Pablo Iglesias está como nunca, está como nunca…

En este Camelot (pronúnciese “camelo”), para mí que destaca Joseba Asirón, alcalde de Pamplona. ¡Asirón, Asirón, el euskera campeón! Ha declarado que los sanfermines no se conciben ya sin los encierros pero que en cambio las corridas… Vamos, lo que opina TVE desde hace muchos años (y ahora, ni les digo). Sin embargo, creo que Asirón tiene un plan que va más lejos y más hondo, aunque su natural modestia le impide explicitarlo. Me atrevo a interpretarle. En nuestros días de ajustes presupuestarios, nada mejor que soltar en los encierros toros que luego no sean lidiados. Con seis toros y un par de sobreros, bastaría para todos los sanfermines. ¡Imagínense el ahorro, toros reutilizables! Los encierros ganarían en emoción, porque los toros resabiados serían al final casi tan listos como el alcalde y los últimos días sólo correrían ante ellos los verdaderos maestros y los suicidas. ¡Esos chulos de la Manada, ahí os quiero ver! El público se familiarizaría con los morlacos, se aprendería sus nombres, celebraría a los más pródigos en cornadas. Incluso podrían volver al año siguiente, a petición popular… Y todo eso, ahorrando. ¡Asirón, Asirón!

© El País (España)

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