Por Fernando Laborda
Desde el inicio de la gestión presidencial hasta las
elecciones de medio término de 2017, el gobierno de Mauricio Macri consolidó
sus bases de apoyo en las expectativas favorables frente al futuro. El
Presidente, con sus últimos gestos, está buscando recrear esas expectativas
como combustible político.
No fue casual que, durante su reciente conferencia
de prensa, repitiera una docena de veces la palabra "futuro". Es una
manera de persuadir a la ciudadanía de que, aunque el presente diste de ser el
mejor, las soluciones no vendrán del pasado. Hay motivos para dudar acerca de
si podrá recomponer la confianza: la triste realidad indica que la gran mayoría
de los pronósticos del primer mandatario en materia económica se vieron
incumplidos uno tras otro. Los más recordados son la idea de que en el segundo
semestre de 2016 todo estaría mejor y la más cercana, de que lo peor ya pasó.
Hoy es difícil sostener que lo peor ha pasado. El trimestre
julio-septiembre estará signado por una pérdida de poder adquisitivo que
afectará negativamente el consumo, al tiempo que el freno a la obra pública
para disminuir el gasto público y el déficit fiscal, junto a los coletazos de
la devaluación del peso, ya ha comenzado a deteriorar al sector de la
construcción, que había sido uno de los más dinámicos hasta el primer trimestre
de este año.
Hay datos positivos, con todo. En el primer semestre del
año, el déficit primario del Estado representó solo el 0,9% del PBI, por lo
cual, de acuerdo con consultoras como Ecolatina, la meta fiscal para 2018
parecería bien encaminada. No puede decirse lo mismo de la inflación, a tal
punto que algunos economistas juzgan que, para alcanzar un valor inferior al
30% anual, como el comprometido ante el FMI, haría falta un mayor enfriamiento
de la economía, una idea que inquieta a dirigentes de todos los colores políticos.
Otro dato desalentador proviene del sector externo: el
déficit de cuenta corriente alcanzó los 9600 millones de dólares en el primer
trimestre del año y el acumulado de los últimos cuatro trimestres llegó a los
34.000 millones de dólares, cifra récord desde la salida de la convertibilidad.
No es casual que Macri haya puesto tanto énfasis en estas horas en la necesidad
de mejorar las exportaciones.
Más que transmitir certezas numéricas, el Presidente, con
sus últimas intervenciones públicas, ha procurado ocupar el centro de la escena
para que este no sea monopolizado por los críticos del Gobierno y quienes
buscan persuadir a la sociedad de que la actual situación se asemeja a las
peores crisis que sufrimos los argentinos. Y como para dar una señal de
fortaleza, ayer, en Instagram, cuando se le preguntó si iba a buscar la reelección,
respondió que no le gustaba hablar de 2019, pero que está acá "para
acompañar el cambio todo el tiempo que ustedes decidan". Un indicio más de
la campaña permanente.
© La Nación
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