Dilma Rousseff fue destituida de la presidencia en agosto de 2016. (Foto/Hilary Swift para The New York Times) |
Casi dos años después de que el Congreso de Brasil
destituyera a la entonces presidenta Dilma Rousseff y propiciara una de las
caídas políticas más asombrosas en la historia de Brasil, la primera presidenta
de ese país espera regresar a la capital como senadora.
Rousseff anunció formalmente sus intenciones de postularse
para ocupar un escaño en el Senado el 28 de junio pasado, en representación del
estado de Minas Gerais, de donde es originaria. Lo más probable es que en esta
contienda se enfrente al titular actual, el senador Aécio Neves, a quien logró
derrotar por un ligero margen en las elecciones presidenciales de 2014.
Si llega a ganar, Rousseff se convertirá en el caso más
reciente de un polémico expresidente de la región que regresa a la política con
un cargo en el Senado.
El colombiano Álvaro Uribe Vélez y la argentina Cristina
Fernández de Kirchner se convirtieron en personajes importantes de la oposición
en el Congreso después de haber cumplido dos mandatos en la presidencia.
“Creo que puedo
contribuir mucho al país desde la perspectiva de Minas Gerais”, dijo Rousseff
en una entrevista el viernes por la noche. “Sobre todo, quisiera ser una de las
voces que defiendan la expansión de la democracia en Brasil”.
Rousseff afirmó que cree que su imagen entre el electorado
ha mejorado debido a la cantidad de escándalos que han envuelto a varios
legisladores responsables del proceso para destituirla, al que considera un
golpe antidemocrático.
Rousseff dijo que, en caso de ser votada al cargo, luchará
para reducir la desigualdad y ampliar el acceso a la educación, dos de las
iniciativas principales que el Partido de los Trabajadores (PT) impulsó cuando
esa agrupación estuvo en el gobierno, de 2003 a 2016.
“En la actualidad observamos un retroceso significativo por
todo el país”, aseveró. “Los más pobres sufren las consecuencias de las
políticas de este gobierno”.
Quizá Rousseff sea el nombre más reconocido que aparezca en
las boletas representando al PT en octubre, cuando los brasileños elijan
presidente.
Todavía no se sabe a quién postulará el partido de izquierda
para la contienda presidencial. Su plan de lograr la elección para un tercer
periodo de Luiz Inácio Lula da Silva, el predecesor de Rousseff, sufrió un
traspié este año, cuando Lula comenzó a cumplir una sentencia de doce años por
cargos de corrupción.
Rousseff, de 70 años, podría convertirse en el segundo caso
de un expresidente brasileño destituido y después electo al Senado desde el
restablecimiento de la democracia a mediados de la década de los ochenta. El
expresidente Fernando Collor de Mello, quien renunció en diciembre de 1992
mientras se realizaba un procedimiento de juicio político en su contra por
corrupción, ha ocupado un escaño en el Senado desde 2007.
Laura Carvalho, economista de la Universidad de São Paulo,
quien publicó hace poco un libro en el que critica la política económica de los
gobiernos del PT, opinó que Rousseff podría convertirse de nuevo en una voz
influyente.
“Dilma podría tener una enorme influencia en los debates
sobre temas económicos y políticos durante los siguientes cuatro años, en gran
parte debido a su experiencia de haber fungido como presidenta”, explicó. “No
me extrañaría que resultara mejor senadora que presidenta”.
Rousseff se ha mantenido relativamente lejos de la escena
pública desde su remoción del cargo en agosto de 2016, después de que el
Congreso determinara que había utilizado indebidamente fondos de los bancos del
Estado para ocultar déficits presupuestarios.
Desde entonces se han formulado cargos de corrupción tanto
en contra de ella como en contra de Neves, político de centroderecha afiliado
al Partido de la Social Democracia Brasileña.
El año pasado, los investigadores obtuvieron una grabación
en la que se escucha a Neves solicitar un soborno enorme a un empresario
conocido. Aunque Neves ha negado su culpabilidad, el Supremo Tribunal Federal
dictaminó en abril que había suficientes pruebas para proceder con el caso.
Una denuncia presentada en septiembre señaló a Rousseff como
una de las responsables de operar un esquema masivo de sobornos dentro del
Partido de los Trabajadores, expuesto como una organización criminal. Rousseff
mantiene que las acusaciones en su contra carecen de fundamento.
© The New York Times
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