Por Gustavo González |
Dicen que las de 2017 fueron las segundas peores
navidades de Cristina, después de las del año en que murió su esposo.
Había perdido
en su fortaleza electoral con un desconocido como Bullrich, seguía en la
mira de los jueces junto a sus hijos y Macri parecía imbatible. Ahora, no solo
siente que el clima político de la Argentina no es el mismo porque lee las
noticias, sino porque desde hace un par de meses dejó de sentirse portadora de
algún extraño virus que llevaba a que casi ningún dirigente quisiera acercarse
a ella.
Hoy ve cercanos aun a aquellos que tanto la
acusaban, como Alberto Fernández y Felipe Solá.
Quienes la conocen bien aseguran que es generosa y perdona a quienes le
hicieron daño... “pero jamás olvidará sus nombres”, agregan, como si hiciera
falta la aclaración. No solo trataría con amabilidad a los que regresaron, sino
que a todos los anima a competir en las próximas elecciones, incluso para el
puesto mayor: “A los que quieren ser presidente, les dice que no lo duden, que
los va a apoyar. Hasta a Santiago Cúneo se lo dijo”, en relación con el ex
conductor de Crónica TV, que suele insultar a Macri y a sus ministros.
El método. Peronistas no K como Urtubey y Pichetto afirman que quien
se va a presentar como candidata será ella. En el entorno de Cristina
reconocen que es posible, no seguro. Lo seguro es que prepara un plan para
evitar que Cambiemos gobierne después de 2019. Acepta que el kirchnerismo
cometió errores en las estrategias electorales de 2015 y 2017, y cree que el
principal fue no haber encontrado la forma de sumar a todos los candidatos
peronistas.
La alternativa que empezaron a barajar para los
próximos comicios se llama D’Hondt, por el jurista belga que inventó el método
de distribución proporcional de escaños de acuerdo a los porcentajes obtenidos
en una elección por los distintos participantes.
Las PASO no permiten que, al competir para
presidente o gobernador dentro de un mismo espacio político, quien salga
primero sea el candidato y el segundo, su vice. Pero no impiden que si la carta
orgánica del partido lo autoriza, entre las distintas listas para legisladores
se use el sistema D’Hondt para definir la lista que competiría luego en las
generales. Esta es la idea que barajaría Cristina: armar un frente en
torno a Unidad Ciudadana o al PJ, en el que compitan para presidente
todos quienes quieran presentarse, con sus respectivas listas para diputados y
senadores.
La fórmula presidencial que en las PASO consiga más
votos competiría en las generales.Mientras que las listas de legisladores serían el
resultado de una distribución proporcional por sistema D’Hondt de todas las que
hayan participado por ese espacio. Sin piso obligatorio de votos, “para que
nadie se quede afuera”. El mismo esquema se repetiría para gobernadores.
El mentor de la propuesta es Gabriel Mariotto, el
ex vice de Scioli, un kirchnerista que le llevó la idea a Cristina y está cerca
de Alberto Rodríguez Saá, el gobernador de San Luis, que se
postula para acompañar a la ex presidenta como su segundo. “Es que solo no gana
nadie –dice Mariotto–. Solo ganamos si estamos juntos”. Los K fantasean con
unas PASO que podrían incluir un amplio abanico de peronistas como Massa,
Randazzo y Felipe Solá.
El kirchnerista puro que compita podría ser la
misma Cristina, salvo que no quiera. En tal caso, surgirían otros candidatos
que ella apoyaría, como Agustín Rossi y Rodríguez Saá.
Los puntos. Alrededor de CFK se ilusionan con que el candidato
de esas PASO sería “imbatible”, sobre todo si la situación económica empeorara. Los
postulantes deberían suscribir un programa de ocho puntos, “con el que
cualquier peronista coincidiría”: 1) No al endeudamiento externo. 2) No a la
reforma previsional. 3) No a la reforma laboral. 4) No al tarifazo. 5) Sí a la
industrialización. 6) Sí al pleno empleo. 7) Sí a que los servicios públicos
sean considerados derechos humanos.
Reconocen que parecen más los eslóganes de una
movilización callejera que un plan de gobierno, pero aclaran que “es la base
sobre la cual volver a trabajar juntos”. Hay un octavo punto que dejan
para el final: la “libertad de los presos políticos”. Hablan de todos los
ex funcionarios detenidos en causas por corrupción, “compañeros perseguidos”
como De Vido y Jaime. Es de suponer que no esperan que Massa o Randazzo firmen
eso, sino contar con su OK tácito para amansar a los jueces.
La prioridad de Cristina no es volver a la
presidencia sino, además de “salvar a la Patria del neoliberalismo”, garantizar que ni
ella ni su familia ni sus ex colaboradores terminarán en prisión o permanecerán
en ella.
Cerca suyo calculan que se presentará solo si piensa que gana. De lo contrario, Unidad Ciudadana tendrá uno o más candidatos que “se sumen a los otros peronistas, sin exclusión”.
Concretamente, creen que ni Urtubey, ni De la Sota,
ni quienes impulsan a Lavagna aceptarían participar. Piensan que sí lo haría
Solá y suponen que tienen chances con Massa y Randazzo. De hecho, el primero
explica que está dispuesto a competir con su ex jefa en unas internas abiertas
(“es la forma de terminar de una vez con ese fantasma”), pero reconoce que
cuando expresa eso en su sector, lo miran mal. Y Randazzo intentó esa interna
en las elecciones pasadas, pero sin éxito: “Fue ella la que no quiso competir”.
Con la participación en unas PASO de cristinistas
como Rossi y Rodríguez Saá (o de la propia Cristina), además de Solá, Massa y
Randazzo, estiman que la fórmula presidencial y las listas integradas por todos
los sectores transmitirían la sensación de un peronismo unido.
Se entusiasman con la encuesta de Poliarquía que
vieron esta semana, que muestra un escenario con 40% de votos para Cambiemos,
23% para el kirchnerismo y otro 23% para el peronismo no K (Vidal aparece con
18% de intención, lo mismo que Cristina; Macri con 15%, Massa con 13% y Urtubey
con 7%, entre otros).
La política como guerra. Lo que esa encuesta
agrega es que la imagen negativa de la ex presidenta no baja del 50%. ¿Cómo
acercarse a la mitad de los votos cuando, desde el vamos, la otra mitad del
electorado la rechaza a ella y probablemente a quien ella apoye? Responden: “Es
cierto, pero dentro de ese 50% hay un 10% que podría llegar a votarla con la
nariz tapada si la crisis empeora. La odian, pero saben que con ella estaban
mejor”.
Cristina sueña que va a volver. Ella y los suyos
necesitan creerlo. Volver a ser reconocida, a caminar tranquila sin la espada
de Damocles de la prisión. “Y eso sucederá cuando –no se cansa de repetir– el
macrismo sea vencido. Ahí serán ellos los que tendrán que rendir cuentas ante
el pueblo y la Justicia”.
En esta guerra sin cuartel en la que el triunfo de
uno es la muerte política del otro y en el que la libertad personal está en
juego, la situación económica del país parece un tema menor. Apenas una
herramienta para golpearse mutuamente. Juegan con fuego.
Saben que la política es la prolongación de la
guerra por otros medios. Pero olvidan que la política es más peligrosa que la
guerra porque, como decía Churchill, en la guerra solo se muere una vez.
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Perfil.com
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