Por Daniel Muchnik
De los 18 stand-by o acuerdos con el Fondo Monetario (FMI)
el del gobierno de Mauricio Macri ha sido el más veloz en resolverse. Todavía
no se preparó la carta de intención, indispensable antes de colocar las firmas
del acreedor y del deudor, pero ya salieron ministros a dar la cara y anunciar
sus grandes lineamientos. Sorprende la rapidez de todo lo acontecido.
Con el Fondo Monetario no hay besos ni simpatías que pesen:
el organismo actúa políticamente por sobre todas las cosas. Al subrayar
políticamente es que hay un interés especial en ayudar, en esta circunstancia,
a la Argentina. ¿Será por el propósito de evitar cualquier maniobra del
populismo en volver al poder? ¿Es para acallar voces y críticas, protestas y
quejas multitudinarias?
La carta de intención con el Fondo Monetario es obligatoria
por parte de la nación solicitante, donde plantea todas las problemáticas
económicas que llevaron a la crisis, que motivó la solicitud de préstamo. No es
un escrito largo, pero sí minucioso. Pero uno de los puntos finales es que el
gobierno que pide tomará todas las medidas complementarias que considere
adecuadas para el "mejor cumplimiento de los propósitos". También a
lo largo del acuerdo Argentina consultará a la entidad sobre la adopción de
cualquier medida que se proponga tomar. Es decir, habrá un control extremo de
los funcionarios del organismo, viajes con ida y vuelta a Washington, llamadas
telefónicas, visitas que se considerarán de buenos modales pero que encierran
una vigilancia extrema sobre la marcha del ajuste.
Ya se sabe: en lo que queda del 2018 los meses serán
recesivos, con retracciones de todo tipo, salarios atropellados y desilusión
política. Emergen, entonces, dos grandes cuestiones para el gobierno de Macri:
una es sobrevivir a la crisis y retomar fuerzas para lidiar con sus
contrincantes electorales en el 2019, otra es racionalizar todo, darle otro
rumbo a la economía, si se puede. ¿Podrá dar impulso de un día para el otro a
las exportaciones y limitar las importaciones para que no afectar a amplios
sectores de la producción?
Todas las críticas que se le formularon a la administración
Macri deberán ser revertidas. Ya en diciembre de 2015 duplicaron
irresponsablemente el número de ministerios, con mayores costos fiscales y con
la imposibilidad de controlar todo y a todos? Ahora quieren cortar cabezas a
toda carrera, especialmente en los cargos superiores.
¿Hay que empezar por allí o por otros gastos mayúsculos en
materia de subsidios? ¿Quién lo va a decidir? ¿Seguirá Macri confiando en su
círculo íntimo (PeñaQuintanaLopetegui) a quien le sigue rindiendo cuentas el
Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que es el factótum que conquistó Troya
con gran rapidez?
Hay decisiones políticas a tomar: ¿qué pasará con las
comunicaciones del Gobierno, qué se le explicará a la gente, seguirán pesando
los ministros que por su cuenta anuncian incrementos descomunales en las
tarifas? ¿Cuál es el límite de paciencia de la sociedad?
Ocurre que las sociedades tienen su límite de paciencia,
pero es imposible predecir cuándo es el desborde imparable. Por supuesto que
grupos kirchneristas y, en especial, los gremios que cantaban loas al
cristinismo están preparando manifestaciones para echar más leñas al fuego.
Pero aquí no hay cuestiones de necesidad apremiante en algunos sindicatos sino
un dirigente, Hugo Moyano, en una actitud de odio salvaje por los dilemas
jurídicos que enfrenta, cuyos hilos, supone, lo maneja la Presidencia de la
Nación.
Moyano debe tener presente, como una fotografía de la
realidad la justicia sometida al Ejecutivo en las gestiones de Menem, de
Kirchner y de Cristina. El inconsciente de Moyano padre y Moyano hijo se
verbalizó amenazando con un paro de camioneros y transportistas en general como
se llevó a cabo a Brasil, donde muchos logros no se consiguieron y se pidió la
participación de las Fuerzas Armadas para despejar las rutas taponadas.
El resto del aparato gremial guarda prudencia, está
dispuesta al diálogo y mucho más ahora en la que la inflación prevista del 30%
anual castiga sobremanera a los salarios. Y las paritarias del 15% no alcanzan
para nada.
Más otra pregunta clave: ¿cómo hará Macri para ganarse el
espíritu societario dentro mismo de Cambiemos de ahora en más? Hay dilemas
internos dentro de Cambiemos, gente que ha bajado los brazos, que no está de
acuerdo con algunas privatizaciones, que reclama por obras públicas que se
verán paralizadas tras la firma de la carta de intención.
El radicalismo, de ninguna manera en bloque, pero sí en gran
parte está desganado y por momentos desilusionado. Lilita Carrió hace malabares
para seguir apoyando a la Casa Rosada pase lo que pase. Y fuera del círculo que
lo acompañó hasta conseguir el poder, Macri tendrá que recomponer el sistema de
alianzas con los gobernadores peronistas, algunos que demuestran buena voluntad,
otros que miran para otro lado y otros que especulan sobre alianzas para revivir
el peronismo desintegrado.
Dura faena le espera a Macri. El acuerdo con el FMI le
brinda apoyo como garantía frente al resto del mundo financiero (se sumarán al
préstamo el BID y la Corporación Andina) pero internamente le espera una pesada
y abrupta faena. Es así por la fragilidad de una economía que vivió por encima
de sus posibilidades. Es un viejo tic defectuoso argentino: pensar que somos un
país rico cuando en realidad somos una nación con limitaciones de pobreza pero
con la tenencia de activos (naturales) que no se han sabido explotar y no
rinden.
Nada nos avala. Antes del acuerdo con el FMI estaba claro
que las reservas netas del país están muy achicadas. De u$s 56.149 millones de
hacer unos pocos meses hemos descendido a casi u$s 49.000 millones, monto al
que hay que restarle encajes por u$s 11.700 millones de dólares y casi u$s
11.000 millones del swap con China. Si se siguen las cuentas las reservas
disponibles, netas, bordean los 25.000 millones de dólares. Se han hecho
diligencias para agrandar el swap con China, quizás por otros u$s 10.000
millones.
Días pasados, el diario El País de España ayudó a que la
Argentina no se ubicara tan en el sombra fría. En un suplemento especial aclara
que la deuda pública y privada en el mundo llega a 164 billones de dólares.
Según los especialistas por ahora el crecimiento global es firme, el desempleo
se reduce en parte del mundo, y los tipos de interés siguen bajos. Ello hace
que la deuda global sea manejable pero si hubiese una desaceleración inesperada
la situación placentera se borraría en un instante.
Los más importantes organismos financieros prevén un
endurecimiento monetario progresivo aunque moderado.
El Fondo Monetario sugiere con dureza construir un colchón
de reservas a través de la reducción de cada uno de los déficit. Los bancos
privados eligieron el camino del endurecimiento ante el temor de una nueva
recesión en el planeta. Sería más pronunciada que las anteriores. Que la suerte
nos ayude y se puede evitar. De la deuda global por países Estados Unidos carga
con el 32%, Japón con el 19%, Francia con 4%, Italia la misma cifra, China con
el 8%y el resto de los países con el 16,7%.
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