Por Isabel Coixet |
Lo mismo sucede en
comunidades amenazadas que recuperan la paz o en las que simplemente se
restaura un mínimo orden de convivencia. Los niños vienen al mundo como pedazos
de una esperanza que se creía sepultada debajo de la guerra y la catástrofe. Lo
mismo ocurrió después del tsunami o después de las inundaciones en New Orleans
o después de la Segunda Guerra Mundial. Las personas se lanzan al sexo
y a la reproducción como si no hubiera un mañana, justo porque quieren creer
que hay un mañana. Y esa ha sido la tendencia de la humanidad, más o menos
desde que los neandertales se angustiaban y se deprimían y a veces hasta se
enamoraban. Somos todos terrícolas, que estamos en este planeta porque nuestros
antepasados se lanzaron a esa «lucha por el amor y la gloria» de la que habla
la canción As time goes by, que tocaba Sam a petición de
Humphrey Bogart en Casablanca.
En el otro extremo están los que deciden abandonar
la vida, antes de que llegue su hora, suicidándose. Es muy difícil, incluso
para aquellos que hemos pasado por depresiones profundas, entender el mecanismo
que lleva a un hombre o a una mujer a quitarse la vida. Se puede atribuir a mil
factores diferentes: drogas, alcohol, decepciones, enfermedad mental, angustia,
pena profunda, ataque de pánico… pero salvo en casos muy contados –aquellos que
sufren terribles enfermedades irreversibles– resulta casi imposible desde fuera
(y estamos fuera de la mente del otro, lo queramos o no) leer e interpretar los
signos que indican que alguien está pensando seriamente en acabar con su vida.
Cuando leí que Anthony Bourdain se había suicidado, no podía dar crédito y aún
días después me costaba creerlo. ¿Suicidado un hombre que parecía tener un
apetito insaciable por la vida, por los placeres, las cosas, los lugares? ¿Un
hombre capaz de arrastrar a Obama a un antro de Saigón a comer noodles y
beber cerveza? ¿Un hombre sexy, ingenioso, irónico, rico,
divertido, que parecía no tomarse demasiado en serio? Y, sin embargo, ahí está
su muerte, y entre ella y los bebés que nacen en la selva colombiana, cuyas
madres fueron privadas por decreto de la posibilidad de ser madres durante
decenios, se abre un abismo plagado de esperanza y de derrota. De pasión y de
dolor. De amor y de gloria.
© XLSemanal
NdR –
Agensur.info: Anthony Bourdain fue un reconocido chef norteamericano, conductor de
televisión y escritor. Murió el pasado 8 de junio, a los 61 años.
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