Por Fernando Savater |
La nueva terminal 5 de Heathrow es el parangón del
futuro que ya está aquí. Me evoca el mundo abigarrado, ultracomercial y vigilado
de Blade Runner, sin que falte el holograma de una amable
joven que habla desde ninguna parte para nadie… Pero no es un espacio tan
seguro y friendly como se nos quiere hacer creer.
El pasado domingo
tuve que tomar allí a las 18.40 el vuelo de Iberia 3179 con destino Madrid.
Tras una larga peregrinación hasta la puerta de embarque, se nos informó (en
inglés, claro, que el vuelo fuese de una compañía española no contaba) que
debíamos renunciar a llevar a bordo el equipaje de mano al que por ser un vuelo
regular estábamos autorizados. Había que facturarlo sí o sí, improvisadamente,
aunque se tratase de maletas de mano sin candados ni protección alguna porque
creíamos que viajarían con nosotros. Yo sólo tuve el reflejo de sacar mi iPad,
por aquello de proteger el instrumento de trabajo. Una vez en el minúsculo
avión, ya con tripulación compatriota, comprobamos que los maleteros superiores
iban semivacíos. Al llegar a Barajas, nuestros pequeños bultos desvalidos
giraban en la cinta de equipajes. Una mano nada virtual había abierto el
bolsillo anterior del mío y había vaciado la cartera donde llevaba los euros.
En fin, la vida moderna. A los viejos a veces nos da rabia.
© El País (España)
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