Se impuso por 53,95% a
Gustavo Petro quien obtuvo
el 41,83%, con una participación electoral del 51%.
Iván Duque fue elegido como nuevo presidente de Colombia. |
Colombia - Como
lo anticiparon las encuestas, el candidato del Centro Democrático, Iván Duque,
se convirtió en el nuevo presidente de la República. Con el 99,45 % de las
mesas informadas, Iván Duque obtenía 10.332.662 (53,95 %), mientras que Gustavo
Petro lograba 8.011.704 (41,83 %).
La elección de marca el regreso del uribismo al poder. Hace
cuatros años había sido derrotado con poca diferencia, por el hoy saliente
presidente Juan Manuel Santos. Fueron casi ocho años de oposición desde el
Congreso de la República, pues a pesar de que en principio Santos fue el
elegido del expresidente Álvaro Uribe, en 2011, el Centro Democrático partió
cobijas con el mandatario y se lanzó a la oposición.
La participación electoral en la jornada de este domingo fue
del 51%, y pasó los 19.445.640 de electores, El voto en blanco fue de poco más
de cuatro puntos porcentuales, y pasó los 800.000 votos.
El nuevo mandatario
El próximo 1 de agosto cumplirá 42 años. Será el presidente
más joven en la historia moderna de Colombia y, como discípulo de Álvaro Uribe,
su llegada a la Casa de Nariño significa la llegada al poder de la derecha y de
quienes se han opuesto a los acuerdos de paz firmados por el gobierno de Juan
Manuel Santos con la hoy desmovilizada guerrilla de las Farc.
Abogado con maestría en economía y corta experiencia
política, Duque representa para muchos a la mitad de esa Colombia “indignada”
por las “concesiones” que se le dieron a las Farc a cambio de transformarse en
partido tras medio siglo de guerra. Por eso promete realizar “modificaciones
estructurales” al Acuerdo de Paz de 2016, que desarmó a unos 7.000
combatientes, aunque ha dicho que eso no significa volverlos “trizas”.
“Queremos que quienes han cometido crímenes de lesa
humanidad tengan sanciones proporcionales que sean incompatibles con la
representación política”, ha dicho. Lo convenido en La Habana estipula que los
jefes exguerrilleros reciban penas alternativas de prisión si confiesan
crímenes y reparan a los millones de víctimas de un conflicto en el que también
participaron paramilitares de ultraderecha y agentes del Estado.
Duque también es vocero de esos colombianos temerosos de que
el país siga el rumbo que lastró económicamente a Venezuela, lo que ocurriría,
asegura, si gana Petro. Al presidente venezolano, Nicolás Maduro, lo llama
“dictador” y “genocida”. De hecho, ese fue uno de los caballos de batalla
durante todo el proceso electoral, que aunque fue rebatido por su rival, quien
no dudó en calificarlo como una estrategia de difundir miedo, caló en gran
parte de la ciudadanía.
Pero, sobre todo, Iván Duque encarna las ideas del
expresidente y ahora senador Álvaro Uribe, al que llama “presidente eterno”, y
cuyas ideas siguen vivas ocho años después de dejar el palacio presidencial:
mano dura contra los rebeldes, inversión privada y valores tradicionales. Y ese
poder de Uribe, que se conserva pese a decenas de investigaciones en contra, es
su mayor reto en caso de llegar a gobernar. Dentro de su partido, el Centro
Democrático, afirman que Duque “le debe” todo al ahora senador; en la oposición
señalan que será un “títere” del exmandatario.
“Todavía nadie sabe si tiene criterio propio o va a obedecer
los mandatos de otro”, sostiene Fabián Acuña, profesor de la Universidad
Javeriana. Lo que sí es una realidad palpable es que su experiencia en la
política es de solo cuatro años. Pero este bogotano “ha vivido la política y
desde niño, la lleva en la sangre”, afirma José Obdulio Gaviria, uno de los
ideólogos del uribismo.
Con su padre, Iván Duque Escobar, un liberal de extensa
carrera política, aprendió de discursos políticos. Pero fue con el entonces
ministro Juan Manuel Santos con quien en los años 90 se inició profesionalmente
asesor en el Ministerio de Hacienda. Luego saltó al Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), donde estuvo casi 13 años.
Hoy, Duque se opone ferozmente a Santos. “Es muy dinámico en
sus relaciones públicas, muy hábil para manejar las relaciones”, reveló una
fuente que trabajó con él en el BID. En Estados Unidos conoció a Uribe, quien
lo incluyó en su lista cerrada al Senado para el periodo 2014-18. “Iván es más
que sabio y estoy seguro de que tiene por delante un futuro brillante”,
escribió el exmandatario en los agradecimientos de su libro “No hay causa
perdida” (2012).
Sus colegas en el Congreso valoran su inteligencia,
responsabilidad y disciplina. En cuatro años logró destacarse y sacó adelante
cuatro leyes, la más relevante sobre emprendimientos y “economía naranja”. Aun
así, tratándose de la dirección de un país tan complejo como Colombia, los
cuestionamientos no faltan: “Un presidente tiene que tener experiencia,
autonomía, capacidad política propia, de todo eso carece Iván, que es, como
todo el mundo reconoce, un buen muchacho”, considera el senador Roy Barreras,
del Partido de la U.
Su imagen jovial y moderna, en la que abundan las camisas
sin corbata y los jeans, contrasta con sus creencias conservadoras: se opone a
la adopción y matrimonio gay, la eutanasia, la legalización o despenalización
de la droga. Aunque antes celebraba los avances de las minorías, la adhesión a
su campaña de sectores de ultraderecha y evangélicos, caso Viviane Morales o el
exprocurador Alejandro Ordóñez, podría explicar su endurecimiento en estos
temas.
Casado hace 15 años y padre de tres hijos, de niño soñaba
con ser delantero del América de Cali. Tiene una memoria cuasi fotográfica y en
la universidad fue un “nerd”. “Iván siempre decía ‘hombre, algún día yo seré
presidente de Colombia’. Lo decía con tal determinación que uno le creía”,
recuerda Francisco Barbosa, amigo cercano y compañero de estudio.
Melómano consagrado, tocaba bajo y cantaba en una banda de
rock que formó con sus amigos del exclusivo colegio de Bogotá del que se graduó
de bachiller, el Rochester. Aún hoy, en su tiempo libre, toca guitarra. Se reconoce
como un buen bailarín de salsa y, paradójicamente, uno de sus géneros musicales
predilectos es la trova cubana, cuyos mensajes revolucionarios intenta obviar.
También es un mago aficionado. Su “truco” consagratorio
sería ser el segundo más joven elegido para ocupar el sillón presidencial, por
detrás del liberal Eustorgio Salgar, quien con 39 años lo ocupó entre 1870 y
1872. Afable y con algunos kilos de más, a partir del próximo 7 de agosto, Iván
Duque asumirá la conducción de los destinos de Colombia, un país que comienza a
asomarse al posconflicto y con múltiples tareas a acometer en materia
económica, de infraestructura, de desarrollo social, de bienestar ciudadano,
entre otras. Pero quizás la principal de ellas será tratar de consolidar la
unidad y superar la polarización que dejó el plebiscito por la paz de octubre
de 2016 y que se agudizó, precisamente, la elección presidencial.
Informe: El
Espectador (Bogotá)
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