Por cuatro votos,
Diputados dio un paso histórico y la norma pasa ahora al Senado.
Por Carolina Ramos y
Melisa Jofré
Los pañuelos verdes se encendieron. De bancas de aquí y allá
brotó la euforia, el alivio. Cuando el tablero marcó la mayoría a favor, las
impulsoras de la interrupción voluntaria del embarazo se fundieron en abrazos
sin distinción política ni territorial. Fue el final de una jornada histórica y
electrizante, donde la Cámara de Diputados aprobó y giró al Senado la
despenalización del aborto por 129 votos a favor, 125 en contra y una
abstención.
El proyecto fue avalado al cabo de una sesión de casi 23
horas, marcada por el clima de las calles y por un cambio permanente en la
tendencia. Es que las proyecciones variaron minuto a minuto, según la evolución
de los indefinidos. El “sí” ganó por una diferencia de cuatro votos, que dejó a
Emilio Monzó sin el peso de tener que desempatar.
Cuando se acercaba la hora decisiva, la amenaza de derrota
se hizo fuerte y las impulsoras de la ley echaron mano a un último recurso:
salieron al Salón de Pasos Perdidos para implorar al Gobierno que intercediera
en la aprobación del proyecto. En ese momento ganaba el “no” por 127 contra
125. El anuncio de rechazo del tucumano Facundo Garretón (Pro) había caído
entre las bancas verdes como un baldazo de agua fría.
“Teniendo en cuenta mis grandes dudas y que la gran mayoría
de los tucumanos está en contra de la despenalización, decidí emitir mi voto en
contra”, reveló Garretón, quien se basó en una encuesta propia donde, según él,
la provincia se pronunció negativamente.
Amanecía cuando la tendencia empezó a revertirse. El puntano
José Riccardo (UCR), quien se encaminaba a la abstención, informó que
finalmente votaría a favor y se ganó el aplauso más enérgico de la sesión. Casi
en simultáneo, el pampeano Sergio Ziliotto (Justicialista) proclamaba en las
redes sociales el respaldo de sus pares Melina Delú y Ariel Rauschenberger,
quienes inicialmente estaban en contra. Fue el punto de inflexión.
Los discursos de cierre subieron la temperatura de la
discusión. Silvia Lospennato (Pro) defendió el dictamen de mayoría y, en medio
de un aplauso sostenido, nombró una a una a las históricas militantes del
aborto legal. Lo hizo bajo la mirada fija de Elisa Carrió, que se ubicó algunas
bancas a su derecha. En contra argumentaron Horacio Goicoechea (UCR) y Marcela
Campagnoli (Coalición Cívica).
La sesión inició con una “ola verde” que se propagó con el
correr de la tarde. Los primeros tres indefinidos en adelantar su apoyo fueron
la santacruceña Roxana Reyes (UCR), el bonaerense José Ignacio De Mendiguren
(Frente Renovador), el santafesino Hugo Marcucci (UCR) y el porteño Alejandro
García (Pro). Les siguieron la santiagueña Mirta Pastoriza (Frente Cívico), el
fueguino Héctor “Tito” Stefani (Pro) y el misionero Jorge Franco (Frente de la
Concordia), que había estado ausente.
Abrió el debate el presidente de la Comisión de Legislación
General, Daniel Lipovetzky (Pro), quien aclaró que “no se trata de salvar las
dos vidas, sino de salvar miles de vidas”, y enfatizó que “la legalización del
aborto mejora la calidad de vida de las mujeres argentinas, y a partir de ahí
no debe haber ninguna duda de hacia dónde tiene que ir nuestro voto”.
Asimismo, afirmó que “no hay ningún artículo de nuestra
Constitución que prohíba la legalización del aborto”, y que desde el Comité de
Derechos Humanos de la ONU “nunca se le dijo a ningún Estado miembro de la ONU
que la interrupción voluntaria del embarazo violaba una convención
internacional”. Añadió que para la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “el
embrión no puede ser considerado persona”.
Desde la otra vereda, pero también en el oficialismo, la
presidenta de la Comisión de Legislación Penal, Gabriela Burgos (UCR) aseguró
que el proyecto en discusión “no promueve ninguna política; la única que se promueve
es la de la muerte, no hay otra”. “Hablan de miles y miles de vidas que se van
a salvar. Y las miles y miles que no van a poder iniciar siquiera, ¿qué va a
pasar con ellas? ¿O tenemos que pensar que ese ser que está naciendo no es
persona?”, se preguntó, y expresó: “He defendido los derechos de las mujeres,
me siento identificada con esta lucha, pero no me considero más mujer por tener
el derecho de quitarle la vida a alguien”.
Por su parte, la presidenta de la Comisión de Familia,
Alejandra Martínez (UCR) destacó que “esto se trata de una problemática de
salud pública” y que “la respuesta penal ha fracasado en nuestro país”. Precisó
que “ocho de cada 10 embarazos son no intencionales, y en un número muy
importante son violaciones”.
Por su parte, la titular de la Comisión de Salud, Carmen
Polledo (Pro), fundamentó el rechazo al explicar que “legalizar el aborto no es
el único camino a tomar para evitar muertes de las mujeres”. “Disponer de
nuestro cuerpo no puede implicar el daño al cuerpo de otros. El niño que crece
en el vientre de cada una de nosotras tiene también derecho a expresarse, pero
si no le damos vida no puede expresarse”, apuntó.
Desde el kirchnerismo, Mónica Macha -una de las primeras
cuatro firmantes del proyecto- sostuvo que “no importa lo que hacemos nosotros
ni lo que creemos religiosamente; sí importa que esto implica la muerte de
muchísimas mujeres en la Argentina todos los años, y que de no legalizar el
aborto esas muertes se van a seguir produciendo”.
Agregó que “importa también que nos podamos ubicar como un
Estado laico, que es lo que somos, y entonces pensar que las distintas
creencias religiosas son parte de nuestra cultura y para muchas personas pueden
ser discurso e instituciones fundamentales, pero no lo son para todos y para
todas”.
Hubo algunos discursos que levantaron polémica, como el del
jefe del bloque macrista, Nicolás Massot. “Nunca en democracia nos animamos a
tanto”, planteó, y la camporista Mayra Mendoza le respondió: “Porque vos sos la
dictadura”. El diputado oficialista la cruzó: “Tampoco en ese momento, Mayra,
nos animamos a tanto”.
“¿Qué esto de que (el aborto) ocurre igual, a qué nos
estamos refiriendo, qué pasa con lo que ocurre igual?”, inquirió Massot, para
concluir que el proyecto en tratamiento esconde “la renuncia de la política,
del Estado”.
Del lado de los antiabortistas, otra de las legisladoras que
desató murmullos fue la radical Estela Regidor, quien comparó la situación de
las mujeres con la de los animales. “Yo soy protectora de animales, y
seguramente muchos de ustedes tendrán en sus casas mascotas… ¿Qué pasa cuando
nuestra perrita se nos queda embarazada? No la llevamos al veterinario para que
aborte… Inmediatamente salimos a buscar a quién regalarle los perritos”, lanzó.
La pelota ahora pasó al Senado, donde los cálculos
preliminares arrojan una tendencia en contra. Con el devenir del Mundial de
Rusia, la Cámara alta podría tomarse su tiempo para iniciar el debate. El
enigma más grande, por ahora, es qué hará la expresidenta Cristina Kirchner
llegado el momento.
Informe:
Parlamentario.com
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