sábado, 5 de mayo de 2018

¿Te va, Papu?

Por Carlos Ares (*)
Papu querido, ahora que apagaste con la saliva de un solo discurso las llamas del infierno, ¿por qué no la hacés completa y decís, urbi et orbi, que amarse los unos a los otros, transar, coger, hacer el amor, en cualquier idioma y posición es divino? Firmás una bula y en los bulos, los conventos, las capillas y los confesionarios blanquean “secretarias/os”, “amigas/os”, “sobrinas/os”, y baldean con buena leche la sucia culpa que los consume desde que se masturbaban en los sótanos de la Inquisición.

Papu, imaginate, vos saliendo al balcón como el General –te gusta esa, ¿eh?– un domingo de primavera, saludando a uno y otro lado de la plaza, acallando a la multitud que grita “y pegue/ papu/ pegue”. De pronto se hace un silencio expectante y entonces, con los huevos llenos de bancar y justificar tanto verso repetido durante 2 mil años, gritás: “¡Acabemos de una vez! Desde hoy deja de ser pecado desearse y tener sexo consentido por las partes, en todas sus formas y variedades, siempre con forro y entre mayores de 18 años. ¡Al que toque a un menor lo crucifico yo con mis propias manos!”

Y ahí, Papu, al ver que la multitud explota y se arma el pogo más grande del mundo, con Los Redondos tocando en el balcón contiguo reunidos de milagro, intervenís nuevamente y le rogás a ese oleaje de cabecitas apiñadas que se retire con calma. Siempre habrá tiempo y lugar disponibles en el mar, las pelopinchos, en telos, dormitorios, cocinas, baños, carpas, médanos y matorrales.

Desarmás el mundo, Papu. Les partís la cabeza de un mazazo a los fieles para que puedan ver, con pasión de entomólogos, que insectos, infectos mensajes y mandatos, les dejaron su baba de sumisión y miedos. Ya sabemos que todo fue siempre por guita y poder. Controlar la vida ajena, decirles a los demás qué está bien y qué no, qué pueden y qué no, condenar a ese infierno que ya no existe en nombre de un supuesto dios bueno que castiga con crueldad a quienes no obedecen, permite acumular guita y depositar culpas afuera en beneficios de ellos, los “pobres boludos bienaventurados” que disfrutarán del reino de los cielos mientras los que mandan y deciden “cargan con la cruz” y los bolsos, y se quedan con todo acá en la Tierra.

Papu, estás grande ya, despedite con un gran “lío”. Uno groso. Un quilombo que te vuelva eterno en el alma de los pueblos. Mandá en cana a todos los cardenales, sacerdotes y curas pedófilos del mundo. Proclamá el “Nunca más” de la Iglesia. Prometé que no los van a ocultar bajo alguna pollera superior, ni a trasladar o encubrir. Nombralos uno por uno para que no queden dudas. Grassi, Julio César, Argentina. Ilarraz, Justo José, Argentina, y así con los 65 acusados que ahora están en la lista. Comenzá por los de acá para que los chilenos no crean que tenés algo contra ellos. En la última visita te hiciste el sotana con uno al que vos mismo tendrías que haber esposado y entregado para que lo condenaran a perpetua.

Y ya que la vas a hacer, Papu, hacela completa. Antes de que la gente se raje de la plaza para gozar como se debe, los cardenales festejen arrojando al aire su roquete, los guardias suizos se den besos en la boca, las monjas se suelten el pelo y se desvistan para lucir sus cuerpos al sol en ropa interior, mandale un mensaje a los tenebrosos de acá, los obispos que viven del Estado, el Opus Dei, los que lucran con la educación y subsidios de guita pública, universidades y colegios católicos. A todos ellos les tirás una que les ponga un límite. Algo así como: “Muchachos, ya perdimos con el divorcio, con el matrimonio igualitario, aborten ahora esos discursos sobre la despenalización, atrasan años. Es más importante hacer lobby para impedir que se reforme la Constitución y conservar los privilegios que todavía tenemos”.

Es todo, Papu. Perdoná el trato y el abuso de confianza. Salió así. Estaba tomando unos mates y de pronto me dije: ¿por qué no? En una de esas te va. “Rezo por vos”, en versión Charly y el Flaco Spinetta.

(*) Periodista

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