Por Manuel Vicent |
Este sueño de vivir sin trabajar que auguraron los profetas,
ha sido confirmado hoy por los gurús de la ciencia. El lunes al sol con las
manos en los bolsillos en el futuro no será un estigma del paro sino la imagen
de un ocio creativo indefinido, gracias al Padre Celestial, que viste a los
lirios y alimenta a los pájaros.
Según la física cuántica una misma partícula puede estar en
dos sitios a la vez y también puede saltar de un punto a otro sin pasar por el
espacio intermedio.
Si un día el Padre Celestial revelara con su luz ese espacio
donde al parecer no hay nada, salvo el vacío, que es el espíritu de la materia,
de ese vacío podría emanar toda la energía necesaria para que la humanidad
dejara de trabajar e incluso alcanzara la inmortalidad.
Pero antes de que esto suceda, puede que, llevada por su
ceguera, la humanidad desaparezca de la faz de la tierra como aquella manada de
cerdos que se precipitó en el acantilado poseída por el demonio. Por supuesto,
si esto sucediera, la naturaleza lo celebraría como el final de la peste humana
que había dejado el planeta emponzoñado.
El Padre Celestial con su función clorofílica cubre de
esplendor vegetal toda la tierra, con su radiación inyecta energía a los
minerales y del mismo modo que su espíritu fluye sobre los mares, podría un día
esa bomba de hidrógeno llenar nuestra pobre carne mortal de una felicidad
interminable.
© El País (España)
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