Por Fernando Savater |
Desde luego, lamentarse por
las víctimas que no tenían nada que ver con el conflicto, dando por buenas y
justificadas las otras, es repugnante. Pero aún peor es lamentarse de las
aciagas circunstancias (empezando por el bombardeo de Gernika) que les
obligaron a oficiar de asesinos: “¡Qué más hubiéramos querido que hubiese paz y
libertad!”. Pues las hubo, claro, a partir del 78 y a pesar de ellos.
Porque se convirtieron en el peor enemigo de la democracia,
su obstáculo más peligroso, la coartada de los militares golpistas, la mejor
garantía de perpetuación de la policía franquista. ¿Por qué en su fementido comunicado
no mencionan a su víctima principal, la democracia española? ¿Por qué en vez de
privatizar los sufrimientos personales no asumen la perspectiva política
reconociendo su campaña de tantas décadas contra las libertades y los derechos
de todos los ciudadanos?
A ver, puestos a jugar un poco: ¿qué entienden ellos por esa
paz y libertad que falta? ¿Cómo tendría que haber sido el país después de la
larga dictadura para que ya no hicieran falta intimidaciones y crímenes?
¿Deberíamos todos habernos puesto en posición de saludo hasta que nos llegasen
sus órdenes? Sobre todo: ¿por qué no se dejan de lágrimas de cocodrilo y dicen
sencillamente que reconocen la democracia constitucional vigente, la que
defendieron contra ellos esos “implicados en el conflicto” a los que
asesinaron?
© El País (España)
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