Por Manuel Vicent |
Ante la tragedia de los inmigrantes que huyen del hambre y
de la guerra sin otro futuro que el de ahogarse en el mar o morir detrás de una
alambrada, ¿se puede sentir algo que no sea compasión y congoja? Ante la
putrefacción de la política española y su descrédito internacional con la
bajada de Cataluña hacia la ciénaga del racismo, la xenofobia y la quiebra
social, ¿qué se puede hacer sino esperar con resignación a que se hunda todo en
la mierda?
Los sueños de aquella Norteamérica de soldados envueltos en
melodías de Glenn Miller, que salvaron la libertad y la democracia en la
Segunda Guerra Mundial, la Nueva Frontera de Kennedy y el espíritu de Obama,
han caído en manos de Donald Trump, gran fabricante de política basura.
Los sueños de una nación judía, fermento de la ciencia y del
arte, los ha convertido el Estado de Israel, con el repulsivo ministro
Netanyahu a la cabeza, en una pesadilla causante de un nuevo genocidio.
Aquella Europa acogedora de la fraternidad y de los derechos
humanos se ha convertido hoy en una especie de vieja temerosa y egoísta. Los
sueños de la Transición con una Cataluña clara, abierta y aireada, que tiraba
del resto de España hacia la modernidad constituyen ahora un espectáculo
siniestro entre catetos racistas y políticos incompetentes.
Con una sensación de miedo, vergüenza, dolor, repugnancia,
compasión, congoja, mierda y resignación, se va el ciudadano todas las noches a
la cama. ¿Qué otros sueños puede esperar?
© El País (España)
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