Por Guillermo Piro |
Las páginas fueron escritas el 28 de septiembre de 1942, casi
dos meses después de que Ana Frank había entrado a la clandestinidad con su
familia y otras personas en Amsterdam. Ana tenía 13 años. El desciframiento lo
hicieron investigadores del Museo de Ana Frank, del Instituto Holandés para la
Guerra, el Holocausto y los Estudios de Genocidio, y el Instituto Huygens para
la Historia de los Países Bajos. Las páginas fueron fotografiadas
retroiluminadas por un flash, y luego se usó un software de elaboración de
imágenes para descifrar las palabras. El Museo pretende publicar las páginas
que Ana quería claramente mantener ocultas, porque considera que su interés
académico, como todo lo relacionado con Ana Frank, es significativo.
La tarde del lunes 28 de septiembre de 1942 unos obreros
trabajaban en la oficina que se encontraba debajo del escondite, de modo que
cualquier sonido proveniente de allí habría sido peligroso y debía ser evitado
a toda costa. Ana escribía fingiendo que se dirigía a unos amigos imaginarios y
aquel día había agregado cuatro nuevas cartas al diario. Había hojeado todo el
texto, haciendo algunos comentarios a otras cartas y escribiendo algunos
epígrafes de las fotos. Escribía acerca del miedo de que las personas
escondidas fueran descubiertas. Luego había hecho una lista de los signos de
belleza, tratando de saber de cuántos de ellos era feliz poseedora. Ese día Ana
miraba de cerca su propio cuerpo y su propia sexualidad.
En la primera página Ana dice que pretende escribir “chistes
picantes”, como éste: “¿Sabes por qué hay chicas de las Fuerzas Armadas
alemanas en los Países Bajos? Para servirles de colchón a los soldados”. Frank
van Vree, director del Instituto Holandés para la Guerra, el Holocausto y los
Estudios de Genocidio dice: “Cualquiera que lea los pasajes que fueron
descubiertos no podrá contener una sonrisa. Los chistes picantes son un clásico
entre los niños que están creciendo”. Lo que viene a demostrar lo que ya se
sabía, esto es, que Ana Frank es una chica como cualquier otra.
Cuando habla de sexualidad, Ana se vuelve más seria. En la segunda
página dice que debería hablar con alguien de cuestiones que tienen que ver con
el sexo. Escribe acerca de la menstruación y sus consecuencias: “Es la señal de
que una chica está lista para tener sexo con un hombre, pero no antes del
matrimonio. Después sí. En ese momento se puede decidir si se quiere tener
hijos o no. Si es sí, el hombre se arroja sobre la mujer y deja su semen en la
vagina de ella. Todo sucede con movimientos rítmicos.” En cambio, cuando la
pareja decide no tener hijos, “la mujer toma precauciones internas. Y eso
ayuda”. Ana habla también de prostitución y homosexualidad: “Los hombres, si
son normales, van con mujeres. En la calle hay mujeres que hablan con ellos y
después se van juntos. En París hay casas muy grandes para esto. Papá estuvo.
Hay chicas que se hacen pagar por tener relaciones.” Nada que no sepamos. Pero
ahora sabemos que Ana Frank también lo sabía. Es algo.
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