Por Claudio Jacquelin
El miedo no es tonto, dice el saber popular, que, como se
sabe, es popular, pero no necesariamente sabio.
Para comprobarlo alcanza con escuchar los recuerdos
disparados en estos días de descontrol financiero y la suma infinita de
decisiones desacertadas adoptadas en otras jornadas de susto, que quedan
guardadas en la memoria de nuestro pasado nada remoto.
Ahora que la tranquilidad volvió (al menos por un rato), la
realidad tomará examen de las lecciones aprendidas. Todo un desafío para el
gobierno macrista, que si de algo se jacta es de no temer a equivocarse porque
sabe aprender de sus errores.
El saber popular también afirma que no hay como un buen
susto para curar una borrachera. Casualidad o causalidad, en estos días
trascendió que en algunos despachos de la Casa Rosada anduvo circulando el
espíritu de un cáustico economista, desterrado del Gobierno, que hostigaba a
sus rivales internos con el descalificativo de "los borrachos de la
deuda". ¿Para aprender, para asustarse o para olvidar?
© La Nación
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