Eduardo Duhalde |
Por Claudio Jacquelin
Son coetáneas y siguen manteniendo un protagonismo y una
centralidad a la edad en que la mayoría de sus contemporáneos lleva más de tres
lustros jubilados. Así como en la mesa de Mirtha Legrand transcurre buena parte
de la vida pública y farandulesca de la Argentina, en el escritorio de María
Romilda Servini de Cubría se dirime, se negocia y se resuelve mucho de la vida
de los partidos políticos. Pero, sobre todo, de la tumultuosa existencia del
justicialismo.
Para entender la decisión de la decana de los jueces
federales de intervenir el Partido Justicialista y nombrar al frente al
ultrapolémico Luis Barrionuevo, que alguna vez estuvo involucrado en una quema
de urnas, entre otras exhibiciones de fe democrática, no hay que perder de
vista nada de todo esto. Para Servini, como para Mirtha, el protagonismo es un
motor vital que a veces también se alimenta del escándalo.
Su inclinación por ser parte de los entuertos de la causa
peronista es antigua. "Una época muy linda fue cuando se peleaban Menem y
Duhalde y yo tenía que terciar", le dijo Servini a Diego Sehinkman hace
casi cuatro años en una entrevista para La
Nación cuando se le pidió que eligiera un momento de su larga vida como
jueza electoral.
En la misma entrevista admite sin pudor que gracias a ella
en 2003 el peronismo pudo llevar tres candidatos presidenciales, a pesar de la
vigencia de la ley que obligaba a las internas abiertas, y que así Néstor
Kirchner pudiera llegar a ser Presidente. Anotación nada al margen: Kirchner
era el candidato de Duhalde, que entonces comandaba el país y el PJ.
Los antecedentes dan verosimilitud a la sospecha de varios
prominentes peronistas no kirchneristas ni barrionuevistas que ven la sombra de
Duhalde detrás de la decisión de entronizar a Barrionuevo. También con ellos
hay una cuestión de coetaneidad.
Duhalde y Barrionuevo están hoy muy lejos de ser los pesos
pesados que fueron en la política nacional, también puertas adentro del
peronismo. No obstante, el expresidente hace meses que vienen postulándose para
unir al peronismo y Barrionuevo no se retira. Sólo un fallo como el del martes
pudo ponerlos a ambos a participar de una liga de la que hace años
descendieron. Ahora, ellos, al igual que Servini, recuperan el protagonismo que
nunca quieren perder.
Como corresponde, ayer Duhalde criticó públicamente la intervención.
En épocas del real time le llevó 24 horas hacerlo.
El kirchnerismo y el filokirchnerismo , en cambio, prefieren
buscar rastros macristas en las manos de la magistrada y aunque no puedan
mostrar el resultado de ninguna pericia, tienen a su favor viejos vínculos que
unen al titular de Boca y amigo presidencial, Daniel Angelici, con la jueza.
Aducen, además, el beneficio que le reportaría al oficialismo exponer y
potenciar la división peronista y resucitar sus caras menos presentables. ¿Hará
falta? En política no suelen rechazarse los regalos y es cierto, también, que,
como diría Fito Páez de Rosario, Duhalde siempre estuvo cerca.
La resolución de la intervención puede ir para largo y
Servini volvería a tener su "momento muy lindo" para
"terciar".
En medio de tanta suspicacia, la historia es pródiga en
ejemplos de que el peronismo no necesitó nunca del Partido Justicialista para
participar (y ganar) muchas elecciones. Pero la victimización siempre paga. Si
no cómo podría explicarse que los deudos más dolientes del PJ sean hoy los
kirchneristas, cuando todavía no pasó un año del momento en que su jefa decidió
deshacerse del sello partidario con tal de no dejar competir en una PASO a
quienes se atrevieron a desafiarla.
Sólo evidencias de que la falla geológica del peronismo
sigue provocando sismos y está lejos de soldarse. Remake de un viejo western en
el que antes las disputas se dirimían a tiros y hoy se tramitan en despachos de
tribunales. Todo un progreso. No para la Justicia.
© La Nación
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