Por Fernando Laborda
El huracán Elisa ha vuelto a conmocionar al escenario
político. Aunque esta vez no sólo sobrevuela, como otras veces, el Palacio de
Tribunales y el despacho del presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti
. Ahora también se acerca a la Casa Rosada.
La ofensiva que la diputada Elisa Carrió está liderando,
junto a dirigentes del radicalismo, contra los aumentos en las tarifas puede
ser vista como un ataque al centro de la política económica del gobierno
nacional. Pero si se la mira desde otra perspectiva, podría ser interpretada
como un gesto tendiente a blindar a la administración de Mauricio Macri y a la
coalición oficialista frente a las críticas de otros sectores políticos y de la
sociedad.
Por un lado, el Gobierno se ha fijado metas graduales para
reducir el déficit fiscal primario. Para cumplir ese objetivo, requiere bajar
progresivamente los subsidios del Estado a los servicios públicos, como la
energía y el transporte. Y para que esto sea posible, necesita aumentar los
precios de los servicios eléctricos, del gas, del agua y de los trenes y
colectivos.
Pero, por otra parte, los cuestionamientos en los cuales
coinciden la diputada Carrió y dirigentes de la UCR, encabezados por su
titular, el gobernador mendocino Alfredo Cornejo , llegan en momentos en que la
preocupación por los aumentos de precios aumenta en la sociedad, y
particularmente en los sectores medios que fueron un pilar electoral de la
coalición Cambiemos .
La imagen de la gestión gubernamental cayó más de diez
puntos entre diciembre y enero, y se recuperó alrededor de siete puntos entre
febrero y marzo. Nadie descarta que pueda perder algunos puntos este mes, a
raíz del incremento de la inflación, en momentos en que los ajustes salariales
todavía no llegaron a los bolsillos de la mayoría de los asalariados.
El Gobierno es optimista por cuanto cree que, después de
abril, el índice del costo de vida se estabilizará y tenderá a bajar en los
siguientes meses, al tiempo que los aumentos salariales llegarán a la gente.
Sin embargo, en las últimas semanas, algunas de las propias
consultoras de opinión pública que nutren con sus informes a la mesa chica de
la Casa Rosada, además de señalar que la confianza en el Gobierno para
controlar la inflación sigue descendiendo, advierten que la marca Cambiemos
viene perdiendo peso en la ciudadanía. Cuando se les pregunta a los encuestados
cuál es el espacio político que más le gusta, las menciones a la coalición
Cambiemos (formada básicamente por Pro, la UCR y la Coalición Cívica de Elisa
Carrió) no han recuperado uno solo de los aproximadamente diez puntos que
perdió la preferencia por la fuerza oficialista desde fines del año pasado.
En otras palabras, la imagen del Presidente y de su gestión
se recuperó algo desde entonces, pero la marca Cambiemos no reconquistó nada
del terreno perdido.
Se trata de un llamado de atención para unos y otros, frente
al cual radicales y "lilitos" estarían recogiendo el guante y
buscando mayor protagonismo.
Son los radicales quienes advierten especialmente que el
gobierno de Macri parece más preocupado por robarle votos al peronismo en los
sectores bajos de la pirámide social que por consolidar el apoyo de la clase
media. Proyectos oficiales como el de la expropiación de terrenos para
favorecer la urbanización de las villas de emergencia y entregar títulos de
propiedad a quienes ocupan viviendas precarias en esos lugares no hacen más que
confirmar aquella percepción.
Parece claro que mientras el macrismo trata de avanzar
electoralmente sobre la tradicional clientela del peronismo, sus aliados de
Cambiemos tratan de mantener bajo su techo a los votantes de clase media,
cuestionando algunos aspectos de la política económica, como los aumentos de
tarifas.
En las elecciones legislativas llevadas a cabo en octubre
pasado en la ciudad de Buenos Aires, el oficialismo hizo un gran negocio
llevando a Elisa Carrió al frente de la lista de diputados. Obtuvo un
porcentaje superior al 50 por ciento de los votos. El secreto de esa
espectacular elección radicó en que la figura de Carrió arrastró apoyos no sólo
de los tradicionales electores del macrismo, sino también de una porción de la
ciudadanía que puede tener diferencias con el Presidente, aunque respaldó a
Cambiemos como la salida para dejar atrás al kirchnerismo.
No es descabellado imaginar que, en adelante, el
protagonismo y el perfil crítico de Carrió hacia algunos aspectos de la
política gubernamental ayude al propio Gobierno a mantener en el oficialismo a
sectores sociales que han visto descender sus expectativas en materia
económica. Siempre y cuando conserve su buena sintonía con Macri.
© La Nación
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