(Foto/Silvana Colombo-La Nación) |
Por Sergio Suppo
En un país en el que más del ochenta por ciento se imagina a
sí mismo como parte de la clase media, Mauricio Macri apuesta a afianzar su
presidencia en el centro político. El discurso en el Congreso reafirmó ese
propósito y lo consiguió con más o menos suerte. El equilibrio, el punto medio
y una idea de normalidad obtenida imitando los modelos exitosos predominaron en
las palabras del Presidente.
En el núcleo de su mensaje, Macri instaló la idea de que
"lo peor ya pasó" y puso algunos ejemplos que a su criterio permiten ver
los primeros frutos de ese esfuerzo. El regreso de los créditos hipotecarios,
por caso.
El discurso no ocultó que su protagonista asumió que la
venta de expectativas está entrando en un punto límite -ya reflejado en las
encuestas-, al mismo tiempo que sigue describiendo un camino largo hacia la
recuperación. La herencia recibida fue, sin embargo, un sujeto tácito durante
todo el mensaje y hasta eligió evitar nombrar a Venezuela como ejemplo del
rumbo que logró desviarse con su llegada al poder. Esquivó la confrontación con
sus rivales y antecesores, pero no pudo con la tentación que derrota a cada
presidente de querer presentarse como el refundador del país. Ingeniero al fin,
habló de los "cimientos" que acaban de ponerse como base para el futuro.
Al reafirmar su opción por el gradualismo sobrevaluó el peso
político de algunos economistas ortodoxos que le reclaman ajustes furibundos. A
estos personajes mediáticos los puso en el extremo opuesto al del kirchnerismo,
para escapar del encasillamismo neoliberal que Cristina y sus seguidores le
quisieron colgar desde el primer minuto de su mandato. Unos por derecha y otros
por izquierda y él en el centro. Fue allí que recordó que su gobierno tiene
como objetivo principal reducir la pobreza.
En su mensaje, Macri fue y vino sobre la agenda pública
repartiendo palabras desde un mismo eje. Recordó el secuestro que sufrió a
manos de una banda de comisarios apenas después de reivindicar la acción de las
fuerzas de seguridad en el combate del narcotráfico y delitos contra la
propiedad. En ese respaldo está incluido el controvertido amparo a casos como
el que protagonizó el policía Luis Chocobar.
En ese ejercicio de moderación explicitó en público su
habilitación a que, por primera vez desde la restauración democrática, el
Congreso debata la legalización del aborto. En el mismo párrafo recordó su
rechazo a convertir en un derecho lo que hoy la legislación considera un
delito. En compensación, habló con énfasis de educación sexual y recursos para
evitar los embarazos en adolescentes.
Macri también navegó a dos aguas por la cuestión de género
cuando abogó por la equiparación salarial para las mujeres, mientras pedía
ampliar los días de licencia por paternidad para los hombres.
Macri se fue del Congreso con la ilusión de haber instalado
una idea de moderación y de equilibrio. En la Argentina esa puede ser una idea
audaz.
© La Nación
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