El cuarto
mosquetero era negro
Alejandro Dumas hijo: la mayoría de sus personajes estuvieron inspirados en su padre. |
Por Fátima
Uribarri
Hay capitales de provincia con menos habitantes que
personajes creados por Alejandro Dumas, inventor de 4056 protagonistas, 8872
secundarios y 24.339 figurantes.
Dumas, dueño de una imaginación infinita, se
inspiró en personajes reales, como su padre, para escribir sus aventuras. «Las
hazañas militares de su progenitor están tras las gestas de los mosqueteros, y
su terrible experiencia en el calabozo, tras El conde de Montecristo»,
sostiene Tom Reiss, autor de El conde negro, el libro ganador del
premio Pulitzer de biografía en 2013.
Si la vida de Dumas fue novelesca, la de su padre,
el primer Alejandro Dumas, general de Napoleón, es digna de una novela de su
hijo. De él tomó el escritor algunas de las cualidades de sus héroes, como la
valentía, la bonhomía, la fuerza titánica y también las dificultades, la
prisión injusta, el oprobio. Del infortunio de su padre nace en Dumas la
necesidad de una venganza que no logró el general, pero que su hijo le
proporcionó de la mano del justiciero Edmundo Dantés o de la quijotesca espada
de los mosqueteros.
La pesadilla de ser un
mestizo
Aunque apenas lo conoció, su padre marcó su
existencia y su obra: el general Dumas fue un héroetotal que logró
ascensos impensables, sin más armas que su valor, su fe en la justicia y un
cuerpo hercúleo… y negro. Sí: era mulato, hijo de un marqués
francés y de una esclava. El mestizaje, curiosamente, le trajo menos problemas
al general que al escritor, que solo tenía una cuarta parte de “sangre negra”.
Dumas hijo alcanzó la fama y la riqueza en vida, pero no el Olimpo de los
grandes autores: sus obras no figuran en la Biblioteca de la Pléiade, el
sanctasanctórum de las letras francesas, y sus restos no fueron trasladados al
Panteón de París, el mausoleo de hombres ilustres, hasta 2002, 132 años después
de su muerte.
El niño que mataría a Dios
Es tanta la aventura, tan rica su vida en
anécdotas, que es difícil discernir dónde comienza la novela de la vida real de
Dumas. Quizá pueda arrancar precisamente con la muerte de su padre. Sucedió
durante la noche del 26 de febrero de 1806. Al niño Dumas, de solo cuatro años,
le dijeron que Dios se lo había llevado. El pequeño cogió el fusil de su padre
y empezó a subir la escalera de su casa. «¿Adónde vas?», le preguntaron. «Voy
al cielo a matar a Dios», respondió resuelto. Dumas hijo jamás lo olvidó.
Cuando ya era rico y famoso, a sus 45 años, escribió sus memorias: su padre
ocupa las 200 primeras páginas. Pero la vida de su progenitor daba para mucho
más.
Su madre era una esclava
Su padre era hijo de Antoine Alexandre Davy de la
Pailletterie, un noble tarambana que se marchó a la colonia de Santo Domingo
(hoy, Haití) huyendo de los acreedores. En la isla se amancebó con la esclava
negra Marie Cessette Dumas, con la que tuvo dos hijos mulatos.
Cuando decidió regresar a Francia para asumir la
herencia familiar y el título de marqués, vendió a su hijo Alejandro como
esclavo para pagar su pasaje. Después compró su libertad y lo reclamó a su lado.
El joven Alejandro llegó a París con 14 años. Lo adiestraron en las habilidades
propias de un noble y se enfrentó a un destino de cara y cruz. La cara: le tocó
vivir los tiempos de la Revolución Francesa favorables para un mulato. La cruz:
no se entendió con su padre. Así que tomó el apellido materno, Dumas, y se
enroló en el Ejército.
Un ascenso meteórico
Comenzó como soldado raso, pero pronto se vieron sus
cualidades: valor, fortaleza e integridad sobresalientes. Un día de los
primeros meses de la insurrección defendió en la calle a una burguesita de los
excesos revolucionarios, la protegió, galante, y la acompañó a casa de su
padre, un posadero adinerado. Dumas se enamoró y pidió la mano de Marie Louise
Labouret, pero su padre exigió galones: «Regresa cuando seas sargento», le
dijo. Volvió como coronel y se casó con ella. Al año siguiente, con 31 años
nada más, ya era general. Abundan los relatos de sus gestas. En Italia, por
ejemplo, impidió él solo que un escuadrón del enemigo cruzara un puente. «En
Austria capturó una batería más inaccesible que los cañones de Navarone»,
cuenta Tom Reiss. El general Dumas la sometió, hizo 1700 prisioneros y
conquistó el monte Cenis, la llave de los Alpes. No extraña que los austriacos
lo apodaran el Diablo Negro. Sus proezas fueron mayúsculas.
Órdago a Napoleón
Cuando los franceses llegaron a la tierra de los
faraones y los egipcios vieron a Dumas imponente, firme, domeñando a todos,
pensaban que él era Napoleón. Dumas parecía un centauro cabalgando entre las
trincheras enemigas, abatiendo a contrarios, coleccionando prisioneros.
En Egipto comenzaron sus problemas. No gustaban a
Napoleón las molestas comparaciones con ese corpulento general, y menos sus
críticas abiertas. «Creía que habíamos venido a liberar, no a dominar le espetó
a Napoleón. Por la gloria y el honor de Francia daría la vuelta al mundo, pero,
si solo se tratara de un capricho de usted, me detendría al primer paso», osó
decirle.
Francia estaba, para él, por encima de Napoleón. La
justicia debía prevalecer sobre el atropello. Esos eran los mandamientos del
general Dumas. Por eso defendió a civiles de las tropelías de sus soldados,
denunció a generales cobardes y se enfrentó a Napoleón. Y lo pagó caro. Como a
Edmundo Dantés, el protagonista de El conde de Montecristo, a Alejandro Dumas
padre lo traicionaron y encarcelaron. Cuando regresaba de Egipto, lo atraparon
y encarcelaron en Nápoles, reino enfrentado con la Francia bonapartista. Pasó
dos años en una terrible prisión en la que, para más inri, fue envenenado. No
contó con el apoyo de un abate sabio, como Dantés, ni protagonizó una fuga de
película: lo canjearon por otros presos y así logró regresar a casa. Pero ya no
era el mismo. El general era un hombre enfermo y avejentado cuando nació su
hijo pequeño, Alejandro. El niño no lo conoció cuando era un titán, pero lo
recordó siempre como tal. Y así lo inmortalizó en sus obras.
Desprecio e inmortalidad
Dumas hijo alcanzó un éxito insospechado para un
mestizo. Sufrió burlas por su raza: Balzac se refería a él como «ese negro»;
Verlaine lo comparó con el Tío Tom. Pero Dumas tenía la piel dura y la lengua
afilada. Cuando lo criticaban por la falta de rigor histórico en sus novelas,
respondía: «Está permitido violar la Historia, siempre que se le haga un
hermoso hijo». Él le hizo 646; sus obras inmortales.
El hijo escritor Alejandro Dumas hijo tuvo que
hacer frente a numerosas afrentas por su condición de mestizo. Aunque su éxito
como escritor le hizo ya famoso y rico en su época.
DE TAL PALO…
Una infancia sin un duro. Dumas hijo no
tuvo una infancia fácil. La viuda del general no percibió pensión alguna.
Alejandro aprendió latín con un abate, y poco más. A los 15 años trabajaba como
ayudante de un notario en Villers-Cotterêts. A los 20 se costeó el viaje a
París cazando liebres, que canjeaba por alojamiento.
Su empleo como escribiente. Consiguió trabajo
como escribiente de Luis Felipe de Orleans. Comenzó entonces su instrucción y
su interés por el teatro, su primera pasión. Alcanzó cierto éxito con los
dramas. Viajó por Europa, el norte de África y Rusia, y escribió sus
impresiones. Se fue afianzando su éxito, en la escritura y con las mujeres.
Y la fama llegó a dos manos. La riqueza le llegó
con las novelas históricas. En 1839 conoció a Auguste Maquet. Juntos fueron una
máquina de producir: Maquet pergeñaba la idea y reunía documentación; Dumas le
daba brío al texto. La fórmula dio como fruto a El conde de
Montecristo,Los tres mosqueteros… Al principio, Maquet renunció a firmar y
a cobrar. Luego, cambió de opinión y pleiteó. Perdió.
Un editor de periódicos. Dumas eligió la
aventura en sus novelas y en la vida. En Nápoles se dio el gusto de contribuir
a destronar a un rey al poner su goleta a disposición de Garibaldi. Fundó
periódicos y hasta escribió un diccionario de cocina.
LA HUELLA DE SU PADRE EN…
Edmundo dantés: su presidio. Dumas tomó la
historia de El conde de Montecristo de los Archivos de París.
Allí leyó que un hombre había sido traicionado por amigos envidiosos. Pasó
siete años en la cárcel y, a la salida, los mató a sangre fría.Esa traición y
el duro revés que padeció su padre, encarcelado por enfrentarse a Napoleón,
“crearon” a Dantés. Al darle rasgos paternos, transformó al criminal de París
en adalid de la justicia universal.
D’artagnan: duelo a tres bandas. También hay
rasgos del padre de Dumas en Los tres mosqueteros. Por ejemplo, el
general venció en tres duelos celebrados el mismo día y D”Artagnan reta en la
misma jornada, a Athos, Porthos y Aramis. En Los tres mosqueteros,
Dumas volcó toda su energía. Era tal su pasión que su hijo Alejandro, también
escritor, contó que un día se lo encontró llorando: «Porthos ha muerto. He
tenido que sacrificarlo», le explicó, consternado.
‘Georges’: un Mulato valeroso. Menos conocida que las
anteriores, Georges es una novela protagonizada por un mulato
que regresa a una colonia caribeña convertido en un hábil espadachín dispuesto
a vengar una antigua afrenta racial. Este héroe, inspirado en el padre,
protector de damas y vencedor de duelos, se convierte en cabecilla de un
levantamiento de esclavos, lo que lo lleva al cadalso. Por supuesto, se salva
in extremis.
© XL
Semanal
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